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Picasso—data

Diacronía de la producción
artística de Picasso

1906—1907

1.Biografía 2.Contexto 3.Referencias 4.Obra 5.Cuadernos
/*******************************/ /******** 1.ANUNCIO AGOSTO 1906 *****/


Verano
1906

/*******************************/ /******** 1. MES AGOSTO 1906 *****/

Verano 1906 → agosto

/* LINEA 1: PRODUCCION ARTÍSTICA */
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Comienza a realizar desnudos, hombres y mujeres mezclados, en el que el erotismo está patente. (Tres desnudos, Zervos I, 340) (El harén, Zervos I, 321)

Desnudo recostado. (Fernande). Pablo Picasso (1881-1973). Gósol, finales de mayo-15 de agosto de 1906. Gouache en papel Ingres, 47,3 x 61,3 cm. The Cleveland Museum of Art, Cleveland. © The Cleveland Museum of Art, Cleveland © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020. Zervos, I: 317

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12 de agosto 1906
Picasso deja Gósol
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En la primera mitad de agosto de 1906, Picasso y Fernande abandonan el pueblo ilerdense de Gósol. La historiografía picassiana a menudo discute sobre las causas de esta inminente vuelta a París, que no estaba programada sino hasta principios de septiembre. Un amplio porcentaje de las fuentes indican que esta se debió a un brote de fiebres tifoideas. Algunos autores1 afirman que este brote se produjo en la misma fonda donde Picasso y Fernande estaban pasando el periodo estival. La nieta del dueño de la fonda, Josep Fontdevila, una niña de unos diez años, contrajo las fiebres. Sin embargo, la gran mayoría de los autores que comentan este acontecimiento2 se fundamentan en una única fuente: los Recuerdos íntimos escritos para Picasso3 de Fernande Olivier. No obstante, investigadores como Jéssica Jacques4 refutan esta afirmación, pues no parece estar del todo claro que Fontdevila tuviese una nieta de esta edad ni tampoco que en aquellas fechas ningún gosolano hubiese contraído las fiebres, si bien es cierto que se trataba de una enfermedad común en los primeros años del siglo xx.

Dos homes en primer terme i al fons el poble de Gósol des del Castell.
César August Torras i Ferreri. 1913. Licencia CC. Fuente: Arxiu Fotografic del Centre Excursionista de Catalunya

DATOS

CABANNE, Pierre. El siglo de Picasso. Vol. 1. Madrid: Ministerio de Cultura, 1982, pág. 176.

«A principios de agosto, la hija del fondista de Cal Tempalnada contrae las fiebres tifoideas. Picasso, que tiene un terror pánico de todo lo que sea enfermedad, deja rápidamente Gósol sin siquiera pasar por Barcelona, siguiendo un largo itinerario que ha quedado inscrito en el Carnet Catalán: a lomos de mula, de Gósol a Bellver; luego, en coche hasta Puigcerdá; otro coche luego hasta Aix-les-Termes, donde toman el tren, vía Toulouse, hasta París».

RICHARDSON, John. Picasso, una biografía. Vol. I, 1881-1906. Madrid: Alianza Editorial, 1995, pág. 452.

«En un principio, Picasso y Fernande habían planeado permanecer en Gósol hasta el mes de septiembre, momento en que volverían a París por la misma ruta, vía Barcelona. Pero alrededor del 12 de agosto su idilio pirenaico terminó dramáticamente: un brote de fiebres tifoideas se declaró bajo su mismo techo. La víctima fue la nieta de Fontdevila, una niña de diez años que aparece en el Carnet Catalán. La única medicina disponible se reducía a una poción elaborada con hojas de tabaco maceradas en vinagre y el único médico se encontraba varias horas de distancia en mula. Picasso estaba aterrorizado; tenían que marcharse lo antes posible […]». Texto acompañado de una nota que nos lleva a Recuerdos íntimos de Fernande.

PALAU I FABRE, Josep. Picasso vivo. 1881-1907. Infancia y juventud de un demiurgo. Barcelona: Ediciones Polígrafa, S. A., 1980, pág. 465.

«[…] el último día de la estancia picassiana en Gósol (15 de agosto) con los primeros días de su reintegración a París (17 de agosto).

Parece ser que el motivo que decidió la partida precipitada de Picasso y Fernande fue una epidemia de fiebre tifoidea que había afectado a la familia de los hospederos».

DAIX, Pierre. Le Nouveau dictionnaire Picasso. París: Éditions Robert Laffont, S. A., 2012, pág. 403.

«En août, Picasso se lance dans une grande Composition […]. Il l’achèvera à Paris, après son retour précipité à cause d’une épidémie de typhoïde. Par les lettres à Casanovas, Richardson a apporté des précisions […]».

LLADOSA, Ricardo. «Picasso, el reproductor de arte. Los orígenes (3)», El Heraldo, 30 de agosto de 2019. Disponible en: https://www.heraldo.es/noticias/ocio-y-cultura/2019/08/30/los-origenes-3-1331896.html [última consulta: 26/07/2020].

«A principios de agosto, la hija del dueño de la fonda de Gósol donde pasaban el verano cogió unas fiebres tifoideas. Picasso, a quien aterraba contraer enfermedades, decide dejar de inmediato Gósol. Ni siquiera pasa por Barcelona para despedirse de sus familiares y amigos, sino que viaja en mula junto a Fernande hasta Bellver; en coche de allí a Puigcerdá y en otro coche hasta Aix les Termes, desde donde toman el tren, vía Toulouse, a París». Texto, imagino, sustentado en Pierre Cabanne.

CIRLOT, Lourdes. «Picasso en los años del Fauvismo», Passatges del segle XX. Págs. 91-103. Disponible en: http://diposit.ub.edu/dspace/bitstream/2445/109958/1/551636.pdf [última consulta: 25/07/2020].

Aunque Fernande dice que recuerda mal el trabajo que Picasso realizara en Gósol, sí se acuerda claramente de por qué abandonaron Gósol precipitadamente. La niña de sus anfitriones del hostal de Can Tampanada cayó gravemente enferma con fiebres tifoideas. «Muy a mi pesar —dice Fernande— nos vimos obligados a marcharnos; Picasso tenía un miedo casi patológico a las enfermedades».

OLIVIER, Fernande. Recuerdos íntimos escritos para Picasso. Barcelona: Parsifal Ediciones, 1990, 173.

«También hizo el retrato de la nieta de nuestros anfitriones, una niña de unos diez años que fue la causa de nuestra precipitada partida. Cayó enferma de fiebres tifoideas y la curaban» a base de hojas de tabaco maceradas en vinagre. No había médico en aquel pueblo perdido; había que hacer varias horas a lomo de mula para ir a buscar uno a la ciudad más cercana. En invierno, los enfermos graves morían porque, a causa de la nieve y el hielo, resultaba imposible atravesar la montaña. Muy a mi pesar, nos vimos obligados a marcharnos; Picasso tenía un miedo casi patológico a las enfermedades». Recogida en: CAMPS, Teresa y PORTEL, Susanna, Les Cartes de l’escultor Enric Casanovas. Barcelona: Universitat Autònoma de Barcelona, 2015, págs. 152-153.

JACQUES PI, Jéssica. Picasso en Gósol, 1906: un verano para la modernidad. Madrid: Antonio Machado Libros, 2018, pág. xx

« […] Picasso estaría todavía demasiado marcado por la muerte de su hermana Conchita, fallecida de difteria a los ocho años, y habría sufrido algo así como un ataque de hipocondría. Pero los archivos del pueblo no revelan nada de esa epidemia; nadie murió en 1906 de fiebres tifoideas, ni en el invierno o la primavera siguiente, y ni siquiera Fontdevila tenía una nieta de diez años, sino una de cinco, llamada Lola, que fue longeva y que se quedó con un vestido azul de Fernande como recuerdo.

A mi entender, Picasso y Fernande se fueron porque el viaje pictórico había acabado […]».

Así mismo, Jéssica Jacques especifica que partieron de Gósol el 15 de agosto.

Tampoco en ningún momento consultado en la hemeroteca de La Vanguardia se apunta nada sobre fiebres tifoideas en Gòsol, del que se anuncia las fiestas de la Virgen el 15 de agosto. No obstante, sí que se ofrecen cifras de fallecidos por fiebres tifoideas a lo largo de todo el año.

El resto de fuentes consultadas reproducen sistemáticamente las palabras de Fernande.


1 CABANNE, Pierre. El siglo de Picasso. Vol. 1. Madrid: Ministerio de Cultura, 1982, pág. 176; RICHARDSON, John. Picasso, una biografía. Vol. I, 1881-1906. Madrid: Alianza Editorial, 1995, pág. 452; PALAU I FABRE, Josep. Picasso vivo. 1881-1907. Infancia y juventud de un demiurgo. Barcelona: Ediciones Polígrafa, S. A., 1980, pág. 465; DAIX, Pierre. Le Nouveau dictionnaire Picasso. París: Éditions Robert Laffont, S. A., 2012, pág. 403.

2 Otros autores que apoyan esta hipótesis son, por ejemplo:
CIRLOT, Lourdes. «Picasso en los años del Fauvismo», Passatges del segle XX. Págs. 91-103. Disponible en: http://diposit.ub.edu/dspace/bitstream/2445/109958/1/551636.pdf [última consulta: 25/07/2020]. LLADOSA, Ricardo. «Picasso, el reproductor de arte. Los orígenes (3)», El Heraldo, 30 de agosto de 2019. Disponible en: https://www.heraldo.es/noticias/ocio-y-cultura/2019/08/30/los-origenes-3-1331896.html [última consulta: 26/07/2020].

3 OLIVIER, Fernande. Recuerdos íntimos escritos para Picasso. Barcelona: Parsifal Ediciones, 1990, 173.

4 JACQUES PI, Jéssica. Picasso en Gósol, 1906: un verano para la modernidad. Madrid: Antonio Machado Libros, 2018.

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Picasso y Fernande regresan al Bateau-Lavoir entre mediados y finales de agosto de 1906. La estancia en Gósol ha sido fuente de inspiración continua en el artista, reflejándose en un impulso que se manifiesta en su regreso a París. Esta fruición creativa da lugar a un sinnúmero de obras dedicadas a la figura femenina, cuya paleta cromática predominante sigue la estela de la impresión gosolana. Asimismo, lleva a cabo la culminación de obras como Los campesinos, según Cabanne1 o Pierre Daix2, o el Retrato de Gertrude Stein3, del que la misma Gertrude afirma que Picasso lo finaliza de memoria, concluyendo el rostro como si de una máscara se tratase. Aunque gran parte de la bibliografía picassiana reafirma este relato, no está del todo claro que esta anécdota sea verídica, ya que investigadores como Richardson no la consideran probable4.

Gertrude Stein sitting on a sofa in her Paris studio, with a portrait of her by Pablo Picasso, and other modern art paintings hanging on the wall behind her. Wide World Photos, Inc., 1930. En dominio público. Library of Congress

DATOS

RICHARDSON, John. Picasso, una biografía. Vol. I, 1881-1906. Madrid: Alianza Editorial, 1995, pág. 453.

«Cuando llegaron al Bateau-Lavoir, se les cayó el alma al suelo. Durante el verano el estudio era siempre un horno, pero aquel mes de agosto el calor resultaba insoportable. Y lo que es peor, los ratones habían devorado todo lo que habían encontrado, incluida la cubierta de tafetán color banana del quitasol favorito de Fernande. Cuando Picasso y Fernande se metieron en la cama, las chinches comenzaron a picarles. Habían llegado a infestar el diván del estudio. Tuvieron que colocar por todas partes platillos llenos de azufre caliente».

Musée d’Orsay. Picasso. Blue and Rose. Disponible en: https://www.musee-orsay.fr/en/events/exhibitions/archives/exhibitions-archives/browse/2/page/5/article/picasso-47542.html?tx_ttnews%5BbackPid%5D=252&cHash=5be830fc09 [última consulta: 04/08/2020].

«When the artist returned to Paris, he refocused his attention almost exclusively on the female body, to which he devoted a number of works, rejecting illusionist techniques in favour of a new expressive language: composing images by interlacing basic shapes with a colour palette restricted to shades of ochre».

CABANNE, Pierre. El siglo de Picasso. Vol. 1. Madrid: Ministerio de cultura, 1982, pág. 176.

«De nuevo en el Bateau-Lavoir, ajeno al calor sofocante del taller, Picasso emprende rápidamente Los campesinos, partiendo de los estudios hechos en el pueblo».

PI, Jèssica Jacques. Picasso en Gósol, 1906: Un verano para la modernidad. Madrid: Antonio Machado Libros, 2018, pág. xx.

«El día en que volvió a París, Picasso llegó al Bateau-Lavoir y, con un extraño arrebato lleno de seguridad y madurez, acabo en una tarde y sin modelo el retrato de Gertrude Stein. Los once meses siguientes los dedicó a preparar frenéticamente Les demoiselles d’Avignon, realizadas entre junio y julio de 1907, cuando se cumplía un año de su estancia en el pueblecito catalán. La ruta picassiana hacia la modernidad partió de aquel lugar completamente ajeno al ritmo de los tiempos y no tuvo, ni para Picasso ni para el nuevo arte occidental, un ápice de recato, arrepentimiento o retorno; vista cien años después, fue la implacable ruta de un destino.».

STEIN, Gertrude. Autobiografía de Alice B. Toklas. Barcelona: Lumen, 2014.

«Corría el año 1907. Gertrude Stein supervisaba la impresión de Tres vidas, cuya edición pagaba de su bolsillo, y estaba enfrascada en Ser norteamericano, su libro de mil páginas. Picasso acababa de terminar el retrato de Gertrude Stein, que en aquel tiempo no gustó a nadie, salvo al retratista y a la retratada, pero que ahora es famoso, y había comenzado su extraño y complejo cuadro de tres mujeres; Matisse acababa de terminar Le bonheur de vivre, su primera gran composición, que le valió el calificativo de fauve. Era la época que Max Jacob ha denominado desde entonces la edad heroica del cubismo» (pág. 13).

«Al cabo de un ratito susurré a Picasso que me gustaba mucho su retrato de Gertrude Stein. Sí, contestó él, todo el mundo dice que no se parece a ella pero no importa, ya se parecerá» (pág. 20).

« […] Volvió a un París pletórico de emociones. En primer lugar, vio su retrato acabado. Picasso, el día que regresó de España, se sentó y pintó la cabeza de memoria sin haber visto de nuevo a Gertrude Stein. Y cuando ella la vio quedó tan satisfecha como lo estaba él. Es muy extraño, pero ninguno de los dos recuerda cómo era la cabeza antes de que Picasso volviera a pintarla. Hay otra anécdota encantadora sobre el retrato. Hace unos años, cuando Gertrude Stein se cortó el cabello, hasta entonces siempre lo había llevado como una corona alrededor de la cabeza, y así la pintó Picasso, pues bien, cuando se cortó el pelo, al cabo de un par de días entró en una habitación y Picasso se encontraba un par de salas más allá. Ella llevaba sombrero pero Picasso la vio a través de las puertas abiertas, se acercó rápidamente a ella y exclamó: Gertrude, qué es eso. Qué es qué, Pablo, preguntó ella. A ver, deja que te mire, dijo él. Ella dejó que la mirara. Y mi retrato, dijo Picasso con semblante severo. Luego suavizó el gesto y añadió: mais, quand même, tout y est» (pág. 74).

CABANNE, Pierre. El siglo de Picasso. Vol. 1. Madrid: Ministerio de cultura, 1982, pág. 169.

«La primera sesión duró toda la tarde. Por la noche los dos hermanos, la cuñada de Gertrude y un joven americano amigo, André Green, fueron a ver el resultado y lo juzgaron muy notable. Green suplicó a Pablo que dejara el cuadro tal como estaba, pero este se negó y las sesiones prosiguieron. Casi todas las tardes, la corpulenta miss Stein se encaminaba a Montmartre para sentarse en el mismo sillón roto, y llegada la noche, volvía andando a la rue Fleurus. Los sábados, Pablo y Fernande la acompañaban, pues los fines de semana tenía por costumbre recibir a los amigos para cenar o, por lo menos, para pasar la velada, rodeada de sus cuadros».

RICHARDSON, John. Picasso, una biografía. Vol. I, 1881-1906. Madrid: Alianza Editorial, 1995, pág. 455.

«Gertrude Stein nos ha hecho creer que «el día que [Picasso] regresó de España, se sentó y pintó de memoria la cabeza de Gertrude Stein sin que ella volviese a posar» (Stein 1933, 57). Sin embargo, no es probable que esta obra maestra –piedra angular del periodo- fuese concluida de una manera tan rápida o casual. La fecha más probable para la culminación de este fragmento repintado, gracias al cual Gertrude sería reconocida como uno de los iconos más populares del siglo XX, es finales de agosto o principios de septiembre. «”Todos piensan que su retrato no se parece a ella en absoluto” dijo Picasso, “pero no importa, al final ella logrará parecerse a su retrato”. Y así ocurrió» (Penrose 1958, 118). «Creo que sí soy yo», respondió Gertrude, «y es la única reproducción mía verdaderamente fiel a mi persona» (Stein 1938, 8). Picasso nunca corroboró la historia de Gertrude sobre la terminación del retrato».

GIROUD, Vincent. Picasso and Gertrude Stein. Nueva York: Metropolitan Museum of Art, 2006, pág. 29.

«According to The Autobiography of Alice B. Toklas, “The day he returned from Spain Picasso sat down and out of his head painted the head in without having seen Gertrude Stein again.” He then presented the portrait to Gertrude when she and her brother returned from Tuscany. As Richardson has pointed out, this version, which Picasso, typically, neither denied nor corroborated, is difficult to accept literally. What seems unquestionable, however, is that the portrait was finished sometime in the late summer or early fall without the benefit of additional sittings.».


1 CABANNE, Pierre. El siglo de Picasso. Vol. 1. Madrid: Ministerio de cultura, 1982, pág. 176.

2BOUDAILLE, Georges y DAIX, Pierre. Picasso,The Blue & Rose Periods. A Catalogue of the Paintings 1900-1906. Greenwich, CT: New York Graphic Society, 1966, pág. 339.

3 Zervos, I: 352. Óleo sobre lienzo, 100 x 81,3 cm, The Metropolitan Museum of Art, Nueva York

4 «La fecha más probable para la culminación de este fragmento repintado, gracias al cual Gertrude sería reconocida como uno de los iconos más populares del siglo XX, es finales de agosto o principios de septiembre.» RICHARDSON, John. Picasso, una biografía. Vol. I, 1881-1906. Madrid: Alianza Editorial, 1995, pág. 455.

/* LINEA 3: CORRESPONDENCIA */
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El 13 de agosto de 1906, Picasso redacta una epístola en catalán al escultor Enric Casanovas: «"Amic Casanovas: te escric perquè no compris els encàrrecs que et va fer la Fernande perquè dintre de pocs dies ens anem París per Puix Cerdá y prendrem el tren a Aix y de allà cap a Toulouse. Els papers no els he rebut y crec que deuen aversi perduts. Cuand me escriguis ja me diràs lo que te dec y tu enviaré de París. Contéstame a París a la adreça que ya saps 13 Rue Ravignan. Ya te escriuré de París i te agrairia no diguesis res a dingú de que me vaig a París. Me alegraria que la teva mare sigués millor. Una abraçada del teu amic. Pau. Avui és dilluns" (sic)»1. De este modo, Picasso evidencia su intención de regresar en breve a París por motivos de diversa índole, dependiendo del autor consultado.

Enric Casanovas. Francesc Serra i Dimas. 1935. © Servei de publicacions UAB

DATOS

CAMPS, Teresa y PORTELL, Susana. Les cartes de l’escultor Enric Casanovas. Barcelona: Edicions Universitat Barcelona, 2005, pág. 152-153.

«Amic Casanovas:

Te escric perquè no compris els encàrrecs que et va fer la Fernande perquè dintre de pocs diez ens anem a París per Puix Cerdá y prendrem el tren a Aix y de allà cap a Toulouse.

Els papers no els he rebut y crec que deuen aversi perduts. Cuand me escriguis ja me diràs lo que te dec y tu enviaré de París.

Contéstame a París a la adreça que ya saps 13 Rue Ravignan. Ya te escriuré de París y te agrairia no diguessis a res a dingú de que me vaig a París.

Me alegraria que la teva mare sigués millor.

Una abraçada del teu amic Pau.

Avui és dilluns.».

Aquesta informació (Avui és dilluns) ens permet datar-la el 13 d’agost.

RICHARDSON, John. Picasso, una biografía. Vol. I, 1881-1906. Madrid: Alianza Editorial, 1995, pág. 452.

«El 13 de agosto (la carta solo dice, “Hoy es lunes”) Picasso escribió (en catalán) a Casanovas, pidiéndole que olvidase los recados de Fernande

Porque dentro de unos días regresaremos a París por Puigcerdà y tomaremos el tren a Aix [sic, Ax] y de allí a Toulouse. No llegué a recibir el papel, así que lo más probable es que se haya perdido. Cuando me escribas, puedes decirme cuánto te debo y te lo enviaré… Te escribiré desde París y no sabes cuánto te agradecería que no le dijeras a nadie que regreso… Abrazos de tu amigo Pau».

PALAU I FABRE, Josep. Picasso i els seus amics catalans. Barcelona: Galaxia Gutenberg, 2006, pág. 252.

«vol dir que ell esperava alguna cosa d’algú, esperava, almenys, un interès per la seva obra, per saber què feia, per com havia menat la seva aventura altament i doblement catalana.».

PLAYÀ MASET, Josep. «Publicada una carta de Picasso escrita íntegramente en catalán», La Vanguardia, 13 de octubre de 2015. Disponible en: https://www.lavanguardia.com/cultura/ 20151013/54437187445/unica-carta-escrita-picasso-catalan.html [última consulta: 25/07/2020].

«Vallès se refiere a la carta que Picasso envía a Casanovas el 13 de agosto de 1906: "Amic Casanovas: te escric perquè no compris els encàrrecs que et va fer la Fernande perquè dintre de pocs dies ens anem París per Puix Cerdá y prendrem el tren a Aix y de allà cap a Toulouse. Els papers no els he rebut y crec que deuen aversi perduts. Cuand me escriguis ja me diràs lo que te dec y tu enviaré de París. Contéstame a París a la adreça que ya saps 13 Rue Ravignan. Ya te escriuré de París i te agrairia no diguesis res a dingú de que me vaig a París. Me alegraria que la teva mare sigués millor. Una abraçada del teu amic. Pau. Avui és dilluns" (sic)». CAMPS, Teresa. Les cartes de l’escultor Enric Casanovas. Barcelona: Memoria Artium, 2015, pág. 152-153.

JACQUES PI, Jéssica. Picasso en Gósol, 1906: un verano para la modernidad. Madrid: Antonio Machado Libros, 2018, pág. xx

«A buen seguro, al principio la pareja no tenía previsto quedarse en Gósol tanto como lo hizo, algo más de once semanas. Dan testimonio ello [sic] las cartas de Picasso a Enric Casanovas, la persona que más le había insistido para que se desplazara a Gósol. El escultor le había prometido que iría al pueblo unos días después que él, pero eso no fue posible porque su madre enfermó. Picasso le escribía insistentemente para que comprara utensilios para la pintura, e incluso para la talla, y que se los llevara cuando fuera, por fin, a Gósol; por su parte, Fernande le pedía una botella de “Eau de Chipre”, su perfume favorito, que al parecer no dejó de usar un solo día en su aventura pirenaica. La carta del veintisiete de junio, que recoge todos estos aspectos, escrita medio en castellano medio en catalán y llena de faltas de ortografía, resulta un testimonio muy entrañable:

“Muy mi querido amigo recibí tu carta que me tragjo el quiq y le doy un millón de a grasias por sus sellos y por la molestia que me dispense. La Dona me demana que le subas lo que te pide en la lista apbjunta yo sigo trabajando y esta semana me traeran un trozo de boig y empezaré una cosa Dime unos cuantos días antes cuando has de venir para que pueda contestarte porque quizá tenga que encargarte algunas eynas para trabajar la fusta asi es que no te olvides de decírmelo pues seria una historia tenerlos que pedir a otros y no llegaría nunca aquí o se perderían que es peor.

No te olvides de esto.

El Manolo me escribió uno de estos días y me daba muchos recuerdos para ti. Ya veras la carta cuando vengas.

Y tu madre como está?

Adeu y una abrazada de teu amic

Pau”».

VALLÈS, Eduard. Picasso i la cultura catalana: notes artístiques, humanes i literàries: discurs llegit en la sessió inaugural del curs 2019-2020. Barcelona: Institut d’Estudis Catalans, 2019, pág. 45. Disponible en: https://publicacions.iec.cat/repository/pdf/00000279/00000070.pdf [última consulta: 08/08/2020].

«Per a Picasso, que era andalús, la seva estima per Catalunya no era epidèrmica, formava part de la seva personalitat i de la gratitud que tenia envers els catalans que tant el van ajudar en la seva formació. Ell defensava la llengua en tot moment i també la parlava, si bé ho feia molt maldestrament, com ell mateix reconeixia, tot barrejant-la amb el castellà i el francès. Malgrat que en ocasions s’ha negat que la parlés, o fins i tot que l’escrigués, hi ha molts testimonis de tots dos fets, i n’és exemple el contingut d’una de les cartes que envià a l’escultor Casanovas des de Gósol, plena de faltes, però en català.».


1 CAMPS, Teresa. Les cartes de l’escultor Enric Casanovas. Barcelona: Memoria Artium, 2015, pág. 152-153.

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Gracias a la carta que Picasso envía a su amigo Leo Stein, que se encontraba en ese momento en Florencia, es consabido que el artista se encuentra ya en París el día 17 de agosto de 1906. En ella, Picasso describe su obra Los campesinos1 y le agradece los fondos enviados. Pese a que la fecha exacta de su regreso es imprecisa, se produjo en torno al 15 de agosto2.

Leo Stein. Alfred Stieglitz. 1917. Alfred Stieglitz Collection (The Metropolitan Museum of Art). En dominio público. Wikimedia Commons.

DATOS

BOUDAILLE, Georges y DAIX, Pierre. Picasso, The Blue & Rose Periods. A Catalogue of the Paintings 1900-1906. Greenwich, CT: New York Graphic Society, 1966, pág. 308.

«This important sketch appears in Picasso’s letter to Leo Stein, written in Paris August 17, 1906. It establishes thatThe Peasants was done in Paris right after Picasso’s return from Gosol.» (pág. 308)

«Letter from Picasso to Leo Stein, written in Paris, August 17, 1906. This letter, with the drawing sketched on one page, shows that the large composition, The Peasants (XV. 62), was painted in Paris, a few days after Picasso’s return from Gosol. Top left, on a page of the same letter, a message to Gertrude Stein written by Fernande Olivier. The original letter belongs to the Yale University Library, Collection of American Literature.» (pág. 339)

RICHARDSON, John. Picasso, una biografía. Vol. I, 1881-1906. Madrid: Alianza Editorial, 1995, pág. 455.

«[…] en la carta fechada el 17 de agosto que Fernande y él remitieron a los hermanos Stein, que todavía se encontraban en Fiesole, no se menciona nada acerca del retrato; el artista se limita a comentar El florista ciego e incluye un boceto del mismo. Picasso remite su parte de la carta a Leo:

He recibido su carta y el dinero. Gracias.

He estado trabajando en Gósol y sigo trabajando aquí. Ya le enseñaré lo he hecho y le hablaré de ello cuando nos veamos. Cada día resulta más difícil… Estoy trabajando en un hombre con una muchacha. Llevan flores en un cesto. A su lado hay dos bueyes y trigo…».

CABANNE, Pierre. El siglo de Picasso. Vol. 1. Madrid: Ministerio de cultura, 1982, pág. 174.

« […] Los Campesinos tenía para Picasso especial importancia; la describe y esboza un croquis en una carta dirigida el 17 de agosto, desde París, a Leo Stein, a la sazón en Florencia, por la que también le agradece los fondos enviados».

PI, Jèssica Jacques. «En Pau de Gósol Picasso a l'estiu de 1906». Erol, L': revista cultural del Berguedà, 2011, pág. 12. Disponible en: file:///C:/Users/Usuario/Downloads/244920-Text%20de%20l'article-346347-1-10-20120720%20(1).pdf [última consulta: 08/08/2020].

«Respecte al final de l’estança i la tornada de la parella a París, hi ha una carta de Picasso a Léo Stein del disset d’agost enviada ja des de la capital francesa, en la que el pintor explica que està treballant en >Composición: los payeses. Això vol dir que, gairebé amb tota certesa, Picasso i Fernande van marxar de Gósol el dia de Santa Maria, això és, el quinze d’agost, probablement de matinada. De nou, com en el cas d’arribada, els historiadors construeixen una narrativa de la malaltia, pretenent que partiren inesperadament i precipitada perquè al poble hi havia una febre del tifus que va afectar a una néta de Fondevila que tenia deu anys: Picasso estaria encara massa marcat per la mort de la seva germana Conchita, de diftèria als vuit anys, i hauria patit un atac d’hipocondria. Però els arxius del poble no revelen res d’aquesta epidèmia: ningú va morir el 1906 de febres del tifus, ni a l’hivern o a la primavera següents, i ni Fondevila tenia una néta de deu anys, sinó una néta de cinc anys que es deia Lola i que es va quedar amb un vestit blau de Fernande com a record.».


1 Zervos, I: 384. Óleo sobre lienzo, 221 x 131,4 cm, The Barnes Foundation, Merion, PA.

2 Autores como Jèssica Jacques llegan a la conclusión que Picasso y Fernande se fueron de Gósol el día de Santa María, esto es, el quince de agosto, probablemente de madrugada: PI, Jèssica Jacques. «En Pau de Gósol Picasso a l'estiu de 1906». Erol, L': revista cultural del Berguedà, 2011, pág. 12.

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Verano 1906
Tres desnudos
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Tres desnudos (Gouache sobre papel, 63 x 48,3 cm / Nueva York, The Alex Hillman Family Foundation – Cat. 12; Z. I, 340; D.-B. XV, 8)

Tres desnudos. Pablo Picasso (1881-1973). Gósol, finales de mayo-15 de agosto de 1906. Gouache sobre papel, 63 x 48,3 cm. Nueva York, The Alex Hillman Family Foundation. © Nueva York, The Alex Hillman Family Foundation. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

Verano 1906
El harén
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El harén (Óleo sobre tela, 154,3 x 109,5 cm / Cleveland, The Cleveland Museum of Art, colección Leonard C. Hanna, jr. – Cat. 13; Z. I, 321; D.-B. XV, 40)

El harén. Pablo Picasso (1881-1973). Gósol, principios de verano de 1906. Óleo sobre tela, 154,3 x 109,5 cm. Cleveland, The Cleveland Museum of Art, colección Leonard C. Hanna, Jr. © Cleveland, The Cleveland Museum of Art. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

/* LINEA 5: ALBUM */
/*******************************/ /******** 1.ANUNCIO OTOÑO 1906 *****/


Otoño
1906

/*******************************/ /******** 1.MES OTOÑO 1906 *****/

Otoño 1906: septiembre → octubre

/* LINEA 1: PRODUCCION ARTÍSTICA */
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A finales de septiembre de 1906 tiene lugar el cuarto Salon d'Automne, en el que se presenta una gran retrospectiva de Paul Gauguin. Entre las obras expuestas se encuentra una pequeña escultura de carácter primitivista: Oviri1. Esta escultura representa una hibridación entre el arte moderno y el arte primitivo, tal y como Picasso estaba experimentando desde su estancia en Gósol, llegando algunos autores, como Pierre Daix, a afirmar que esta significa el punto de partida de Les Demoiselles2.

Oviri (Sauvage). Paul Gauguin, 1894. Musée d’Orsay, París. En dominio público. Wikipedia.

DATOS

RICHARDSON, John. Picasso, una biografía. Vol. I, 1881-1906. Madrid: Alianza Editorial, 1995, pág. 459-461.

«Su interés por el gres se vio reforzado mientras lo cocía, pues conoció varios ejemplos en la retrospectiva de Gauguin que tuvo lugar en el Salon d’Automne de 1906. La cerámica más inquietante de todas (que Picasso pudo haber visto por primera vez en la galería de Vollard), era la horripilante Oviri. Hasta que en 1987 el Musée d’Orsay adquirió esta obra poco conocida (expuesta solo una vez desde 1906), nunca se la había reconocido como una obra maestra, y ello a pesar de la influencia que ejerció en las obras que preludian Les Demoiselles d’Avignon. Aunque no supera los setenta y cinco centímetros de altura, la presencia de Oviri es imponente, como corresponde a un monumento destinado a la tumba de Gauguin. Oviri suscitó una honda impresión en Picasso. Medio siglo después le encantó saber que Douglas Cooper y el autor de este texto habíamos descubierto esta escultura en una colección que también incluía un vaciado original de su cabeza cubista. ¿Había sido Oviri una revelación, al igual que la escultura ibérica? Al encogerse de hombros, Picasso estaba afirmándolo de mala gana. Jamás admitió la influencia de Gauguin en su camino personal hacia el primitivismo.

Además de significar “salvaje”, oviri simboliza a una divinidad que es simultáneamente Eros y Tánatos. Gauguin la descirbe como una “Tueuse” (asesina) y se la define a Mallarmé como “un cruel enigma”. De ahí que la represente con ojos saltones y “lunática”, golpeando sanguinariamente a un lobo hasta matarlo. Gauguin sugiere al vivificante Eros haciendo que Oviri arrime uno de los lobeznos contra su vientre y comprimiendo su horrible cabeza y su cuerpo voluptuoso para adquirir la forma de un falo. Uno de los numerosos dibujos de Oviri lleva una misteriosa inscripción: “Y el monstruo, abrazando su creación, llena su generoso útero con semillas y engendra a Seraphitus-Seraphita”. Esta referencia al héroe-heroína andrógino de la novela de Balzac Seraphita se relaciona con un pasaje de Noa Noa que le gustaba a Picasso y donde Gauguin cuenta cómo se adentra en el bosque con una salvaje para derribar a hachazos un árbol que esculpirá más adelante.

La exposición antológica de 1906 dejó a Picasso completamente a merced de Gauguin. […] Oviri también inspiró una importante figura de gres que representa a Fernande peinando su larga melena».

Société du Salon d’automne. Catalogue des ouvrages de peinture, sculpture, dessin gravure, architecture et art décoratif, 1906 [Catálogo expositivo]. Disponible en: https://archive.org/ stream/cataloguedesouvr1906salo#page/n3/mode/2up [última consulta: 04/08/2020].

«De Gauguin son expuestas siete cerámicas, pertenecientes a la colección de G. Fayet. Entre las obras cerámicas expuestas se encuentra, con el número 57, Oviri» (pág. 193).

HOLL, J. C., Le Salon d’automne. París: Les cahiers d’art et de littérautre, n. 5, 1906, pág. 74. Disponible en: https://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k1417958w/f17.item.r=gauguin.zoom [última consulta: 04/08/2020].

«Cézanne et Gauguin représentent, à nos yeux, un art rude, primitif, gauche, incomplet. Ce sont deux attitudes de gens qui, dégoûtés de notre modernité raffinée et précieuse, à laquelle du reste ils ne comprennent rien, se sont confinés dans le domaine restreint d’une visión adéquate à la sensation rudimentaire de leur âme».

BAGUÉ JORDÀ, Pau. «La recerca d’un món salvatge. Paul Gauguin i Pablo Picasso». Universidad de Girona, pág. 8. Disponible en: universidaddegirona [última consulta: 04/08/2020].

«El 1906 és l’any on Picasso s’interessarà molt per l’art i l’estètica primitiva degut a tota una sèrie d’esdeveniments que el marcaran en gran mesura. Coneixerà l’escultura ibèrica, la qual començarà a col·leccionar en gran mesura a partir d’aquell moment. Serà testimoni de la retrospectiva que se li farà a Gauguin, després de la mort d’aquest, al Salon d’Automne de París; on s’exposarà l’escultura Oviri (1895), marcant la confluència entre l’art modern i el primitiu. L’estiu d’aquest mateix any, també, implicarà la descoberta de l’art romànic ubicat als Pirineus i passarà l’estiu al Gòsol i a Andorra on Picasso, influenciat per la recerca de Gauguin a la Bretanya, Tahití i les Marqueses, descobrirà un “primitivisme” autòcton que el portarà, al igual que Gauguin, a la simplificació de formes. Segons la historiadora de l’art i pintora Concepció Boncompte, aquesta estada rural acabaria desembocant en el gran projecte que Picasso elaboraria l’any següent: Demoiselles d’Avignon».

ABREU, José Guilherme. «La création artistique entre destin et liberté: Le tableau Les Demoiselles d’Avignon (partie II)». Disponible en: google académico [última consulta: 04/08/2020].

«La figure Océanique se rapporte à Oviri qui avait été exposé au Salon d’Automne de 1906 où Picasso l’a vu. Selon Claire Frèches-Thory, Picasso l’a employé comme une des figures dans Les Demoiselles d’Avignon (Frèches-Thory et al, 1988:373).

Dans la mythologie tahitienne, Oviri était la déesse du deuil.

Les historiens de l’art ont présenté de multiples interprétations – généralement que Gauguin l’a voulu comme une épithète pour renforcer son image de soi, en tant que « sauvage civilisé ».

Il ne reste que trois commentaires de Gauguin sur le personnage :

• Il décrit la figure comme une énigme étrange et cruelle, en 1895, sur une gravure sur bois d’Oviri pour Stéphane Mallarmé;

• Il l’appelait « La Tueuse » (La Murderesse) dans une lettre de 1897 à Ambroise Vollard;

• Gauguin manifesta le désir d’avoir une statue d’Oviri sur sa tombe, à Atuona, Îles Marquises».

FRY, Edward F., «Cubism 1907-1908: An Early Eyewitness Account», The Art Bulletin, vol. 48, n. 1, 1966, pág. 73.

«Both Picasso and Derain were very probably influenced by the example of Gauguin, several of whose wooden cylindrical sculptures were included in a large posthumous retrospective at the Salon d'Automne of 1906.53 In Picasso's case, this new departure also owed much to a study of African, Oceanic, and Iberian sculpture; Derain's works at this time, however, are often more nearly a direct restatement of Gauguin's ideas, despite the fact that Derain himself was among the earliest collectors of African sculpture. Thus, in Burgess' photograph Derain holds in his lap the cylindrical sculpture of a cat, a conception which in itself reveals his indebtedness to Gauguin's cylinders».

DAIX, Pierre, Dictionnaire Picasso. París: Robert Laffont, 1995, pág. 247.

«II apparaît désormais que le point de départ proprement dit de la grande toile se situé après la rétrospective de Gauguin* au Salon d’automne* de 1906. Picasso y fut frappé par la stature solide des Tahitiennes et les reprit dans ses carnets, songeant probablement á les grouper dans un sujet de « femmes au bain ». C’est alors que surgit la première idée de les réunir dans une présentation de bordel, puis- que, disait Picasso : « C’est là qu’aujourd’hui, il y a vraiment des femmes nues. » Elle s’inscrivait dans le prolongement des parodies de l’évasion du Bain turc* d’Ingres* et du Bonheur de vivre* de Matisse qu’il avait déjà réalisées dans Le Harem* et les Trois nus* peints à Gósol* au printemps et au début de l’été 1906.».


1 Société du Salon d’automne. Catalogue des ouvrages de peinture, sculpture, dessin gravure, architecture et art décoratif, [Cat. Exp.]. París, 1906, pág. 193. Disponible en: https://archive.org/ stream/cataloguedesouvr1906salo#page/n3/mode/2up [última consulta: 04/08/2020];

RICHARDSON, John. Picasso, una biografía. Vol. I, 1881-1906. Madrid: Alianza Editorial, 1995, pág. 459-461.

2 DAIX, Pierre, Dictionnaire Picasso. París: Robert Laffont, 1995, pág. 247.

Mediados de octubre 1906
Un acercamiento a Gauguin
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En 1901, Picasso inicia su relación con Paco Durrio, amigo de Paul Gauguin, poseyendo varias de sus obras. Durrio celebraba reuniones a las que asistían, entre otros, Charles Morice, quien regaló una copia, actualmente desaparecida, de Noa Noa a Picasso1. Cinco años después, Leo Stein le presentará al coleccionista Gustave Fayet, que posee una colección de obras de Gauguin a la que Picasso puede acceder. A mediados de octubre de 1906, Picasso comienza a trabajar en el taller de Durrio, viéndose muy influenciado por el estilo de Gauguin. Son creadas en este momento esculturas de gres como el Busto de Josep Fontdevila2 y Mujer peinándose (Fernande)3. La consolidación entre lo primitivo y lo moderno ya es un hecho constatable en el arte de Picasso.

Paco Durrio. Anónimo. En dominio público. EcuRed.

DATOS

RICHARDSON, John. Picasso, una biografía. Vol. I, 1881-1906. Madrid: Alianza Editorial, 1995, pág. 456-459.

Pocos días después de regresar de España, Picasso había ido a visitar a Paco Durrio. Durrio siempre le estaba presionando para que probase a trabajar con la escultura cerámica realizada en gres, un material que, como Gauguin había demostrado triunfalmente, permitía al color desempeñar u papel orgánico. Los dos habían hablado de trabajar juntos a principios de año […] Aunque al parecer se ha perdido la pista de todas ellas, las primeras cerámicas de Picasso son importantes porque establecen un vínculo directo con Gauguin; vínculo fraguado por paco Durrio, el anterior inqui,ino del estudio de Picasso en el Bateau Lavoir […].

SOLANA, Guillermo. Gauguin y los orígenes del simbolismo. Hondarribia: Editorial NEREA, 2004, pág. 92.

«[…] Es precisamente después de aquella experiencia liberadora y fecunda [Gósol] cuando Picasso contempla extasiado las obras de Gauguin en el Salon d’Automne, que le causan un profunda impacto y le confirman en sus aspiraciones. Y es entonces cuando pinta obras como El Abrevadero o Muchacho desnudo llevando un caballo, seguramente en respuesta a Jinetes en la playa, una de las últimas obras de Gauguin y perfecto ejemplo de la fusión entre primitivismo y clasicismo en la que Picasso quería basar su nuevo arte.»

Picasso in the Metropolitan Museum of Art. Nueva York: Metropolitan Museum of Art, 2010, pág. 106.

«[…] Susan Stein has identified a Gauguin in the collection of Picasso’s friend Paco Durrio that may have intrigued him: Two Tahitian Women in a Landscape, where the weighty presence and bent posture of the kneeling figure evoke the nude in this drawing [37. Kneeling Nude]. Picasso worked in Durrio’s studio in the autumn of 1906.»


1 DAIX, Pierre. Le Nouveau dictionnaire Picasso. París: Éditions Robert Laffont, S. A., 2012, pág. 385.

2 Zervos, I: 380. Bronce, 16,8 x 22,9 x 11,7 cm, The Hirshhorn Museum and Sculpture Garden, Smithsonian Institution, Washington.

3 Zervos, I: 329. Bronce, 42,2 x 26 x 31,8 cm, The Hirshhorn Museum and Sculpture Garden, Smithsonian Institution, Washington.

/* LINEA 3: CORRESPONDENCIA */
Finales de septiembre de 1906
Picasso, Derain y el primitivismo
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Una epístola del 7 de marzo de 1906 escrita por Derain y dirigida a Maurice de Vlaminck recoge las impresiones que sobre el pintor provocaron las colecciones antropológicas del British Museum1. No hay constancia de cuándo se conocieron Picasso y Derain pero sí que sabían el uno del otro por mediación de sus amigos comunes. A partir del otoño de 1906, su relación se afianza, dando lugar a una influencia mutua2, lo que pone de manifiesto cómo el primitivismo (y la figura de artistas como Gauguin y Cézanne) se encuentra presente en la atmósfera artística en la que se mueve Picasso. Edward F. Fry3 descubre en Derain a uno de los primeros coleccionistas de arte africano, de tal modo que Derain es considerado una de las figuras pioneras en poner en valor el denominado arte negro.

André Derain circa 1903. Anónimo. En dominio público. Wikimedia Commons.

DATOS

FRY, Edward F., «Cubism 1907-1908: An Early Eyewitness Account», The Art Bulletin, vol. 48, n. 1, 1966, pág. 73.

«Burgess' photographs document, finally, yet another facet of this seminal moment in early twentieth century art, namely the beginnings of a new conception of sculpture. In one of the two photographs of Andre Derain, taken at the artist's studio, appear several of Derain's early sculptures, jumbled together in a corner (Fig. 4).51 In the history of modem sculpture, these works occupy a place of the greatest importance as probably the first attempt to supercede both the classical figure style of nineteenth century academic tradition and the pictorial, anti-volumetric tendencies in much of the work of Rodin. These 1907 sculptures of Derain precede by almost a year Brancusi's own reaction against Rodinesque modeling; only Picasso's similarly revolutionary wood carvings may claim comparable priority […] In Picasso's case, this new departure also owed much to a study of African, Oceanic, and Iberian sculpture; Derain's works at this time, however, are often more nearly a direct restatement of Gauguin's ideas, despite the fact that Derain himself was among the earliest collectors of African sculpture. Thus, in Burgess' photograph Derain holds in his lap the cylindrical sculpture of a cat, a conception which in itself reveals his indebtedness to Gauguin's cylinders.

At least one of the sculptures photographed in Derain's studio, the standing nude, still survives. Another, beneath this standing nude in Burgess' photograph, is either identical with, or extremely similar to, the widely reproduced Crouching Man. Works in stone such as the Crouching Man were all done at Chatou, near Paris, by October of 1907, the date when the standing female nude, last of the series, was completed. Many of the smaller pieces, including the Crouching Man, were cut from single blocks of building stone appropriated from the front steps of the Derain family house. This relatively neglected side of Derain's (and Picasso's) work during 1907 nevertheless marks a departure for early twentieth century sculpture as fundamental as does that of the Demoiselles d'Avignon for painting. We are thus all the more indebted to Burgess' first-hand account, which provides us with an authentic cross-section of a critical moment in the history of modern art».

STEIN, Gertrude. Autorretrato de Alice B. Toklas. Barcelona: Lumen, 2014, pág. 70.

«Pablo y Fernande irían a España, ella por vez primera, y tenía que comprar un vestido, un sombrero, perfumes y una cocina. En aquel tiempo todas las francesas, cuando iban a otro país, llevaban consigo una cocina de petróleo francesa para guisar. A lo mejor todavía lo hacen. Se la llevaban fueran a donde fueran. Las francesas que viajaban siempre debían pagar por exceso de equipaje. Los Matisse habían regresado y tuvieron que conocer a los Picasso y ambas parejas tuvieron que mostrarse felices de conocerse, pero en el fondo no simpatizaron. De esta forma Derain conoció a Picasso, y con Derain vino Braque» (pág. 70).

«En aquel tiempo la escultura negra era bien conocida entre los buscadores de curiosidades, pero no entre los artistas. Puedo asegurar que no sé quién fue el primero en advertir las posibilidades que ofrecía a los artistas modernos. Quizá fuera Maillol, que procedía de la región de Perpiñán y conoció a Matisse en el sur de Francia y le indujo a fijarse en ella. Según la tradición, fue Derain […]» (pág. 82).

RICHARDSON, John. Picasso, una biografía. Vol. I, 1881-1906. Madrid: Alianza Editorial, 1995, pág. 306.

«[…] Picasso no se acordaba de cuándo conoció a Derain (Daix 1977, 69). Se dice que sus caminos se cruzaron en el restaurante de Azon ya en el invierno de 1904 (Giri, 86). Pero, aun cuando no se conocieran, sabían uno del otro por mediación de sus amigos comunes. Derain no estaba casi nunca en París (pasó los veranos de 1905 y 1906 en el Mediterráneo, y el invierno y primavera en Londres), así que él y Picasso no se hicieron amigos íntimos hasta el otoño de 1906. Apollinaire sostenía que «el resultado de esta amistad fue el nacimiento casi inmediato del cubismo» (Trad. inglesa en Breunig, 260), lo que no es en absoluto cierto.».

BLIER, Suzanne Preston. Picasso's Demoiselles: The Untold Origins of a Modern Masterpiece. Duke: Duke University Press, 2019, pág. 43-44.

«Derain and Picasso became very close in the fall 1906, shortly after Derain had travelled to Marseille, where the colonial fair was in full swing and had moved onto rue Tourlaque, near the Bateau-Lavoir. Like Derain, Picasso in Les Demoiselles, used a greatly compressed and simplified composition to bring his figures into close contact, and he used color, gesture, and expression to mark key differences. Derain laid out the narrative quite clearly for viewers. We can almost see the seated golden woman on the right coming to life from the brightly lit shadow-silhouetted ground and the three blue- and the red-hued women in the foreground as they fade into the darker shadows. Picasso instead let each figure identify herself through details of race and era. In the same way that Derain and Matisse imbued the Golden Age setting with rich yellow hues, hints of this color are found in Picasso’s canvas, specifically near the crouching demoiselle’s head.».


1 FUR, Yves le. Picasso primitif [Cat. Exp]. París: Flammarion, 2017, pág. 21.

2 CABANNE, Pierre. El siglo de Picasso. Vol. 1. Madrid: Ministerio de cultura, 1982, pág. 176.

3 FRY, Edward F., «Cubism 1907-1908: An Early Eyewitness Account», The Art Bulletin, vol. 48, n. 1, 1966, pág. 73.

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Al igual que Derain, Matisse advierte en el arte negro una fuente de inspiración. Situada en la rue de Rennes se encontraba una tienda de antigüedades, «Le Père Sauvage»1, en la que Matisse adquiere su primera obra africana, un nkisi vili del Congo. Especifica Gertrude Stein: «En cualquier caso, fue Matisse el primero que recibió la influencia, no tanto en su pintura como en su escultura, de las estatuas africanas, y también fue él quien llamó la atención de Picasso sobre ellas apenas este terminó el retrato de Gertrude Stein»2. A partir de este momento, Picasso tiene contacto directo con la escultura negra.

Escultura Vili. Desconocido. Wikimedia Commons. CC-BY-SA-4.

DATOS

STEIN, Gertrude. Autorretrato de Alice B. Toklas. Barcelona: Lumen, 2014, pág. 82.

«Derain y Braque se convirtieron en discípulos de Picasso unos seis meses después de que Picasso conociera a Matisse por mediación de Gertrude Stein y su hermano. Entretanto Matisse había dado a conocer a Picasso la escultura negra.

[…] También es muy posible que fuera el propio Matisse, porque durante muchos años hubo en la rue de Rennes una tienda de curiosidades en cuyo escaparate había siempre montones de objetos como esos y Matisse recorría a menudo la calle para ir a sus clases de dibujo.

En cualquier caso, fue Matisse el primero que recibió la influencia, no tanto en su pintura como en su escultura, de las estatuas africanas, y también fue él quien llamó la atención de Picasso sobre ellas apenas este terminó el retrato de Gertrude Stein».

PENNISI, Nadeen. «Picasso and Africa: How African Art Influenced Pablo Picasso and His Work». Disponible en: Google Académico [última consulta: 04/08/2020].

«Picasso and Matisse would develop an intense rivalry and close friendship. It is this rivalry that drove Picasso to seek out new ways to dethrone Matisse as the king of Parisian avant-garde. Ironically, it is Matisse that first introduced Picasso to African art. Picasso will eventually use the concepts of African art to surpass Matisse and create a new form of artistic expression in Europe (Cowling 11).

Matisse has told the story of his purchase of a Vili figurine (from the Democratic Republic of Congo) (Figure 1) in the autumn of 1906 and the introduction of the piece to Picasso. He purchased the figurine from Emile Heymann, a supplier of “curiosities and weapons of savages”. Emile Heymann was familiarly called “le negrier de la rue de Rennes” and was the first and, for a while, the only dealer in Paris of African Art (brought back by army officers and settlers) (Grimaldi 378). Later that evening, at one of Gertrude Stein’s weekly gatherings, Matisse showed Picasso his newly acquired piece, the first Picasso had ever seen. Matisse said that Picasso was “very impressed” by the sculpture and added, “We talked a long time about it and this was the beginning of all our interest in Negro art-interest which we have more or less shown in our paintings” Gertrude Stein would later write about that introduction in her book The Autobiography of Alice B. Tolkas (1913) (Goldwater 145). Max Jacob, a French writer who was also present recounted the following:

Matisse took a wooden statuette off a table and showed it to Picasso. Picasso held it in his hands all evening. The next morning when I came to his studio the floor was strewn with sheets of drawing paper. Each sheet had virtually the same drawing on it, a big woman’s face with a single eye, a nose too long that merged into a mouth, a lock of hair on one shoulder … Cubism was born (Huffington 90).

Not only was Picasso impressed by the sculpture, but it also helped him to solve a dilemma he had with an unfinished portrait of Gertrude Stein. In 1905, Gertrude Stein sat ninety times for the portrait. Uninspired and dissatisfied, Picasso finally erased her face. It was not until months later that he returned to the painting. In 1906, newly inspired by the Congolese sculpture that Matisse had shown him, he painted Gertrude’s face without her being present with African mask-like features».

COHEN, Joshua I. «Fauve Masks: Rethinking Modern “Primitivist” Uses of African and Oceanic Art», 1905–8. The Art Bulletin, vol. 99, n. 2, 2017, 136–165. doi:10.1080/00043079.2017.1252241 

«Henri Matisse, by his own account, came to art nègre “directly” (read: without encouragement from other artists). But this was not entirely true. Through Derain’s letters from London, Matisse had learned of his colleague’s multiple visits to the British Museum in March and April 1906, and the following episode must have transpired in October of that year:

I very often passed by the rue de Rennes, in front of the shop of a seller of exotic curios chez le père Sauvage, and so I would look at the different trifles that were in the window. There was an entire corner of little wooden statues of Negro origin. I was surprised to see how these were conceived from the point of view of sculptural language, how it was close to the Egyptians. That is to say that when compared to European sculpture, which always took its point of departure from musculature and started from the description of the object, these black statues had been fashioned after the material, according to invented planes and proportions.

I often used to look at them, stopping each time I went past, but I did not at all have the intention to buy anything, and then one fine day I went inside and I bought one: 50 Francs.

I went to Gertrude Stein’s place on the rue de Fleurus. I showed her the statue. Picasso arrived. We talked. That’s when Picasso first noticed black sculpture. That’s why Gertrude Stein speaks of it.

Because Matisse worked very closely with Derain, but not as much with Vlaminck, Matisse may have been unaware of Vlaminck’s experience at Argenteuil followed by his acquisition of the Fang mask. Matisse in his account credits Derain with finding the mask, which he says became “somewhat the interest of the group of advanced painters.”71 Matisse therefore encountered the Fang mask by way of Derain, while his own collecting and investigations began with the wooden statuette described in his account: a Kongo-Vili power figure from present-day Republic of Congo».

BIRO, Yaëlle. «African arts between curios, antiquities, and avant-garde at the Maison Brummer, Paris (1908-1914)». Journal of Art Historiography, 2015, vol. 12, pág. 12.

«There, Brummer met German artist Hans Purrmann who in turn, helped him enter the Académie Matisse in 1908. One could suppose that it was in Matisse’s classes that Brummer was introduced to African art. Matisse’s purchase of a Vili figure from the Congo in 1906, from the vendor of ‘curios’ Emile Heymann located on the Rue de Rennes has been widely discussed».

HUMMER, Madison. The Appropriation of African Objects in Pablo Picasso’s Les Demoiselles d’Avignon [Tesis doctoral]. Trinity College, 2018, pág. 19. Disponible en: https://digitalrepository.trincoll.edu/cgi/viewcontent.cgi?article=1760&context=theses [última consulta: 04/08/2020].

«In the fall, on his way to visit Gertrude Stein, Matisse bought his first African object from Emile Heymann’s exotic curiosities shop on the rue de Rennes. He brought the nkisi sculpture back to Stein’s apartment, where Picasso was intrigued by “les yeux de porcelain de la statuette et leur expression ‘magique’”. In the transcript of Pierre Courthion’s interview with Matisse in 1941, the artist recalls the purchase:

“I frequently walked through the Rue de Rennes past a curio ship owned by a merchant of curiosities called ‘chez le Pere Sauvage; and saw a variety of things in the window. There was a whole corner of little wooden statues, of Negro origin. I was astonished to see how they were conceived from the point of view of sculptural language; how it was close to the Egyptians…these Negro statues were made in terms of their material, according to invented planes and proportions. I often used to look at them, stopping each time I passed by, but without any intention at all of buying anything, and then one fine day I went in and bought one for fifty francs. I went to Gertrude Stein’s apartment on the Rue de Fleurus. I showed her the statue, then Picasso came by, and we chatted. That was when Picasso began aware of African sculpture”.

Matisse’s statuette can be attributed to the Vili tribe in the Congo. Nkisi figurines are often referenced in the Western world as “fetish” figures due to their reputation for magical abilities and the subsequent devotion they inspire. “Fetish”, however, is an entirely European term used to generally classify an expanse of minkisi (plural of nkisi) over a variety of tribes. Minkisi are both spirit and object; they are tools for healing, preservation, and good fortune, but also contain “a hiding place for people’s souls”».

CABANNE, Pierre. El siglo de Picasso. Vol. 1. Madrid: Ministerio de cultura, 1982, pág. 176.

«Por más que Picasso haya afirmado repetidamente que hasta aquel momento no conocía la escultura africana, esto parece poco verosímil. Muy probablemente había visto las máscaras y estatuillas que poseían Braque, Derain, Vlaminck y Matisse, y las que algunos chamarileros exponían a la venta (particularmente Heyman, en la calle Rennes, donde Matisse había adquirido casi todas las suyas) […].

Max Jacob ha relatado así una velada en casa de Matisse, donde había cenado junto con Apollinaire, Salmon y Picasso: “Matisse tomó de encima de un mueble una estatuilla de madera negra y se la mostró a Picasso, quien la conservó en su mano todo el tiempo. A la mañana siguiente, cuando llegué a su taller, el suelo estaba cubierto de pliegos de papel Ingres, en cada hoja un gran dibujo, casi idéntico: una cara de mujer con un solo ojo, una nariz demasiado larga confundida con la boca y un mechón de pelo cayendo sobre el hombro. Había nacido el Cubismo».

KAHNWEILER, Daniel-Henry. «L'art nègre et le cubisme». Présence africaine, 1948, no. 3.

«L'intelligence de Matisse, sa sensibilité aiguë, étaient capables d'apprécier ces sculptures à leur juste valeur; mais ni sa peinture, ni sa sculpture ne portent la trace de cette admiration. Ses œuvres s'expliquent sans recours à autre chose que la tradition européenne. L'aspect «primitif» de certaines œuvres de Derain rattache celles-ci à Gauguin - ou à l'art gothique un peu plus tard -, non aux artistes noirs. Quant à Vlaminck, l'aspect « barbare » de quelques-uns de ses tableaux - telles les « Baigneuses » de 1909 - dénote bien l'influence de l'apparence des sculptures africaines, mais non point la compréhension de leur esprit.» (pág. 367)

«Matisse me faisait remarquer un jour, en me montrant une « femme assise » de sa collection, que l'anus de cette femme, caché par le siège, était figuré sous la chaise. La sculpture nègre montre les choses avec le minimum de moyens, Son modelé est simplifié à l’extrême, supprime tout ce qui n'est pas essentiel. L'unité de chaque sculpture est entière, chaque partie étant soumise strictement à l'ensemble.» (pág. 369)

HERSAK, Dunja. “There are Many Kongo Worlds: Particularities of Magico-Religious Beliefs Among the Vili and Yombe of Congo-Brazzaville”. Africa (London. 1928), 2001-11, Vol.71 (4), pág. 615. Disponible en: https://exchange.umma.umich.edu/system/local_files/files/000/000/217/original/Hersak__There_are_Many_Kongo_Worlds.pdf?1490884608 [última consulta: 08/08/2020].

«In an effort to deal with terminology and classification relating to particular African phenomena, which may be difficult to define or contentious in Western languages (e.g. 'fetish'), the reliance on vernacular terminology may provide solutions and 'authentications' (e.g. nkisi). But, in the case of a vast region such as that of the Kongo, it may also embroil us in further complexities if not sufficiently culture-- and time-specific. This I was to learn first-hand during the course of my fieldwork as I set out with what I thought were some valid working definitions of key Kikongo terms relating to the contextual framework of magical objects. Nkisi was the major and most baffling notion to reckon with, which I continued to test and retest throughout my prolonged stay in the Congo. But there were other terms whose definitions and variables, sometimes too subtly dispersed throughout the literature, came into focus only during the field experience. Hence Nkondi, an equally recurrent generic label in the literature, especially associated with nail figures (e.g. see Beumers and Koloss, 1992: 311), was not recognised as such by my informants in the manner reported by Mulinda (1985: 209) for the coastal Woyo in ex-Zaire and noted by MacGaffey and Harris (1993: 72). Nkulu, the word for ancestor, assumed connotations entirely different from those among the Mpangu documented by Father Van Wing, for example (1938: 16), or other studied groups in Lower Congo-Kinshasa (MacGaffey, Janzen, Thompson and others). Simbi and nkita nature spirits, important among many other Kongo groups (MacGaffey, 1986: 75), were also not known, as already pointed out by Frank Hagenbucher-Sacripanti (1992: 44). In testing out these and other terms people generally looked at me somewhat puzzled and asked which 'patois' I was speaking.».

VIATTE, Germain. “Primitivisme et art moderne”. Le Débat, 2007, Vol.147 (5), pág. xx.

«La révélation conceptualisée de l’« art nègre » survient alors que Picasso a fait, sur le plan de l’expérience formelle, une grande partie du chemin, mêlant, plus que ses amis, « à des effets de simplification archaïques d’autres extraits d’œuvres qu’ils jugent en rupture avec le classicisme chez Ingres, Gauguin ou Cézanne «Pierre Daix, Picasso l’Africain, Genève, musée Barbier-Mueller,…» ». Les Demoiselles d’Avignon sont le résultat de ce syncrétisme et, pour attester une influence directe, il faut mener l’enquête sur des points extrêmement précis, comme l’influence qu’a pu exercer le regard vide de telle statue vili, acquise par Matisse à l’automne 1906, qui n’apparaît que comme bibelot d’appoint dans sa Nature morte à la statuette (1907) et qui a pu conduire aux orbites noires de la toile de Picasso Homme, femme et enfant du début de 1907 (musée de Bâle). L’histoire de l’art pourra poursuivre ce jeu, de période en période, attestant de l’intelligence de Picasso dans son élaboration d’un art multiforme et savant et de sa propre liberté vis-à-vis de références multiples.».

FUR, Yves le. Picasso primitif [Cat. Exp]. París: Flammarion, 2017, pág. 23.

«Henri Matisse achète sa première œuvre africaine, un nkisi vili du Congo, à la boutique de curiosités Le Père Sauvage d’ Émile Heymann, rue de Rennes. Il se rend ensuite chez Gertrude Stein et y trouve Picasso qui sera impressionné par les yeux de porcelaine de la statuette et leur expression « magique ». Ils font écho aux yeux noirs de portraits de Gósol.».

«Il y avait tout un coin de petites statues en bois d’origine nègre. J’étais étonné de voir comment c’était conçu au point de vue du langage sculptural, comme c’était très près des Égyptiens. C’est-à-dire que, comparativement aux sculptures européennes qui dépendent toujours du muscle, de la description de l'objet d'abord, ces statues nègres étaient faites d’après la matière, selon des plans et des proportions inventés.» (Henri Matisse, entretien avec Pierre Courthion, 1941).


1 COHEN, Joshua I. «Fauve Masks: Rethinking Modern “Primitivist” Uses of African and Oceanic Art», 1905–8. The Art Bulletin, vol. 99, n. 2, 2017, 136–165. doi:10.1080/00043079.2017.1252241;

FUR, Yves le. Picasso primitif [Cat. Exp]. París: Flammarion, 2017, pág. 23.

2 STEIN, Gertrude. Autobiografía de Alice B. Toklas. Barcelona: Lumen, 2014, pág. 82.

/* LINEA 4: OBRAS */
Otoño 1906
Mujer Sentada
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Mujer Sentada (Óleo sobre tela, 151 x 100 cm / Praga, Narodní Galeri, antigua colección Ambroise Vollard – Cat. 14; Z. I, 373; D.-B. XVI, 25)

Mujer sentada. Pablo Picasso (1881-1973). París, invierno de 1906. Óleo sobre tela, 151 x 100 cm. Praga, Národní Galerie, antigua colección Ambroise Vollard. © Praga, Národní Galerie. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

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Desnudo sentado y desnudo de pie Carboncillo sobre papel, 67 x 48 cm / Filadelfia, The Philadelphia Museum of Art, colección Louise y Walter Arensberg – Cat. 15; Z. I, 368; D.-B. XVI, 17)

Desnudo sentado y desnudo de pie. Pablo Picasso (1881-1973). París, invierno de 1906. Carboncillo sobre papel, 67 x 48 cm. Filadelfia, The Philadelphia Museum of Art, colección Louise y Walter Arensberg. © Filadelfia, The Philadelphia Museum of Art. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020

Otoño 1906
Estudios
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Estudios (Tinta china sobre papel, 48 x 31,9 cm / París, Musée Picasso – Cat. 16; MP 528 R)

Estudios. Pablo Picasso (1881-1973). París, invierno de 1906. Tinta china sobre papel, 48 x 31,9 cm. París, Musée Picasso. © París, Musée Picasso. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

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Cuatro desnudos en un interior (Lápiz negro sobre pergamino, 13 x 20 cm / E.U.A., Foundation David H. Cogan – Cat. 18; Z. XXII, 461; D.-B. XVI, 20)

Cuatro desnudos en un interior. Pablo Picasso (1881-1973). París, finales de 1906. Lápiz negro sobre pergamino, 13 x 20 cm. E.U.A., Foundation David H. Cogan. © E.U.A., Foundation David H. Cogan. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

Otoño 1906
Tres desnudos
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Tres desnudos (Óleo sobre tela, 20 x 30 cm / Merion, The Barnes Foundation, antigua colección Kahnweiler – Cat. 17; Á.F.K. nº 146, á.n. n.º 277, p. 14; Z. I, 349; D.- B. XVI, 32)

Tres desnudos. Pablo Picasso (1881-1973). París, finales de 1906. Óleo sobre tela, 20 x 30 cm. Merion, The Barnes Foundation, antigua colección Kahnweiler. © Merion, The Barnes Foundation. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

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Dos mujeres desnudas (Óleo sobre tela, 151,3 x 93 cm / Nueva York, The Museum of Modern Art, donación de G. David Thompson, en honor de Alfred Barr, jr. – Cat. 19; Z. I, 366; D.-B. XVI, 15)

Dos mujeres desnudas. Pablo Picasso (1881-1973). París, finales de 1906. Óleo sobre tela, 151,3 x 93 cm. Nueva York, The Museum of Modern Art, donación de G. David Thompson. © Nueva York, The Museum of Modern Art. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

/* LINEA 5: ALBUM */
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ÁLBUM 1. 60 dibujos. Otoño de 1906.Presenta estudios de desnudos femeninos y de rostros. Las características formales de las figuras son afines al estilo desarrollado por el artista durante su estancia en Gósol (verano de 1906). El conjunto de dibujos certifica su interés por explorar el volumen de los cuerpos y los rostros, combinando las siluetas curvilíneas con un sombreado “naturalista”. La influencia de la escultura ibérica se manifiesta en la estructura de los rostros mediante los siguientes elementos: el arabesco que conecta el tabique nasal con las cejas y la oreja izquierda sobredimensionada

Álbum 1. 16R. París, Musée Picasso. © París, Musée Picasso © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

/*******************************/ /******** 1.ANUNCIO invierno 1906-07 *****/


Invierno
1906—1907

/*******************************/ /******** 1.periodo invierno 1906-07 *****/

Invierno 1906/07: enero → febrero

/* LINEA 1: PRODUCCION ARTÍSTICA */
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Realiza la obra Dos mujeres desnudas ejemplificando las figuras monumentales de carnes ocres sobre fondos jus de pipe. Tras este lienzo, Picasso trata otros desnudos deformes, poniendo como punto principal la existencia de volúmenes geométricos hieráticos y rostros con reminiscencias tanto preibéricas como románicas y la influencia de Las bañistas de Cézanne.

Dos mujeres desnudas. Pablo Picasso. 1906. © Museum of Modern Art, Nueva York; Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

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Comienza a trabajar en Les demoiselles d’Avignon (Baldassari, Cowling, Laugier & Monod-Fontaine 2002, p. 363)

Álbum 2. 32R. París, Musée Picasso. © París, Musée Picasso © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

/* LINEA 2: BIOS -- */
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En febrero de 1907, Picasso se encuentra totalmente imbuido por el trabajo de Les Demoiselles d’Avignon1. Es tal su compromiso con el proyecto que está desarrollando, que necesita un nuevo espacio en el que poder trabajar en soledad, aislado incluso de Fernande. Las circunstancias propician que Picasso pueda adquirir un segundo estudio en el Bateau-Lavoir, justo debajo del primero2, gracias al pago que le hace Vollard por varias de sus obras —un total de 3.900 francos dividido en dos pagos3—, además de un pequeño préstamo concedido por Leo y Gertrude Stein4.

Le Bateau-Lavoir, circa 1910. Anónimo. En dominio público. Wikimedia Commons.

DATOS

SALMON, André. «Histoire anecdotique du cubisme»; en ANTLIFF, Mark y LEIGHTEN, Patricia (eds.), A Cubism Reader: Documents and Criticism, 1906-1914. Chicago: The University Press of Chicago, 2008: pág. 358.

«Nevertheless, Picasso felt some anxiety. He turned his canvases to the wall and threw away his paintbrushes.

For many long days and just as many nights, he drew, concretizing the abstract and reducing the concrete to the essential. Never has labor been compensated with fewer joys, and it was without the youthful enthusiasm of the recent past that Picasso tackled a large canvas, which was to be the first application of his studies.».

VALLENTIN, Antonina. Picasso. Nueva York: Doubleday & Co., 1963, pág. 81.

«He stuffed the bank notes paid to him in a wallet until it became so crammed he did not dare leave it at home, but carried it about on his person in an inner pocket secured with a safety-pin. But affluence was bought at a price: he loathed parting with his own pictures. 'Picasso was always distraught at having to sell his paintings,' reports Fernande.».

O’BRIAN, Patrick. Picasso: A Biography. W. W. Norton & Company, 1994, pág. 143-144.

«Picasso liked to have money, there is no doubt about that, and he liked to keep it; but what sets him apart from most men in this respect is the fact that getting it did not fill him with elation. He found the whole business exhausting, particularly if it was accompanied by bargaining; but much more than that, he hated parting with his pictures. This was one of the very few things that stopped him working: the deep depression would not lift for days. He loved his pictures, and he loved painting them - could not conceive painting without love. Once, when he was very poor, Vollard passed on an order for a replica of “L’Enfant au pigeon” –“Picasso looked at me in surprise. ‘But I should have no pleasure in copying my own work, and how do you suppose I could paint without enjoyment?’”».

RICHARDSON, John. Picasso, una biografía. Vol. II, 1907-1917. Madrid: Alianza Editorial, 1997, pág. 17.

«El trabajo en las Demoiselles condenó a un Picasso de veinticinco años a una vida de reclusión. Aunque sus amigos simpatizaban con sus aspiraciones, ninguno de ellos fue capaz de comprender la forma pictórica que dichas aspiraciones cobraron. Cuando dejó que Salmon, Apollinaire y Jacob vieran la pintura, los tres quedaron desconcertados y se refugiaron en un embarazoso silencio o en el más tibio de los elogios. Como resultado, el grupo de amigos, cuyo apoyo era vital para Picasso, dejó de reunirse temporalmente. Uno de los escasos visitantes a quien dio la bienvenida en su estudio fue el marchante Ambroise Vollard, que apareció el 4 de febrero y le compró la mayoría de las obras de los periodos azul y rosa que no había adquirido el año anterior. Dado que Picasso aún esperaba conseguir un contrato con Vollard –el marchante a quien siempre tendría en más alta consideración- aceptó un pago al contado de 1.400 francos; el resto, hasta 2.500, lo recibiría en un plazo de seis meses [Un recibo de Picasso en los Archivos Vollard -11 pinturas por 1.100 francos- lleva fecha del 14 de septiembre de 1907. Doy especialmente las gracias a Gerrard White por llamar mi atención sobre la existencia de este documento]. Gracias a las recientes adquisiciones de Leo y Gertrude Stein, Picasso y Fernande tendrían dinero suficiente para vivir sin apuros. Gertrude estaba trabajando en un ambicioso y decisivo proyecto –The Making of Americans, una tediosa Bildungsroman- y estaba dispuesta a ser caritativa.».

RABINOW, R. A. et al. Cézanne to Picasso: Ambroise Vollard, Patron of the Avant-garde [Cat. Exp.]. Nueva York: Metropolitan Museum of Art, 2006.

«”Vollard venu.” Postcard from Picasso to Gertrude Stein, February 4, 1907: Archives, Musée Picasso; published in G. Stein-Picasso 2005, p. 41, no. 7.» (pág. 116)

«February 13, 1907. Pays Picasso 2,500 francs for a group of paintings and drawings. [158]» (pág. 282)


1 SALMON, André. «Histoire anecdotique du cubisme»; en ANTLIFF, Mark y LEIGHTEN, Patricia (eds.), A Cubism Reader: Documents and Criticism, 1906-1914. Chicago: The University Press of Chicago, 2008: pág. 357-369.

2 RICHARDSON, John. Picasso, una biografía. Vol. II, 1907-1917. Madrid: Alianza Editorial, 1997, pág. 17.

3 RABINOW, R. A. et al. Cézanne to Picasso: Ambroise Vollard, Patron of the Avant-garde [Cat. Exp.]. Nueva York: Metropolitan Museum of Art, 2006, pág. 282

4 RICHARDSON, John. Picasso, una biografía. Vol. II, 1907-1917. Madrid: Alianza Editorial, 1997, pág. 17.

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El 27 de febrero de 1907, Apollinaire, junto a otros invitados, contempla una nueva obra de Picasso. Richardson señala que podría tratarse de «algunos de los primeros estudios de las Demoiselles»1; otros, como Peter Read2, dudan que la obra visionada tuviese relación directa con esta obra. De cualquier modo, la obra presenta un lenguaje formal sin precedentes. Apollinaire escribe entusiasmado: «Maravilloso lenguaje al que ninguna literatura puede hacer justicia, pues nuestras palabras están predestinadas. ¡Ay de mí!»3.

Photograph of Guillaume Apollinaire soldier in spring 1916 after his shrapnel wound to the temple. Anónimo. 1916. Instituto Nacional de Ossolinski, Polonia. En dominio público. Wikipedia.

DATOS

CLERBOIS, Sébastien. «Apollinaire – Picasso. Les Demoiselles oeuvre clé». Que Vlo-Ve?, Vol. 3, no. 24, 1996, págs. 119-122.

«Et c'est le cas pour Apollinaire, qui fut condamné pour son silence. À côté du «verbiage»1 de Pierre Cabanne, l'on connaît aussi les tirades de Roland Penrose. «Apollinaire ne l'a jamais évoquée [Les Demoiselles] [...] Le15 avril [1907], il quitte Le Vésinet pour venir habiter rue Léonie aujourd'hui rue Henner. D'une heure par le train, il n'est plus désormais qu'à dix minutes à pied du Bateau-lavoir, ce qui resserre encore son intimité avec Pablo. Son silence est une désapprobation». La même question est posée dans le catalogue de l'exposition consacrée aux Demoiselles: «Comment interpréter l'étonnant silence d'Apollinaire sur les Demoiselles? |...] Est-ce la discrétion qui lui commande en 1907 de se taire, lorsque vraisemblablement il découvre le tableau dans le domaine privé de l'atelier? Ou est-ce un désaveu?».

KRASICKA, Natalia. Apollinaire devant Picasso et le cubisme.Universidad de Varsovia, Instituto de Estudios Romanos, 2002, pág. 23.

«La grande amitié qui lie Apollinaire et Picasso n'empêche en rien la divergence de leurs opinions sur l'art, qui ne sont pas toujours les mêmes. Aussi, Apollinaire devient-il silencieux au moment où commence à naître la nouvelle peinture de son ami. En effet, il ne parle jamais, même dans ses Peintres cubistes en 1913, de la toile qui a contribué, dans une mesure aussi importante, à révolutionner l'art mondial. Comme si le primitivisme exacerbé des Demoiselles d'Avignon le choquait trop et comme s'il ne s'y était jamais habitué. Les critiques paraissent être d'accord dans l'interprétation des réticences du poète à l'égard de cette oeuvre, sauf Michel Décaudin qui écrit que „les affirmations selon lesquelles Apollinaire n'aurait rien compris à la révolution picturale opérée par Picasso en 1907 et aux Demoiselles d'Avignon sont fausses”, et qui cite, en guise d'illustration de son opinion, une phrase du cahier intime d'Apollinaire portant la date du 27 février 1907 et se rapportant aux Demoiselles: „Admirable langage que nulle littérature ne peut indiquer, car nos mots sont faits d'avance. Hélas!” ».

RICHARDSON, John. Picasso, una biografía. Vol. II, 1907-1917. Madrid: Alianza Editorial, 1997, pág. 20-21.

«Apollinaire siguió frecuentando el Bateau Lavoir, pero ya no fue capaz de seguir a Picasso en su gran paso adelante. Al pintor se le había quedado pequeño el traje de Arlequin Trimégiste que Apollinaire había diseñado para él durante el período rosa. Una anotación del 27 de febrero de 1907 en el diario del poeta indica la medida de su desconcierto: «Noche, cena con Picasso, veo su nueva pintura; colores uniformes, rosas de flores, de carne, etc., cabezas de mujeres similares y simples cabezas de hombres también. Maravilloso lenguaje al que ninguna literatura puede hacer justicia, pues nuestras palabras están predestinadas. ¡Ay de mí!» [Guillaume Apollinaire, Guillaume Apollinaire: Journal Intime, 1898-1918, ed. Michel Décaudin (París: Limon, 1991), 42. La anotación lleva fecha de 27 de febrero de 1907] Apollinaire debió contemplar alguno de los primeros estudios de las Demoiselles, pero no la gran pintura, que todavía no se había materializado. Casi con total seguridad le acompañaba Géry Pieret, un joven rufián belga, a quien a veces hacía pasar por su secretario. Ese mismo mes, Pieret había anunciado que al día siguiente (4 de febrero) partía hacia París desde Bruselas; Apollinaire le encontraría en la estación con un «trousseau» de seis cuellos almidonados, una camisa y unos pantalones, «raflé» (afanado) del ropero de su hermano [Stallano, 15. Debo dar las gracias a Peter Read por haberme facilitado estas indormaciones].».

BLIER, Suzanne Preston. Picasso's Demoiselles: The Untold Origins of a Modern Masterpiece. Duke: Duke University Press, 2019, pág. 59.

«Even with the two men present, it is the dominant pink that stands out most strikingly. The very flushness of the hues almost washes out other details of the work. Indeed, as Picasso’s good friend, writer, critic, and bibliophile Guillaume Apollinaire writes in a February 27, 1907, notebook entry, “Evening, dinner with Picasso, saw his new painting: even colors, pinks of flowers, of flesh, etc. women’s heads similar and simple heads of men too. Wonderful language that no literature can express, for our words are already made. Alas.” [17] The date of this entry is an important as is the lack of clarity as to whether Apollinaire had seen the canvas itself or the above pink study for it. Most likely, as we will see, he had seen the latter.».

READ, Peter. Picasso and Apollinaire: The Persistence of Memory. California: University of California Press, 2008, pág. 73-74.

«Apollinaire, in one of his private journals, published in 1991, recorded on the page for 27 February 1907 his reaction to events of the preceding day: “Evening, dinner at Picasso’s, saw his new style of painting: even colors, flesh and rose-colored pinks, etc., women’s heads, the same and simple, and men’s head too. Admirable language that no literature can express, for our words are made in advance. Alas!” [5]

So Apollinaire saw and loved Picasso’s latest paintings, but which ones exactly? Picasso began Les Demoiselles d’Avignon early in 1907. Apollinaire’s description suggests that on 26 February he saw the series of male and female heads, painted during the winter of 1906-7, which form part of the extensive campaign of groundbreaking preliminary sketches for Les Demoiselles. They included the oil paintings Head and Shoulders of a Woman (Z II**, 618) (fig. 27), Head and Shoulders of a Sailor (Z II*, 6) (fig. 28), and Head of a Woman (Z XXVI, 1). [6] These beautiful faces have pure and simplified features, influenced by Romanesque art, with flatly rendered surfaces, dominated by shades of pink. The women have large, oval eyes that resemble those of the female Iberian head Picasso had acquired, whereas the sailor’s eye and downcast, as if he is rolling a cigarette. The women’s hair is stylishly held back with a ribbon, modernizing their appearance.».


1 RICHARDSON, John. Picasso, una biografía. Vol. II, 1907-1917. Madrid: Alianza Editorial, 1997, pág. 20-21.

2 El autor propone como posibles obras: Cabeza y hombros de mujer (Zervos, IIb: 618), Cabeza y hombros de marinero (Zervos, IIa: 6) y Cabeza de mujer (Zervos, XXVI: 1). READ, Peter. Picasso and Apollinaire: The Persistence of Memory. California: University of California Press, 2008, pág. 73-74.

3 RICHARDSON, John. Picasso, una biografía. Vol. II, 1907-1917. Madrid: Alianza Editorial, 1997, pág. 20-21.

/* LINEA 3: CORRESPONDENCIA */
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Detiene la pintura, optando por llenar los cuadernos con estudios como Cuatro desnudos en un interior (Zervos XXII, 461) para una composición multifigura sobre el tema del «burdel», que culminará en Les demoiselles d’Avignon, la obra que lo confirmará como un innovador revolucionario que ha asumido su posición de maestro moderno en la escena mundial.

Desnudo recostado. Pablo Picasso. 1906. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

Enero-febrero 1907
Picasso elude las modelos
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«Claro que no..., era en el taller de la calle Ravignan, exactamente así, sin modelo, trabajando hasta que salía... Desde Gósol no utilizaba modelo. Y justamente en aquel momento yo trabajaba completamente alejado de todo modelo. Lo que yo buscaba era algo muy diferente...»1. Con estas palabras, Picasso describe a Pierre Daix el método de trabajo que emplea tras su regreso de Gósol, afirmación corroborada en 1908 por el artista cuando es entrevistado por Frank Gelett Burgess2 para la revista Architectural Record: «You ask him if he uses models, and he turns to you a dancing eye. "Where would I get them?" grins Picasso, as he winks at his ultramarine ogresses»3. Sin embargo, autores como Richardson o Blier dudan de la veracidad de estas afirmaciones. Mientras que el primero, basándose en las palabras de Leo Stein, sostiene que probablemente hubo alguna que otra modelo4, la segunda indica que es una práctica común en estos momentos el que los artistas utilicen como referencia revistas y libros ilustrados5.

Pedestal sin modelo. Anónimo. 2020. Pixabay. CC0

DATOS

GELETT BURGESS. «The Wild Men of Paris». Architectural Record 27:5 (Mayo 1910), pág. 408.

«But his studio! If you turn your eyes away from the incredible jumble of junk and dust—from the bottles, rags, paints, palettes, sketches, clothes and food, from the chairs and tables and couches littered with a pell-mell of rubbish and valuables—they alight upon pictures that raise your hair. Picasso is colossal in his audacity. Picasso is the doubly distilled ultimate. His canvases fairly reek with the insolence of youth; they outrage nature, tradition, decency. They are abominable. You ask him if he uses models, and he turns to you a dancing eye. "Where would I get them?" grins Picasso, as he winks at his ultramarine ogresses.».

CABANNE, Pierre. El siglo de Picasso. Vol. 1. Madrid: Ministerio de Cultura, 1982, pág. 180.

«A Pierre Daix, que le preguntaba si sus figures de mujer las había hecho con modelo, el pintor contesta: «Claro que no..., era en el taller de la calle Ravignan, exactamente así, sin modelo, trabajando hasta que salía... Desde Gósol no utilizaba modelo. Y justamente en aquel momento yo trabajaba completamente alejada de todo modelo. Lo que yo buscaba era algo muy diferente...».

RICHARDSON, John. Picasso, una biografía. Vol. II, 1907-1917. Madrid: Alianza Editorial, 1997, pág. 18.

«Los Stein también proporcionaron dinero a Picasso para un segundo estudio en el Bateau Lavoir. Se trataba de una oscura habitación en el piso inferior a su estudio principal [Según Annette Rosenshine, los Stein fueron los responsables de la adquisición del segundo estudio de Picasso. Max Jacob también recordaba que Picasso había alquilado una habitación mal iluminada en el piso inferior a su estudio. Véase Rubin, Seckel y Cousins, 148, n. 1.]: un santuario donde Picasso podía aislarse de todo el mundo, incluida Fernande, y hasta encerrarse con una modelo si era necesario. Una de las posibilidades que se plantean al estudiar los cuadernos de apuntes de las Demoiselles es que Picasso trabajara del natural. Él solía negarlo –probablemente para dejar claro que esos ejercicios ya no le resultaban necesarios-, pero era evidente que le gustaba posar su mirada en algo. «Cuando le preguntes si utiliza modelos, escribió el periodista estadounidense Gelett Burgess en 1908, «él te mira con ojos traviesos. “¿Dónde iba a tenerlas?”, sonríe Picasso, al tiempo que guiña un ojo a sus ogresas ultramarinas» [Burgess, 408]. En efecto, ¿dónde iba a tenerlas? Pese a todo, algunos estudios muestran un estilo más dubitativo, al estilo que caracteriza la obra de Picasso cuando alguien posa para él. Y por el malicioso Leo Stein sabemos que Picasso compartió un par de veces una de sus modelos: «Pero [Picasso] no pudo hacer nada con ella; los escasos dibujos que realizó no se parecen, por así decirlo, a la modelo» [Leo Stein, 174]. Los dibujos para el marinero y detalles de su tafetán y su acollador parecen haber sido tomados del natural [Otra posibilidad es que Picasso trabajara a partir de fotografías, como hacía Matisse por entonces, concretamente a partir de estudios de desnudos de L’Étude Académique, una revista para estudiantes de arte publicada entre 1904 y 1908; véase Elizabeth Hutton Turner, «Who is in the brothel of Avignon? A case for context», Artibus et Historiae 9 (1984), 139-157.].».

PODOKSIK, Anatoli. Pablo Picasso. Parkstone International, 2019, pág. xx.

«Picasso, encerrado en su estudio, trabajando durante toda la noche como era su costumbre, obstinadamente se concentraba en aprender de nuevo, cambiando su gusto, reeducando sus sentimientos personales. Existe una explicación del por qué casi todas las obres de 1907 tienen el simple carácter de las aulas: los estudios de desnudos, los tamaños medianos, las Cabezas, las naturalezas muertas; también existe una explicación del por qué toda esta obra “académica” fue producida sin modelos, sólo mediante la imaginación. “En aquella época, trabajaba completamente sin modelos. Lo que buscaba era algo muy diferente”, le escribió Picasso a Daix [60]. Buscaba el poder de la expresión, pero no en el sujeto, el tema o el objeto per se, sino en las líneas, los colores, las formes, las pinceladas y el Trabajo con pincel, tomados desde su propio significado independiente, desde la energía de la escritura pictórica.».


1 Pierre Daix citado en CABANNE, Pierre. El siglo de Picasso. Vol. 1. Madrid: Ministerio de Cultura, 1982, pág. 180.

2 BLIER, Suzanne Preston. Picasso's Demoiselles: The Untold Origins of a Modern Masterpiece. Duke: Duke University Press, 2019, pág. 15.

3 GELETT BURGESS. «The Wild Men of Paris». Architectural Record 27:5 (Mayo 1910), pág. 408.

4 RICHARDSON, John. Picasso, una biografía. Vol. II, 1907-1917. Madrid: Alianza Editorial, 1997, pág. 18.

5 BLIER, Suzanne Preston. Picasso's Demoiselles: The Untold Origins of a Modern Masterpiece. Duke: Duke University Press, 2019, pág. 15.

22 de febrero 1907
Kahnweiler llega a París
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El 22 de febrero de 1907, Kahnweiler se asienta definitivamente en París. Tras varias semanas de búsqueda, instala su comercio en el número 28 de la rue Vignon1. Este se convertirá en unos de los máximos baluartes del arte de vanguardia, y más concretamente del cubismo. A pesar de que las relaciones entre Picasso y Kahnweiler se inician pocos meses después, será en 1912 cuando se convierta en el marchante oficial del artista.

Localización actual de la Galería Kahnweiler. María Ortiz Tello. 2018. CC BY.

DATOS

KAHNWEILER, D.-H., Mis galeristas y mis pintores. Conversaciones con Francis Cremieux. Madrid: Ed. Árdora, 2014, pág. 45.

«¿En qué momento de 1907 volvió usted a Francia?

El 22 de febrero de 1907, exactamente.

[…]

¿Cuándo abrió la galería de la calle Vignon?

No de inmediato, ya que, incluso en aquellos tiempos en que se encontraban pisos y tiendas, hubo que buscar primero. Buscamos, mi mujer y yo, un piso, una pequeña vivienda que encontramos en el número 28 de la calle Théophile-Gautier que, en aquellos tiempos, tenía mucho encanto porque había pocas casas en Auteuil. Desde nuestro pequeño quinto piso todavía se veía toda la rive gauche, la margen izquierda del Sena. A continuación hubo que buscar la tienda. El comercio de cuadros, después de haber estado durante años y años en las calles Le Peletier y Laffitte, estaba en aquella época en pleno desplazamiento hacia los alrededores de la Madeleine. La casa Bernheim-Jeune, que había estado en la calle Laffitte, había abierto una tienda en la esquina del bulevar de la Madeleine y una segunda tienda para la pintura más moderna de la calle Richepance. Félix Fénéon era quien dirigía esta última. Druet, que había estado en el Faubourg Saint-Honoré, se estaba instalando en la calle Royale, y en esta misma zona fue donde encontré, en la calle Vignon número 28, una pequeña tienda. Estaba ocupada por un sastre polaco. Los negocios no debían de irle muy bien; estaba pidiendo a gritos el traspaso».

CABANNE, Pierre. El siglo de Picasso. Vol. 1. Madrid: Ministerio de Cultura, 1982, pág. 193.

«Un joven alemán que había abandonado meses atrás los negocios financieros de la familia para dedicarse al arte abre en París una galería de arte en la calle Vignon, cerca de la Madeleine. Su nombre es Daniel-Henry Kahnweiler. No conoce a muchos pintores, pero sabe lo que le gusta: Cézanne y Gauguin, y en lo que respecta a su nueva profesión, se reconoce dos maestros: Paul Durand-Ruel y Vollard».

RICHARDSON, John. Picasso, una biografía. Vol. II, 1907-1917. Madrid: Alianza Editorial, 1997, pág. 36.

«En febrero de 1907, Kahnweiler volvió a París y alquiló un apartamento. También alquiló un mínimo espacio para galería –una pequeña habitación (4 x 4 metros) en el número 28 de la rue Vignon, cerca de la Madeleine- a un sastre polaco. En el plazo de un mes, alfombró el suelo, cubrió de arpillera las paredes y comenzó a adquirir obras de artistas modernos. Kahnweiler demostró tener un ojo excelente. Cuando se inauguraron los Indépendants el 21 de marzo, compró un dibujo de Matisse y pinturas de Signac, Derain, Vlaminck, Friesz, Camoin y, posiblemente, Braque. En los cuatro meses siguientes acumuló numerosas obras; cada vez que adquiría una, se ponía en contacto con el artista y le ofrecía ser su representante en exclusiva. Este alemán emprendedor era menos avaro que Clovis Sagot, estaba mejor financiado que Berthe Weill y era más culto que cualquiera de los dos, así que muchos de los mejores pintores jóvenes probaron suerte en su galería y acabaron firmando con él. Aunque no era demasiado espléndido y era muy riguroso con las obligaciones contractuales (¿acaso no había estudiado para banquero?), Kahnweiler resultaba refrescantemente honesto. El único pintor que deseó desesperadamente y no consiguió fue Matisse; ya había firmado con la prestigiosa galería Berheim, donde Félix Fénéon, el brillante amigo de Seurat, se encargaba del arte contemporáneo.».

CATTERSON, Lynn. Dealing Art on Both Sides of the Atlantic, 1860-1940. BRILL, 2017, pág. 115.

«Just after the Court d’Appel exonerated Captain Alfred Dreyfus of all charges of German-Jewish espionage, the twenty-three year-old Daniel-Henry Kahnweiler opened his discrete two-room Galerie Kahnweiler at rue Vignon. Strategically close to Berheim-Jeune and the Madeleine, this zone was fast becoming what Kahnweiler called “the commercial art centre”. Following Louis Vauxcelles’ concept of the modern dealer as a rebel independent of the Paris galley hierarchy known as “la bande des requins”, Kahnweiler put his faith in the avant-garde of his generation and they in him, as captured by him being photographed in Picasso’s studio. Zealously he attended the Salon des Artistes Indépendants and began buying the Fauve paintings of André Derain and Maurice Vlaminck, as well as those of Georges Braque and Kees Van Dongen. Intrepidly he exhibited Braque’s early Cubist paintings rejected by the 1908 Salon d’Automne. So avidly did he collect Cubism that by the time Pablo Picasso had painted his Cubist portrait of him during thirty sittings.».


1 KAHNWEILER, D. H., Mis galeristas y mis pintores. Conversaciones con Francis Cremieux. Madrid: Ed. Árdora, 2014, pág. 45.

/* LINEA 4: OBRAS */
/* LINEA 5: ALBUM */
Invierno 1906 - 1907
Álbum 2. 74 dibujos
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Los desnudos femeninos y los rostros se presentan ligeramente más esquemáticos que los del Álbum 1: las formas se alargan, las siluetas se simplifican y los sombreados se desentienden de su labor volumétrica, adquiriendo un sentido propio como recurso expresivo. Incorpora el primer estudio compositivo para Les demoiselles d’Avignon (32R), integrado por siete personajes: cinco femeninos (las prostitutas) y dos masculinos (el marinero y el estudiante de medicina). Alberga los primeros bocetos dedicados al estudio de las disposiciones corporales de las figuras de Les demoiselles d’Avignon. Ejemplos: 32R y 35V.

Álbum 2. 35V. Pablo Picasso. París, Musée Picasso. © París, Musée Picasso © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

/*******************************/ /******** 1.ANUNCIO PRIMAVERA — MARZO ABRIL 1907 *****/


Primavera
1907

/*******************************/ /******** 1 PERIODO: PRIMAVERA — MARZO ABRIL 1907 *****/

Primavera/verano 1907: marzo → julio

/* LINEA 1: PRODUCCION ARTÍSTICA */
Principios de marzo 1907
Les Demoiselles d’Avignon toman forma
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El tema de Les demoiselles d'Avignon se convierte en una escena con cinco mujeres desnudas, acompañadas por un marinero sentado y un estudiante a la izquierda.

Álbum 3. 14V. Pablo Picasso. París, Musée Picasso. © París, Musée Picasso © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

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No vemos consustancial este hito para el desarrollo del Álbum 7

DATOS

AGUIRRE, Mariana. «Ardengo Soffici's The Room of the Mannequins: Primitivism, Classicism and French Modernism», Sincronía. Revista de Filosofía y Letras, no. 71, 2017, pág. 15.

«Picasso’s Les Demoiselles d’Avignon (1907), which Soffici had seen in Paris, was his main source for the exotic primitivism present in the frescoes, especially with respect to the female figures. Besides that, they feature references to cubist collage and to works by Robert Delaunay, Marc Chagall, and Derain, demonstrating his, and by extension, Papini’s close ties to the French scene.21 This synthesis confirms that African art’s influence on French painting was one of many elements that Italian artists and intellectuals grappled with after the turn of the century as they moved away from PostImpressionism and Symbolism, leading towards an indirect primitivism. Though it is clear that Carrà, Boccioni and Soffici could have seen firsthand the same African sculptures that artists based in Paris adapted in their works, the Tuscan artist’s frescoes at Bulciano are an instance of cultural mediation. For instance, rather than presenting the women from Picasso’s Demoiselles as threatening figures, he minimized this aspect by lessening their mask-like features and by placing them within a playful atmosphere recalling classical pastorals».

DEL PUPPO, Alessandro. «From avant-garde to nationalism. Ardengo Soffici as cultural mediator». Cultural mediators in Europe 1750-1950. CEM, Leuven, 2014, pág. 2.

«Soffici was one of the few people who had the choice to observe the Demoiselles d’Avignon during its elaboration.

The memory of Picasso’s masterpiece is clearly evident – even if, of course, with a totally different kind of quality – in this painting of bathers, made in 1911.

Soffici was even an assiduous collaborator for some of the most important Italian cultural review, as “Leonardo” and “La Voce”. There, he presented and discussed the most urgent topics of the late Symbolist poetry and the Post-impressionist painting.

At his return in Florence in 1907, Soffici suddenly became a key figure of Italian avantgarde».

BLIER, Suzanne Preston. Picasso's Demoiselles: The Untold Origins of a Modern Masterpiece. Duke: Duke University Press, 2019, pág. 75.

«A late March 1907 date for Les Demoiselles is corroborated by Wilhelm Uhde’s observation that he had “received a desperate note from Picasso asking me to come see him at once. He was troubled about the new work. [Ambroise] Vollard and [Félix] Fénéon had paid him a visit but had left without understanding a thing.” [Cousins and Seckel 1994, 148] Kahnweiler dates this visit to the same period, observing, “In March 1907 my good friend Wilhelm Uhde... told me he had seen in Picasso’s studio a recent, large painting that he found astonishing." [Cousins and Seckel 1994, 148] While the precise date in March is not indicated, the Italian painter Ardengo Soffici, in a letter dated late March 1907, indicates that he had both seen Picasso and attended the Salon in Paris. In Soffici’s later memoirs, he points out that he saw Les Demoiselles during this late March visit. [Cousins and Seckel 1994, 150].»

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El 27 de abril de 1907, Picasso envía una postal a Leo y Gertrude Stein en la que les invita a conocer su nueva obra. Si bien el artista no especifica de qué obra se trata, se sospecha que pudiera ser un estudio preliminar de uno de los personajes masculinos que formaban parte de la primera concepción de Les Demoiselles1. La importancia de la postal reside en que da una pista de cómo se está configurando la obra en este momento, quedando reflejado en el Álbum 7, donde se registran bocetos de figuras similares2.

DATOS

DAIX, Pierre y ROSSELET, Joan. El cubismo de Picasso, catálogo razonado de la obra pintada, 1907-1916. Barcelona: Blume, 1979, pág. 28.

«John Golding ha sugerido que una postal de Picasso a Leo Stein, del 27 de marzo de 1907, podría indicar la terminación de este primer estado de Las señoritas del carrer Avinyó. He aquí el párrafo supuestamente revelador: “Mis queridos amigos, ¿quieren ustedes venir, mañana domingo, a ver el cuadro?” El descubrimiento en los talleres del artista de Mujer con los brazos levantados vista de espaldas (18), estudio fechado por Picasso en mayo de 1907, implica, con toda verosimilitud, que la versión de frente (17) es contemporánea. Es decir, que en esa fecha Picasso estaba todavía empeñado en la preparación del primer estado. En tal hipótesis, la carta a Leo Stein se referiría al Busto de marinero (13), que efectivamente pertenece a una figuración anterior y fue comprado por los Stein.»

BLIER, Suzanne Preston. Picasso's Demoiselles: The Untold Origins of a Modern Masterpiece. Duke: Duke University Press, 2019, pág. 75.

«On April 17, a month after Easter, Picasso sent the Steins an Easter egg-themed postcard invitation to visit his studio (figure 284; see chapter 7). It is likely that he made his additional canvas changes between March 16 and this April 27,1907, invitation.»


1 DAIX, Pierre y ROSSELET, Joan. El cubismo de Picasso, catálogo razonado de la obra pintada, 1907-1916. Barcelona: Blume, 1979, pág. 28; BLIER, Suzanne Preston. Picasso's Demoiselles: The Untold Origins of a Modern Masterpiece. Duke: Duke University Press, 2019, pág. 75.

2 CARMONA MATO, Eugenio, Picasso y la escultura africana. Los orígenes de Las Señoritas de Avignon. Tenerife: TEA Tenerife Espacio de las Artes, 2010, pág. 54-55.

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Entre la primavera y el verano de 19071 (dependiendo de la fuente consultada), Picasso visita la colección de arte negro exhibida en el Museo de Etnografía del Trocadero. Las piezas allí reunidas se encuentran dispuestas de manera arbitraria, sin un discurso expositivo planificado2; la visualización de un conjunto de obras expuestas simultáneamente y no un único ejemplo concreto es lo que marca a Picasso. Él mismo confesó a André Malraux: «Comprendí por qué yo era pintor. Solo, en aquel museo horrible, con máscaras, muñecas de los pieles rojas, maniquíes polvorientos. Las señoritas de Aviñón deben de habérseme ocurrido aquel día, pero no a causa de las formas, sino porque eran mi primera tela de exorcismo, ¡eso sí!»3. De este modo, aunque ya conocía el arte negro gracias a otros artistas, como Matisse o Derain, Picasso «descubre» esa fascinación a partir de esta visita. No obstante, y a pesar de sus palabras, existen múltiples y muy heterogéneas lecturas de este acontecimiento en función del texto que se consulte: autores como Golding o Richardson señalan que Picasso asiste al museo mientras está trabajando en el lienzo4, afectando la visita de manera directa a su composición, otros como Daix no lo consideran probable5.

Bridge of Iéna and Trocadéro. Anónimo, ca. 1923. En dominio público. Wikipedia.

DATOS

HUMMER, Madison. The Appropriation of African Objects in Pablo Picasso’s Les Demoiselles d’Avignon [Tesis doctoral]. Trinity College, 2018, págs. 13-14. Disponible en: https://digitalrepository.trincoll.edu/cgi/viewcontent.cgi?article=1760&context=theses [última consulta: 04/08/2020].

«The presence of colonialism in the 1880’s included France’s struggle to establish a colony in the Kingdom of Dahomey, beginning in 1877. This “long and murderous campaign” brought back tales to Europe of the barbarity of the Dahomeyans, including “human sacrifice, cannibalism, despotism, and anarchy”.28 29 The end of the war in 1894, concluding with the surrender of Dahomeyan ruler Behanzin. The Musée du Trocadéro exhibited a display of religious and political objects taken from the holy city of Kana by Colonel Dodds—this included “the royal throne, four relief doors with symbolic motifs, three allegorical statues said to be representations of the ancestor, the father, and the king himself, to which were later added a metal effigy of the Fon thunder god and two monumental thrones. Apart from the Dahomeyan acquisitions, colonial acquisitions to the Musée d’Ethnographie from 1984 to 1900 were also largely derived from West Africa—particularly of note, over forty anthropomorphic “fetishes” were acquired, thirty-five of which were created by the Vili tribe, from which Matisse’s nkisi figure originated. Despite the variety of objects shown, little specific information about the use of the objects was known […].

This disparity between assumption and reality would later come to affect the modernists’ interpretation of these objects into art. The hectic accumulation of the objects, without much regard to their cultural significance, presented those interested in their collection with little real information. The racial bias of colonialism led to a lack of cultural understanding in the presentation of these objects back in Europe; the context in which the objects were collected made it difficult to study their intended usage. While some of the African art in Paris came from expeditions made by naturalists, most of the art collected was from colonialist enterprises in the continent. Objects were treated as spoils of war, rather than cultural artifacts. This meant that little real information was gathered on their cultural significance. As such, their interpretation within modernist art was restricted to mostly aesthetic components and cultural speculation. While the art of the modernist’s demonstrates a lack of significant knowledge on the forms they appropriated into their art, this was largely the result of the colonial bias under which they were presented to the public.

Despite the availability of African art in Paris, the modernists did not appear to take any significant interest in primitive art until 1905 or 1906. This is interesting, since, as we have seen, colonial enterprise and explorative expeditions made African objects available for viewing to the public, and no major acquisitions in African art were made around these years».

GOLDING, John. El cubismo. Madrid: Alianza Forma, 1993, pág. 60.

«Por su parte, el propio Picasso afirmaba que solo se familiarizó con el arte negro después de pintar las Demoiselles, y que ello ocurrió en sus visitas al museo del Trocadero. No obstante, dado el aspecto que presentan algunas de las cabezas de las Demoiselles, podemos pensar que quizá le falla un poco la memoria. Lo más probable es que Picasso ya estuviera familiarizado con el arte tribal cuando Matisse le enseñó la pieza que tanto le gustó, pero todavía no le había dado una verdadera importancia y solo lo “descubrió” por sí mismo durante su ya legendaria visita al Trocadero. Y si miramos su obra de este periodo resulta evidente que ese descubrimiento tuvo lugar mientras trabajaba en las Demoiselles, probablemente en el mes de junio. Sin duda esa visita iba a alterar por completo su carrera como artista. Años después, hablando con André Malraux, Picasso llegó a afirmar que fue en aquel momento cuando, de repente, comprendió verdaderamente por qué era un pintor, y se dio cuenta de que “la pintura lo era todo”».

LÉAL, Brigitte et al. Picasso total. Barcelona: Ediciones Polígrafa, 2003, pág. 110.

«¿Qué impulso llevó a Picasso, un mes más tarde, a retocar los rostros de las dos muchachas de la derecha y convertirlas en máscaras negras? ¿El descubrimiento de las colecciones de arte primitivo en el Musée du Trocadéro? Una tarde, el propio artista definió la legitimidad de esta influencia en unas palabras confiadas a André Malraux: “Completamente solo, en este museo pavoroso, con máscaras, muñecas indias, maniquíes cubiertos de polvo. Les demoiselles d’Avignon debieron de llegar aquel día, pero en modo alguno a causa de las formas: porque era mi primera tela de exorcismo, ¡sí!”.De la lección del arte negro había retenido lo esencial, a saber, la primacía de la función ritual, ostensible en Les demoiselles».

PENROSE, Roland. Picasso: His Life and Work. California: University of California Press, 1981, pág. 134-135.

«It is well known that Vlaminck and Derain, a year or two before, had bought African masks, and Vlaminck is said to have discovered two Negro statuettes among the bottles in a bar and brought them home under his arm as far back as 1904. Their enthusiasm for primitive sculpture was shared by Matisse, but Picasso was not struck by its significance until one day that spring while he was painting the Demoiselles. He paid a visit to the Museum of Historic Sculpture at the Trocadero, and found by chance that the ethnographical department contained a splendid collection of Negro sculpture. Negro art in the Trocadero was esteemed only for its scientific value. There was then no attempt to present the objects as works of art; on the contrary they were piled into badly lit glass cases with complete disregard for those who might be interested in the startling originality of their form. This in some way made their discovery all the more exciting, and Picasso always remembered the emotion he felt at this first contact. It is significant that while the other painters who had already made this discovery continued to show no sign of its influence in their work, Picasso understood its importance and saw the profound implications that could be used to bring about a revolution in art. Shortly after this, he too began to buy from a dealer in the rue de Rennes. His first finds were not necessarily pieces of great value but they possessed vitality and a freedom from academic conventions that excited his imagination. With complete disregard for stylistic unity he completed his picture with two heads that sprang from his delight new discovery.».

FRY, Edward F. Cubism. Nueva York: McGraw Hill, 1966, pág. 13.

«The subject, a brothel scene, recalls Picasso’s interest, during his previous blue and Pink periods, in episodes from the lives of those on the margino f society. But while the brothel as a theme appeared frequently in late nineteenth- and early twentieth-century painting, as for example in Toulouse-Lautrec and Rouault, Picasso’s versión is as far removed from the spirit of irony or pathos of his predecessors as it is from the empathy and restrained lyricism of his own earlier painting. Picasso had turned to various sources in his search of a new approach to the human figure, the most influential of these being Iberian sculpture, El Greco, and the work of Gauguin, particularly his carved sculpture. But the decisive influence on his thinking was African sculpture, which he must certainly have discovered by the Winter of 1906-7 if not before. The examples of sculpture from the Ivory Coast and other French colonies in West Africa, which he saw either at the Trocadéro Museum, in the private collections of his friends, or at the shops of second-hand dealers, undoubtedly inspired Picasso to treat the human body more conceptually tan was possible in the Renaissance tradition. These departures from classical figure style are more than simply a variation on an existing tradition; they mark the beginning of a new attitude toward the expressive potentialities of the human figure but on the complete freedom to re-order the human image, this new approach was to lead to the evocation of previously unexpressed states of mind particularly in the hands of the surrealists and above all by Picasso himself in his great Works of the 1930s and later 1920s.».

MALRAUX, André. La cabeza de obsidiana. Buenos Aires: Sur, 1974, pág. 18-19.

«Siempre se habla de la influencia que el arte africano tuvo sobre mí. ¿Cómo arreglármelas? Los fetiches nos gustaban a todos. Van Gogh dijo: todos teníamos un rasgo común: el arte japonés. Para nosotros, fue el arte africano. Sus formas no me influyeron más que a Matisse. O a Derain. Pero para ellos, las máscaras eran esculturas como las demás. Cuando Matisse me mostró su primera cabeza “negra”, me habló de arte egipcio.

Cuando fui al Trocadero, me sentí asqueado. El mercado de las Pulgas. El olor. Estaba solo. Quería irme. No me iba. Me quedaba. Me quedaba. Comprendí que eso era muy importante: me ocurría algo, ¿no?

Las máscaras no eran esculturas como las demás. Para nada. Eran cosas mágicas. ¿Y por qué no las egipcias, o las caldeas? No nos habíamos dado cuenta. Primitivas, y no mágicas. Las esculturas africanas eran intercesores. Aprendí esa palabra en aquel entonces. Eran intercesores contra todo; contra espíritus desconocidos, amenazadores. Siempre miraba los fetiches. Y comprendí: yo también estoy contra todo. ¡Yo también pienso que todo es desconocido, enemigo! ¡Todo! ¡No los detalles, las mujeres, los niños, los animales, el tabaco, jugar… sino todo, la totalidad! Comprendí para qué les servía, a los africanos, la escultura que hacían. ¿Por qué esculpir de esa manera, y no de otra? Al fin y al cabo, ¡no eran cubistas! Porque el cubismo no existía. Seguramente, algunos inventaron los modelos y otros los imitaron; la tradición, ¿no? Pero todos los fetiches servían para lo mismo. Comprendí por qué yo era pintor. Solo, en aquel museo horrible, con máscaras, muñecas de los pieles rojas, maniquíes polvorientos. Las señoritas de Aviñón deben de habérseme ocurrido aquel día, pero no a causa de las formas, sino porque eran mi primera tela de exorcismo, ¡eso sí!»

DAIX, Pierre y ROSSELET, Joan. El cubismo de Picasso, catálogo razonado de la obra pintada, 1907-1916. Barcelona: Blume, 1979, pág. 28.

«Fue poco tiempo después de este retoque cuando Picasso, según lo que él siempre ha contado, visitó el Museo del Trocadero y tuvo la revelación, no de una máscara, sino de la colección –bastante rica- de arte negro. En mi opinión, corrobora este recuerdo el hecho de que la Muchacha con los brazos en alto (53) tiene toda la brutalidad del período del retoque, mientras que la versión 54 da testimonio de un cambio b rusco. La disimetría del rostro se borra en una construcción muy ritmada, repentinamente sosegada. Las distorsiones de 53 han hecho creer que la muchacha danzaba, que se trataba de un “danzante negro”, siendo así que ella estaba arrodillándose. 54 está inscrito en un libre impulso formal que le da su base. A mi juicio, es precisamente este tipo de transformación lo que ha de ser puesto en relación con la “revelación” del arte negro.»

GOLDING, John. Cubism: A History and an Analysis, 1907-1914. Londres: Faber & Faber, 1988, pág. 46-47.

«The head of the figure at the extreme left of the Demoiselles is, like that of her companions in the centre of the picture, expressionless and impassive but now has about it a mask-like quality that recalls a wide variety of African tribal masks in which the component parts of the head and face have about them exactly the same quality of definition, although here the similarities may possibly be simply affinities rather than derivations; the heads of many of the paintings of late 1906 had also been severe and mask-like although they tend to resemble sculptures in stone, whereas the head of the demoiselle in question looks more wooden in both colour and texture. The deformations of the heads of the two right-hand figures are infinitely more radical and extreme and again evoke analogies with a wide range of tribal art which cannot be simply fortuitous. In certain respects they resemble or recall the heads of Kota and Hongue reliquary figures from the French Congo, some of the most abstract and inventive of all African tribal sculptures, and which existed in a wide and varied selection in the collections of the Trocadero at the time of Picasso's visit (PI. 106d).[2] These heads are usually oval in shape and are mostly covered with scarifications, striations or incised lines; the ears are almost always ignored, as they are in the standing figure at the right of the Demoiselles. The eyes are often represented by raised lozenges, with a dot in the middle. The eyebrows meet in the centre of the forehead and their contours are continued down into the noses. The mouths are small ovals and generally appear low in the face. At a very general level these highly abstracted images were to affect Picasso's art deeply over the following year, and the visual ambiguities embedded in many of them - many of these heads are, for example, concave rather than convex - were to be relevant to subsequent Cubist aesthetic. The savagery of the heads of these demoiselles, the twisted, asymmetrical treatment of the head of the squatting figure and the raw colouration of both heads in terms of earthy reds and chalky, greyish white, traversed by slashes of blacks, blues and greens, relate them equally convincingly to examples of Oceanic art which were on view at the Trocadero.

Nevertheless, it is dangerous and indeed impossible to push too far the analogies between the heads of the two outer demoiselles and various particular kinds of tribal art. In the Trocadero large quantities of objects were displayed in a crowded, haphazard fashion, and, while Picasso was undoubtedly overwhelmed by what he saw and experienced, the impression he carried away with him must have been of a very general, metaphysical kind. It might be fair to say that the paintings Picasso executed during the following eighteen or so months tend to look like all tribal art, an indication that he was ultimately interested and immersed in its spirit and its formal principles rather than in any of its individual manifestations. And it is deeply revealing that recent scholarly research into what tribal art he could have encountered during the time of his first enthusiasm for it has demonstrated that he could not have seen most of the examples which art historians have previously compared and juxtaposed to his paintings.».

DIAS, Nélia. Le Musée d’Ethnographie du Trocadéro (1878-1908). Anthropologie et muséologie en France. París: Editions du CNRS, 1991, pág. 183.

«Le guide Baedeker, dans son édition de 1896, signale l'existence d'une salle consacrée à l'Afrique à gauche de l'escalier; en 1903, les guides Joanne font état de collections africaines au premier étage, dans une salle carrée à gauche de l'escalier; on peut y voir des collections de Madagascar, Tunisie, Maroc. Le long du mur, deux grandes vitrines renfermant des objets algériens. En face, un groupe, grandeur naturelle, de forgerons nègres. [...] collections du Séné-gal, de la Gambie, des rivières du Sud, d'Égypte et de Nubie. Moulages du tombeau des rois de Mauritanie.»

GILOT, Françoise. Vivre avec Picasso. París: Calmann-Lévy, 1965, pág. xx.

«Quand j'ai découvert l'art nègre, il y a quarante ans, et que j'ai peint ce qu'on appelle mon Époque nègre, c'était pour m'opposer à ce qu'on appelait «beau-té» dans les musées. À ce moment-là, pour la plupart des gens, un masque nègre n'était qu'un objet ethnographique. Quand je me suis rendu pour la première fois avec Derain au musée du Trocadéro, une odeur de moisi et d'abandon m’a saisi à la gorge. J'étais si déprimé que j'aurais voulu partir tout de suite. Mais je me suis forcé à rester, à examiner ces masques, tous ces objets que des hommes avaient exécutés dans un dessein sacré, magique, pour qu'ils servent d'intermédiaires entre eux et les forces inconnues hostiles qui les ron-geaient, tâchant ainsi de surmonter leur frayeur en leur donnant couleur et forme. Et alors j'ai compris que c'était le sens même de la peinture. Ce n'est pas un processus esthétique; c'est une forme de magie qui s'interpose entre l'univers hostile et nous, une façon de saisir le pouvoir, en imposant une forme à nos terreurs comme à nos désirs. Le jour où je compris cela, je suis que j'avais trouvé mon chemin.»


1 DAIX, Pierre y ROSSELET, Joan. El cubismo de Picasso, catálogo razonado de la obra pintada, 1907-1916. Barcelona: Blume, 1979, pág. 28.

GOLDING, John. Cubism: A History and an Analysis, 1907-1914. Londres: Faber & Faber, 1988, pág. 46-47.

RICHARDSON, John. Picasso, una biografía. Vol. II, 1907-1917. Madrid: Alianza Editorial, 1997, pág. 25.

LÉAL, B. et al. Picasso total. Barcelona: Ediciones Polígrafa, 2003, pág. 110.

2 PENROSE, Roland. Picasso: His Life and Work. California: University of California Press, 1981, pág. 134-135.

DIAS, Nélia. Le Musée d’Ethnographie du Trocadéro (1878-1908). Anthropologie et muséologie en France. París: Editions du CNRS, 1991, pág. 183.

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3 MALRAUX, André. La cabeza de obsidiana. Buenos Aires: Sur, 1974, pág. 18-19.

LÉAL, Brigitte et al. Picasso total. Barcelona: Ediciones Polígrafa, 2003, pág. 110.

4 GOLDING, John. Cubism: A History and an Analysis, 1907-1914. Londres: Faber & Faber, 1988, pág. 46-47.

5 DAIX, Pierre y ROSSELET, Joan. El cubismo de Picasso, catálogo razonado de la obra pintada, 1907-1916. Barcelona: Blume, 1979, pág. 28.

9 abril 1907
Adopción de Raymonde
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El 9 de abril de 1907, Picasso y Fernande visitan el orfanato de la rue Caulaincourt y adoptan una niña —de entre 9 y 13 años1— llamada Raymonde (también conocida como Léontine2). Tras su regreso de Gósol, Fernande se siente desplazada y considera que esto puede ser beneficioso para la pareja. La ausencia de retratos de la niña por parte del artista parece indicar que Picasso no está muy convencido de la acogida. Uno de los escasos bocetos del rostro de la muchacha se encuentra en el Álbum 7 [pág. 79], tratándose de un apunte íntimo. Varios fueron los motivos que propiciaron el regreso de Raymonde al orfanato3, pero así sucedió a finales de julio de 1907. Siguiendo las afirmaciones de Cabanne, las monjas no aceptaron devuelta a Raymonde, por lo que fue adoptada «por una portera de La Butte»4.

Boceto de la cabeza de Raymonde. Álbum número 7. Pablo Picasso. 1907. © Fundación Picasso Museo Casa Natal, Málaga, VEGAP, Madrid, 2020

DATOS

ROE, Sue. In Montmartre: Picasso, Matisse and the Birth of Modernist Art. Londres: Penguin Books, 2016, pág. 26. Disponible completo en: https://erenow.net/common/in-montmartre-picasso-matisse-and-the-birth-of-modernist-art/26.php [última consulta: 02/08/2020].

«On 9 April 1907, Picasso and Fernande made their way through the lanes of Montmartre, past the little restaurant Au Coucou where they lunched out of doors when they had the money, along by the dilapidated houses Utrillo liked to paint, down the steps of the hillside to the orphanage run by the nuns in the rue Caulaincourt. At the orphanage, they were shown the children and invited to take their pick. They selected a girl, said to be nine years old, who was appealing, friendly and ‘d’une beauté grave’.

The adoption of a child had been Fernande’s idea. Picasso was ambivalent – though he loved children, he was under no illusions how disruptive a child’s presence was likely to be. Since the beginning of the year, Fernande had sensed that he had been growing distant. He had been happy in Spain the previous summer but, since he had returned, and completed Gertrude Stein’s portrait with that strange, mask-like head, his work had continued to change. He seemed to be searching for new subjects now that he had exhausted, at least in his work, the acrobats and circus performers he continued to spend time with at the Cirque Medrano and in the Hôtel des Deux Hémisphères, where the clowns, trapeze artists, dancers and prostitutes still gathered. Fernande sensed that she, along with the acrobats, was gradually being moved from centre stage. He used to idolize her in his work, but now he seemed obsessed with his mounting collection of photographs of African women. He still sat in the square in the evenings, chatting to Derain and Vlaminck and his Catalan friends, but the talk had become less comprehensible to her. He was working incessantly on his sketches of individual figures, many of which had a carved appearance; he drew the human form over and over again, devoid of mood or setting, always improvising and experimenting

[…] As for Fernande, her mind was on other things. On that day in April, the 9th, she and Picasso brought their newly adopted daughter, Raymonde, home to the Bateau-Lavoir, where she settled in among the general muddle and squalor. She was introduced to Picasso’s friends and taken to school every morning. Picasso helped her with her mathematics homework. Fernande was always busy with the little girl’s hair, brushing it and tying it in coloured ribbons before she left for school. Picasso’s friends gathered to compete for the attention of the beautiful child. It emerged that Max Jacob, too, loved children (his only brief flirtation with a member of the opposite sex had been with a girl who made doll’s clothes for a living, but after a while her incessant knitting of tiny garments had allegedly become too much for him, although this was not actually the most plausible reason for their break-up) and seemed particularly suited to the role of kindly godfather or tonton. Picasso painted a portrait of the young girl with Fernande,Mother and Child, the two simply drawn figures with primitive, doll-like masks facing forward, the mother’s arms forming a curved frame around the child. Perhaps he saw in their connection a kind of performance, but they were not clowns but pierrots, and the double act hinted at pathos, not slapstick.

On 27 April, the Steins received an Easter card inviting them to the Bateau-Lavoir the following day, Easter Sunday. If Fernande had intended this as an opportunity to introduce Raymonde to Gertrude, the event went unrecorded. In general, time passed with Raymonde and Fernande amusing each other, trying on clothes and playing with dolls, while Picasso continued working through the night on sketches for the huge canvas he was still keeping out of sight in the studio the Steins had rented for him upstairs. During the spring and summer months of 1907, which covered the gestation of this mysterious work, he filled some sixteen sketchbooks with four to five hundred sketches. The melancholy abjection of the Blue Period was gone and now, as he worked on, so was the romantic lightness of the Rose Period. He continued to draw dynamic, animated figures in striking pinkish reds and oranges, or bright yellows, blues and greens. In among a large number of these figures, expressionist in form, Fauvist in colour, appear pencil and ink sketches of acrobats, dogs and birds – simple line drawings he may have done to amuse Raymonde, or even to teach her to draw. Meanwhile, there was still no sign that the large-scale canvas was anywhere near completion».

MILLER, Arthur J., Einstein, Picasso: space, time, and the beauty that causes havoc. Basic Books, 2001, págs. xx – xx.

« […] Then there was the episode with the little girl Raymonde, whom they adopted in April 1907. Fernande had had a miscarriage in 1901 that left her unable to bear children; Picasso was guilty over having forced his previous mistress, Madeline, to abort. Frustrated at Picasso’s single-minded absorption in his work, Fernande insisted they adopt a child. They convinced themselves that somehow Raymonde would ease their various guilts while restoring stability to their relationship. Raymonde was adopted as one would acquire a pet. Although members of la bande à Picasso doted over her, she began to wear on Picasso».

FRANCK, Dan. Bohemian Paris. Picasso, Modigliani, Matisse, and the birth of the Modern Art. New York: Grove Press, 2001, pág. 75.

«In 1907, Fernande Olivier decided to adopt a child. She went to the orphanage on the rue Caulaincourt and brought home a little girl. They called her Raymonde (although André Salmon named her Léontine); no one was ever able to learn her exact age, but she was probably about ten».

CABANNE, Pierre. El siglo de Picasso. Vol. 1. Madrid: Ministerio de Cultura, 1982, pág. 196.

«Pablo y Fernande tuvieron, en un momento dado, la idea inesperada de adoptar una niña, una pequeña llamada Leontine, recogida en el orfelinato de la calle Coulaincourt. Al principio, todo fue bien. Leontine pasó unas semanas felices en el Bateau-Lavoir, mimada por Fernande y los amigos […]».

RICHARDSON, John. Picasso, una biografía. Vol. II, 1907-1917. Madrid: Alianza Editorial, 1997, pág. 29-30.

«El 9 de abril, Fernande y Picasso habían visitado el orfanato de Montmartre en la rue Calaincourt. «¿Quiere usted un huérfano?», preguntó la madre superiora a Fernande. «Pues elija, madame». Eligieron una niña llamada Raymonde que debía tener unos trece años. Según Apollinaire, tenía nueve [Véase Seckel, 60; también Salmon 1956, 328], pero parece mucho mayor en los dibujos de Picasso. Salmon la describe como una adolescente y en su relato novelado aparece con trece años. Raymonde era alegre, inteligente y «d’une beuté grave» [André Salmon, La Négresse du Sacré-Cœur (París: Gallimard, 1968; publicado por vez primera en 1920), 167]. Era hija de una prostituta francesa que trabajaba en un burdel tunecino, y había sido rescatada por un periodista holandés llamado Cohen y su esposa. Apollinaire acusa a los Cohen de estar motivados más por su propio interés que por la compasión: obligaron a la niña a aprender a tocar el violín para que les entretuviera cuando fueran viejos, y como demostró no tener habilidades musicales, la abandonaron [Seckel, 60]. Salmon convierte a Raymonde en una pequeña Nell montmartresa en La Négresse du Sacré-Coeur (1920), la roman à clef en la que también introduce a Picasso como el pintor Sorgue. En la novela de Salmon, Raymonde se llama Léontine y desempeña un papel fundamental: es una huérfana románticamente caracterizada que viste ropas de adulta recortadas y se convierte en la mascota de los poetas y pintores de la Butte. Cuando se tira a un pozo en una mina abandonada, un heroico poeta alemán baja a recoger su cuerpo destrozado. Para un relato más objetivo de la breve y triste estancia de Raymonde en el Bateau Lavoir debemos acudir a los Souvenirs sans fin de Salmon, aunque también aquí la verdad presenta matices ficticios [Salmon 1956, 328-329].

Los inquilinos del Bateau Lavoir no dejaban de mimar a Raymonde. Max Jacob le regaló una muñequita, Salmon le compraba dulces. Fernande, que soportaba el estigma de la ilegitimidad y sabía lo que era una madrastra cruel, la protegía en exceso. Siempre estaba cepillándole los cabellos, poniéndole lazos y procurando que fuese a la escuela con preciosos vestidos. Algunas páginas de los cuadernos de apuntes de las Demoiselles relatan que Picasso hacía dibujos para divertir a la niña: cómicos apuntes de su perro, Frika, y sus muñecas, así como alegres grupos de castellers catalanes (atléticos campesinos que escalan unos sobre otros para formar una pirámide de varios pisos, con un enxaneta, un niño pequeño, en el vértice) [Palau i Fabre 1990, 46-47]. Picasso, que en su juventud había visto a los castellers en acción en las fiestas populares, mostraba a Raymonde la torre humana coronada por el enxaneta [Dos dibujos relacionados (Z.VI.1010, PF.II.304), realizados aproximadamente un año después, revelan que Picasso pensaba hacer una ambiciosa composición inspirada en los castellers: una masa ascendente de figuras apretadas culminando en una pareja de mujeres desnudas en vez de un niño. Esta insólita incursión en el dinamismo futurista no llegó a cuajar, como tampoco lo hizo un proyecto de 1917 de un ballet folclórico sobre el tema de los castellers, con decorados de Picasso, que Eugeni D’Ors propuso a Diaghilev].

Aunque Raymonde vivió en el estudio casi cuatro meses, apenas aparecen referencias a ella en la obra de Picasso. La única pintura donde la encontramos es Madre e hijo, en la que Picasso reduce a Fernande y Raymonde a dos misteriosas máscaras no sólo tribalmente primitivas, sino también infantilmente primitivas [Esta pintura recuerda extraordinariamente a una máscara doble Chan procedente del Sepik medio, aunque no se sabe de ningún ejemplar que hubiera llegado a Europa en esta época. Véase e.g., Alfred Bühler, Terry Barrow, Charles P. Mountford, Oceania and Australia: The Art of the South Seas (Londres: Methuen, 1962), 68, donde aparece una máscara, hoy en Basilea, recogida en 1956]. Esta nueva orientación debe interpretarse a la luz del retrato de la hija de Matisse, Marguerite, que el pintor francés acababa de regalar a Picasso a cambio de una de sus pinturas. Picasso había elegido esta obra porque mostraba cómo Matisse se había inspirado en los dibujos de sus hijos en un intento de simplificar su notación [Picasso, en conversación con el autor; véase también Vol. I, 417]. Es evidente que Picasso hizo lo mismo. Ha retratado a Raymonde siguiendo el estilo de los dibujos de la niña, igual que lo haría en la década de 1950, cuando retratara a su hija Paloma con la mirada fija y el cuerpo inerte de una de sus muñecas. Hay también varios dibujos de Raymonde que aluden a la naturaleza del problema que esta niña ejemplar provocó sin darse cuenta. Al parecer, Fernande hacía que Picasso saliera del estudio cuando quería que Raymonde se probara su nueva ropa interior [Salmon 1956, 329]. Una página de uno de los cuadernos de las Demoiselles en la que Raymonde aparece desnuda, sentada con las piernas abiertas y lavándose los pies justifica esta precaución. Hay incluso una pintura de una muchacha en la misma explícita postura que se parece extraordinariamente a una Raymonde adulta [Z.XXVI.262]. Las chicas jóvenes excitaban a Picasso. También le inquietaban: le recordaban a su hermana muerta, Conchita. Fernande tenía razones para alarmarse. En la decisión, tomada a finales de julio, de devolver a Raymonde al orfanato, debió pesar más su cabeza que su corazón. La niña estaba de trop (de más).».

BLIER, Suzanne Preston. Picasso's Demoiselles: The Untold Origins of a Modern Masterpiece. Duke: Duke University Press, 2019, pág. 277-278.

«During the winter months of 1906-7, when Picasso was deeply involved in studies for Les Demoiselles, the artist and his lover Fernande Olivier decided to adopt a child, Raymonde, a girl of around thirteen years of age who came from a Paris orphanage, and appears to have arrived in Picasso’s and Olivier’s Bateau-Lavoir studio in March 1907, the same month he applied pigment to the blank canvas that would become Les Demoiselles d’Avignon. Around this time as well Picasso painted an intimate family portrait showing himself, Fernande Olivier, and the son they never had positioned on her lap (figure 308). Picasso had once voiced concerns about whether he could have both children and artistic success - recall the vow he nude to give up his artistic dreams if his sister could live (figure 309). Raymonde’s arrival (and return to the orphanage several months later) is important in that it highlights key elements of the core idioms of sex, birth, regeneration, and origins that Picasso was exploring in this canvas. As a painting framed around cojoined questions of sex, reproduction, and evolution, the undulating vagina-evoking and cavelike walls, which seem simultaneously to swallow and disgorge the generations of humanity that these women embody, arc in many ways as important as the women themselves to the effect and meaning of the canvas.»

PALAU I FABRE, Josep. Picasso Cubismo (1907-1917). Barcelona: Polígrafa, 1990, pág. xx.

«Las palabras fueron tachadas después, como si Picasso hubiera querido anular lo que acababa de escribir. Pero el escrito sigue siendo legible. No creemos aventurado conjeturar que Raymonde es Léontine. El cuaderno contiene muchos dibujos que pertenecen a la preparación de El desnudo con ropaje, del verano y el otoño de 1907. Es la época durante la cual André Salmon vivía en la Rue Saint-Vicent. No conocemos las fechas exactas de su estancia en el Bateau-Lavoir, porque él mismo se contradice en este punto como en muchos otros, pero, según nuestras conjeturas, debía de ingresar en la célebre mansión durante la primavera (marzo o abril) de 1908, para abandonarla, con motivo de su boda, el 14 de julio de 1909. Es posible, por lo tanto, que la última épica de Raymonde-Léontine en el Bateau-Lavoir coincida con su estancia allí, pues, tal como nos es contada la historia, no parece que los instintos maternales de Fernande resistiesen muchos meses.

La anterior página de cuaderno nos aclara, por otra parte, que Picasso y Fernande, además de Raymonde, conviven en este momento con un gato (Mimiche) y con un perro (Rouquín). Sólo nos extraña no encontrar el nombre de Frika. Seguramente a Raymonde le fue dada la habitación de la criada «chambre de bonne», que formaba una especie de reducto aparte, con una cama, frente a la entrada del taller, según el croquis que nos trazó Picasso (Palau, P. V. 1881-1907, p. 373).

Con todo, lo que más llama la atención es que Picasso escriba su propio nombre en plural: Pableaux. No se trata de una falta de francés, sino de la conciencia, bien clara, de que él, por sí solo, ya ocupa mucho espacio en el taller y de que cuenta por muchos, pues está el pablo pintor, el Pablo escultor, el Pablo dibujante, el Pablo gragador, que llenan las paredes y los rincones de las estancias con telas, esculturas, caballetes, carpetas, cajas de colores, papeles, pinceles y trastos de toda índole… La última palabra de la lista es la suma de los conceptos anteriores: asfixia. Es posible que fuera durante esta temporada cuando se decidió a alquilar un segundo estudio en el Bateau-Lavoir, que le servía de almacén.

Las historia de Raymonde deja abiertos ciertos interrogantes. En definitiva, Picasso y Fernande llevan ya dos años conviviendo plenamente. Posiblemente es por una especie de compensación –ella no puede tener hijos- por lo que Fernande adopta a Raymonde. Más o menos veladamente, en su gesto puede esconderse el deseo de mostrar a su amigo que es capaz de asumir la maternidad. Entonces adquiere significado la negativa de Picasso a hacer el retrato de la muchacha. Significa no ceder en nada, desde el primer momento, a este tipo de solicitud, porque un paso lleva a otro, y para que no se le pueda reprochar, el día de mañana, que «incluso había hecho el retrato de la criatura», como si eso fuera ya un semireconocimiento de la adopción. En este gesto, en la rotundidad de la negativa, que la frase de Salmon –cher Pablo!- ayuda a conjeturar, veo una actitud muy picassiana, del Picasso que yo conocí, firme e inconmovible en sus convicciones y en sus decisiones. Si Fernande quiere adoptar una criatura, que la adopte; él no se lo pudo impedir, pero tampoco quiere verse involucrado. Ante el fracaso de su intento, Fernande se cansa de la muchacha, la aborrece e incluso se deshace de ella. Todo esto tendremos que tenerlo muy presente en las futuras relaciones entre Picasso y Fernande.

P.S. –Ahora conocemos tres bocetos de la cabeza de Raymonde en los cuadernos de Picasso. Esto quiere decir que, si bien éste no quería hacer su retrato, apuntaba sus rasgos en la intimidad. En los dos primeros bocetos (fig. 134 y Z. II**. 589), el rostro es todavía el de una niña, pero en otro (fig, 135), hecho unos meses más tarde, vemos ya una muchachita. Es muy probable que Fernande advirtiera que aquella criatura podía convertirse en su rival. ¿Cómo no se le ocurrió antes?».

RICHARDSON, John. Picasso, una biografía. Vol. II, 1907-1917. Madrid: Alianza Editorial, 1997, pág. 30-31.

«Henri Hertz, el amigo de Max Jacob, nos ha dejado un conmovedor relato de los últimos momentos de Raymonde con su segundos padres adoptivos [Seckel, 60. Adviértase que en el relato original –Henri Herz, «Contribution à la figure de Max Jacob», Europe 489 (enero de 1970), 137-141- es ligeramente distinto]. Se habían reunido en el apartamento de Apollinaire. Raymonde, abatida, estaba sentada en un rincón mientras Max Jacob, que adoraba a los niños, envolvía como mejor podía una caja en la que se apretujaban sus muñecas y una pelota. Tras una pequeña bronca entre Picasso y Apollinaire (con quien estaba Marie Laurencin), Max cogió a la niña de la mano –ella llevaba su maleta en la otra- y «con una sonrisa profundamente triste», se la llevó. ¿A dónde? Presumiblemente al lugar de donde había venido. Salmon cuenta una historia diferente. («no estoy contando ningún embuste; un asunto como éste no me lo permitiría».) Afirma que fue Fernande quien intentó devolver a Raymonde, y que además no lo consiguió. «Usted se la llevó: usted verá que hace con ella», le dijo, al parecer, la madre superiora [Salmon 1956, 329]. Según Salmon, la niña acabó siendo adoptada por un conserje de los alrededores del Sacré-Coeur. Una postal firmada «Raymonde» (22 de junio de 1919) sugiere que no perdieron el contacto [Seckel, 64 n. 39].

El 8 de agosto, Fernande escribió a Gertrude Stein, a quien había convertido en confidenta:

Todavía no he visto a Raymonde, pero quiero ir el mes que viene. Ha sido recogida en un orfanato regentado por monjas cerca de la rue Caulaincourt y puedo ir a visitarla el primer domingo de cada mes. Al parecer, han averiguado el paradero de su madre, y para que las monjas la dejen quedarse tiene que haber un juicio contra la madre, cuyos derechos sobre la niña deben ser anulados [Fernande a G. Stein, 8 de agosto de 1907 (Beinecke Library)].

Salmon y otro amigo estaban en el estudio mientras Fernande redactaba esta carta, por lo que ella interrumpe repentinamente su relato: «Me es imposible escribirte como me gustaría». No estaba dispuesta a divulgar detalles vergonzosos ante unos inquisitivos amigos que la espiaban por encima del hombro, detalles que ni siquiera confesaría a los lectores de sus memorias.

Además de dibujos de Raymonde, los cuadernos de apuntes de Picasso incluten algunos recuerdos conmovedores: listas de palabras que estaba aprendiendo a escribir; tablas de multiplicar garabateadas con el nombre del amigo matemático de Picasso, Princet; notas de Fernande con las cosas que el artista tenía que or a comprar para ella (braguitas, botines); y listas que parecen haber sido escritas por la niña, sobre todo una que aparece en el interior de la cubierta del Cuaderno 8: «Fernande / Raymonde / Pableaux / Mimiche / rouquin / asphyxie». Los primeros tres nombres están tachados. Daix piensa que Picasso pudo tacharlos años después, cuando ya se había librado de Fernande [Daix 1988ª, 514. Palau i Fabre 1990, 68, atribuye misteriosamente estos nombres a mascotas de Picasso]. El juego de palabras «Pableaux» nos recuerda que otra niña del Bateau Lavoir, la hija de Van Dongen, Dolly, solía llamar a Picasso «Tablo». ¿Pero qué sentido tienen las otras tres palabras? Probablemente, devolver a Raymonde al orfanato fue menos cruel que mantenerla en el estudio .».

MILLER, Arthur J., Einstein, Picasso: space, time, and the beauty that causes havoc. Basic Books, 2001, págs. xx – xx.

«[…] Having always been sexually excited by young girls and perhaps seeing in Raymonde something of his sister Conchita, who had died of diphtheria in 1894 at age eight, he found her presence difficult to cope with. Fernande could not fail to miss the sexual part of this problem, which came to a head with her discovery of several of Picasso’s explicit drawings of Raymonde. Raymonde became de trop. To avoid a traumatic disaster, Fernande returned her to the orphanage. She said nothing at all about her in her memoirs».

FRANCK, Dan. Bohemian Paris. Picasso, Modigliani, Matisse, and the birth of the Modern Art. New York: Grove Press, 2001, págs. 75-76.

« […] For several weeks, everyone took an enormous interest in her, and in the new universe unfolding in the Trapper’s House. Picasso, the good artists-father, did a portrait of her in Indian ink (Portrait de Raymonde, 1907). But the child took up a lot of space. She was noisy. He could no longer sleep for part of the day and work at night. Nothing was the same.

A solution had to be found, so one was sought. The answer was not terribly complicated: when a weight becomes to heavy to bear, it must be removed. Put elsewhere, back where it came from. Returned, so to speak. So after enjoying life with her new parents for three months, Raymonde was returned –against her father’s will, it would seen– to her original status, that of an orphan, in the orphanage of the rue Caulaincourt. Max Jacob, the kindly Max Jacob, was given difficult task of taking her back.

In La Négresse du Sacré-Coeur, André Salmon has embellished the incident. If he is to be believed, Max, the good Samaritan, devoted and generous, was sharply rebuked by an employee of the orphan, who accused him of being an unworthy father. He was informed of the rules: if he didn’t see the light now and relent, he would never again have a chance to adopt the girl. The child burst into tears. So did Max. He took her to lunch in a restaurant, spending the last of the little money he had. When night fell, he brought her back to the rue Caulaincout. Then he left, almost running».

CABANNE, Pierre. El siglo de Picasso. Vol. 1. Madrid: Ministerio de Cultura, 1982, pág. 196.

« […] luego la chiquilla comenzó a ser un estorbo en el exiguo taller y con la vida poco regular que llevaba la pareja. Tras los mimos y las gracias, vinieron los cachetes y, por fin, se hizo necesario devolver la criatura al orfelinato. Lo malo es que las monjitas no quisieron volver a hacerse cargo de ella, y Leontine fue a parar a casa de una portera de La Butte que, por dicha, se apiadó de ella. El buen Max, siempre disponible para las tareas delicadas, fue el encargado del traslado: partió del Bateau-Lavoir con la niña y una maleta de cartón donde había metido, junto con las ropitas, una muñeca y algunos caramelos que para ella había comprado».


1 André Salmon la describe como una adolescente y en La Négresse du Sacré-Cœur tiene trece años. Raymonde era alegre, inteligente y «d’une beuté grave»: SALMON, André. La Négresse du Sacré-Cœur. París: Gallimard, 1968, pág. 167 ; SALMON, André. Souvenirs sans fin: Deuxième époque (1908-1920). Paris: Gallimard. 1956, pág. 328; SECKEL, Hélène. Max Jacob et Picasso. Quimper : Musée des Beaux-Arts, 1994, pág. 60.

2 CABANNE, Pierre. El siglo de Picasso. Vol. 1. Madrid: Ministerio de Cultura, 1982, pág. 196.

3 MILLER, Arthur J., Einstein, Picasso: space, time, and the beauty that causes havoc. Basic Books, 2001, págs. xx – xx: «[…] Having always been sexually excited by young girls and perhaps seeing in Raymonde something of his sister Conchita, who had died of diphtheria in 1894 at age eight, he found her presence difficult to cope with. Fernande could not fail to miss the sexual part of this problem, which came to a head with her discovery of several of Picasso’s explicit drawings of Raymonde. Raymonde became de trop. To avoid a traumatic disaster, Fernande returned her to the orphanage. She said nothing at all about her in her memoirs».

4 CABANNE, Pierre. El siglo de Picasso. Vol. 1. Madrid: Ministerio de Cultura, 1982, pág. 196.

 

3 de julio 1907
Epístola de Iturrino
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El 3 de julio de 1907, el pintor Francisco Iturrino responde a una carta de Picasso en la que hace un comentario referido a una gran tela de Picasso, que pudiera tratarse de Les Demoiselles. La epístola dice: «Amigo Pablo me ha alegrado recibir carta tuya, no sabes lo que me pudo complacer el saber que estás trabajando desde hace meses en un cuadro grande, este cuadro ya será diferente de los que yo conozco e indudablemente es una de las cosas que me hace pensar, y mi imaginación va lejos y pienso en la obra de arte. (...)»1. Queda manifiesto, de este modo, cómo Picasso muestra su profunda implicación con el arte moderno.

Bridge of Iéna and Trocadéro. Anónimo, ca. 1923. En dominio público. Wikipedia.

DATOS

BLIER, Suzanne Preston. Picasso's Demoiselles: The Untold Origins of a Modern Masterpiece. Duke: Duke University Press, 2019, pág. 270.

«Picasso celebrated the revolutionary nature of this canvas with his friends in the months that followed. Accordingly, in a July 3, 1907, letter to Picasso, the painter Francisco Iturrino writes, “You don t know how much it pleased me to know that you have been working for months on a large painting (that)... will be quite different from the ones that I know and undoubtedly it is one of the things that makes me think and my imagination gets carried away.”[Quoted in Cousins and Seckel 1994, 152] Although it is not clear which painting Iturrino is referring to, most likely it is Les Demoiselles. The fact that still now, over a century after the painting was completed, few if any at the time understood the full complexity of the work is an indication of its remarkable originality.»


1 COUSINS, Judith y SECKEL, Hélène. «Eléments pour une chronologie de l'histoire des Demoiselles d'Avignon», en SECKEL, Héléne (ed.), Les Demoiselles d'Avignon, París: Editions de la Réunion des Musées Nationaux, 1988, pág. 556.

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A finales de julio de 1907, Kahnweiler ve por primera vez a Picasso, que acude, acompañado por el marchante Ambroise Vollard, a su galería. Será este el primer encuentro entre el artista y el marchante alemán. Así lo recuerda Kahnweiler en su entrevista con Crémieux: «[…] Un buen día, estaba en esa pequeña tienda. Vi entrar a un joven que me pareció extraordinario. Tenía el pelo negro como un cuervo, era pequeño, rechoncho, iba mal vestido, con zapatos empolvados y en muy mal estado, pero con unos ojos que me parecieron magníficos. Ese joven, sin decir nada, se puso a mirar los cuadros, recorriendo la pequeña tienda que medía más o menos cuatro metros por cuatro, y se fue. Al día siguiente volvió en coche de punto con un señor que me pareció, a mí, un señor de cierta edad –puesto que yo era muy joven– pero que no debía de tener más de cuarenta y cinco años entonces, un señor barbudo, más bien gordo. De nuevo sin decir nada, recorrieron ambos la galería y se fueron […]»1.

Rue Vignon, no. 28. María Ortiz Tello. 2018. CC BY.

DATOS

KAHNWEILER, D.-H., Mis galeristas y mis pintores. Conversaciones con Francis Cremieux. Madrid: Ed. Árdora, 2014, pág. 39.

«¿Cuánto vio llegar a Picasso?

Bueno, voy a contárselo. Un buen día, estaba en esa pequeña tienda. Vi entrar a un joven que me pareció extraordinario. Tenía el pelo negro como un cuervo, era pequeño, rechoncho, iba mal vestido, con zapatos empolvados y en muy mal estado, pero con unos ojos que me parecieron magníficos. Ese joven, sin decir nada, se puso a mirar los cuadros, recorriendo la pequeña tienda que medía más o menos cuatro metros por cuatro, y se fue. Al día siguiente volvió en coche de punto con un señor que me pareció, a mí, un señor de cierta edad –puesto que yo era muy joven– pero que no debía de tener más de cuarenta y cinco años entonces, un señor barbudo, más bien gordo. De nuevo sin decir nada, recorrieron ambos la galería y se fueron».

STEIN, Gertrude. Autobiografía de Alice B. Toklas. Barcelona: Lumen, 2014, pág. 134.

«Al cabo de poco tiempo Kahnweiler vino a París. Era un alemán casado con una francesa y habían vivido muchos años en Inglaterra. Kahnweiler había estado trabajando en Inglaterra y había ahorrado con la intención de convertir algún día en realidad su sueño de tener una tienda de cuadros en París. Por fin llegó el momento deseado y abrió una pequeña tienda bien arreglada en la rue Vignon. Primero tanteó un poco el terreno y después unió su suerte a la de los cubistas. Al principio tropezó con dificultades. Picasso, siempre suspicaz, no quería comprometerse demasiado con él. Fernande se encargó de las negociaciones con Kahnweiler pero al final todos comprendieron que el interés y la fe de este en el cubismo eran auténticos y que podía y lograría vender sus obras».

PALAU I FABRE, Josep. Picasso Vivo (1881-1907). Barcelona: Polígrafa, 1980, pág. 517.

«—¿Cuándo vio usted llegar a Picasso?

—Pues bien, voy a contárselo. Un buen día estaba yo en esta pequeña tienda. Vi entrar a un joven que me pareció interesante. Tenía los cabellos negros como un cuervo, era pequeño, achaparrado, iba mal vestido, con zapatos cubiertos de polvo y muy deteriorados, pero con ojos que me parecieron magníficos. Este joven, sin decir nada, se puso a mirar los cuadros, dio la vuelta a la tiendecita, que tenía aproximadamente cuatro por cuatro metros, y se fue. Al día siguiente le veía volver en coche, con un señor que, a mí, me pareció de cierta edad —pues que yo era muy joven—, pero que entonces no debía tener más de cuarenta y cinco años; un señor con barba, más bien alto. Los dos, igualmente sin decir nada, dieron la vuelta a la galería y se fueron. Yo había entablado amistad con un hombre, hoy desaparecido, del que he conservado un recuerdo encendido: Wilhelm Uhde, el escritor e historiador de arte alemán.

Wilhelm Uhde vivía en París, sin interrupción, desde 1900. Conocía a todo el mundo. Conocía a muchos pintores y él fue el primero que me habló de un cuadro extraño en que estaba trabajando el pintor Picasso. Un cuadro, decía, de aspecto asirio que tiene algo de muy insólito. Era una cosa que yo tenía ganas de ver. No conocía a Picasso, pero conocía su nombre; sobre todo había visto muchos dibujos suyos en los escaparates de un marchante de cuadros de entonces, Clovis Sagot, rue Laffitte, un viejo verdaderamente animoso y que, con sus escasos medios, procuraba hacer las cosas bien.

Así, pues, un buen día me puse en camino. Tenía la dirección: 13, rue Ravignan. Por primera vez subí las escaleras de la plaza Ravignan, que tantas veces he subido después, para entrar en la extraña construcción que, más tarde, se ha llamado el bateau-lavoir porque era de madera y vidrio, como aquellos barcos que existían entonces, en los que venían las mujeres a lavar la ropa en el Sena. Como la casa misma no tenía portera, había que dirigirse a la del inmueble contiguo. Me dijo que era el primer piso bajando, pues esta casa, adherida al flanco de Montmartre, tiene la entrada en el último piso de arriba y se baja a los otros pisos. Llegué, pues, a la puerta que me habían dicho era la de Picasso. Estaba cubierta de inscripciones de amigos que fijaban citas: “Manolo está en casa Azon... Totote ha venido... Derain vendrá esta tarde...”

Llamé a la puerta; un joven, piernas desnudas, camisa escotada, me abrió, me cogió por la mano y me hizo entrar. Era el joven que había venido algunos días antes, y el viejo señor que había traído con él era Vollard. Por descontado, Vollard realizó, a propósito de esto, una de sus bromas habituales, contando por doquier que allí había un muchacho al que sus padres habían obsequiado con una galería en su primera comunión.

Entré, pues, en esta estancia que servía de taller a Picasso. Nadie podrá hacerse una idea de la pobreza, de la miseria lamentable de aquellos talleres de la rue Ravignan. Por otra parte, el de Gris era tal vez aún peor que el de Picasso. El papel colgaba a trozos de los muros de tablones. El polvo cubría los dibujos, las telas enrolladas en el diván despanzurrado. Junto a la estufa, una especie de montaña de lava aglomerada, eran las cenizas. Era espantoso. Era aquí dentro donde vivía, con una mujer muy bella, Fernande, y un perro muy grande que se llamaba Fricka. Allí estaba también el gran cuadro de que me había hablado Uhde. este gran cuadro que desde entonces se ha llamado “Las señoritas de Aviñó” y que constituye el punto de partida del cubismo. Lo que querría haceros sentir inmediatamente es el increíble heroísmo de un hombre como Picasso, cuya soledad moral era. en aquella época, algo espeluznante, pues ninguno de sus amigos pintores le había seguido. El cuadro que allí había pintado parecía a todo el mundo algo disparatado o monstruoso. Braque, que había conocido a Picasso a través de Apollinaire, había manifestado que le parecía que era como si alguien bebiera petróleo para sacar fuego, y Derain me ha dicho, a mí mismo, que un día se encontraría a Picasso colgado detrás de su gran cuadro; hasta tal punto parecía desesperada esta empresa. Todos los que conocen ahora el cuadro lo ven exactamente en el estado en que se encontraba entonces; Picasso lo consideraba inacabado, pero ha quedado exactamente como estaba, con las dos mitades harto diferentes. La mitad izquierda, casi monocroma, se relaciona todavía con sus figuras de la época rosa (pero aquí están talladas a golpes de hacha, como se decía entonces, modeladas con muchas más fuerzas), mientras la otra parte, muy coloreada, es verdaderamente el punto de partida de un arte nuevo.».

(KAHNWEILER, Daniel-Henry, Mes Galeries et mes Peintres : Entretiens avec Francis Cremieux. París : Gallimard, 1961, pág. 43-46.)


1 KAHNWEILER, D.-H., Mis galeristas y mis pintores. Conversaciones con Francis Cremieux. Madrid: Ed. Árdora, 2014, pág. 39.

/* LINEA 3: CORRESPONDENCIA */
Principios de marzo 1907
Un modelo ibérico para Les Demoiselles
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A principios de marzo de 1907, el asistente de Apollinaire, Géry Piéret, roba varias piezas del Museo del Louvre, entre las que se encuentran dos esculturas ibéricas que acaban en el estudio de Picasso. Estas constituyen un punto de referencia para la elaboración de Les Demoiselles —así como de múltiples obras que realiza a partir de marzo de 19071—, especialmente la cabeza masculina2, de la que Picasso copia directamente la «oreja ibérica»3, tal y como se observa en obras como en Mujer con gran oreja4 o en el Álbum 7 (no obstante, Picasso ya había tenido contacto previo con el arte ibérico, gracias a la colección expuesta en el Museo del Louvre desde 1904, que el artista pudo visitar en la primavera de 19065).

Esculturas ibéricas. Anónimo © Réunion des Musées Nationaux, París, 2020.

DATOS

DAIX, Pierre. Le Nouveau dictionnaire Picasso. París: Éditions Robert Laffont, S. A., 2012, pág. 390-391.

«[Aventurier belge [Pieret]. Apollinaire le rencontra au lendemain de son échec amoureux avec Annie Playden en travaillant au Guide des rentiers, fin 1903 […]. Au debut de 1907, Géry-Piéret apprit par APollinaire ou par Picasso lui-même, l’intérêt que celui-ci portait aux sculptures ibériques; il en vola donc deux au Louvre et vint les vendre à Picasso au Bateau-Lavoir. Il s’en vanta au momento du vol de La Joconde en 1911 qu’il revendiqua, alors qu’il n’en était pas l’auteur, en écrivant au Louvre sous le nom de baron d’Oermesan, mais il donnait pour preuve ses vols des statuettes ibériques, précisant qu’il en avait choisi une à cause de l’enormité de l’oreille, “détail qui [le] séduisit” (Paris-Journal, 6 septembre 1911). Comme APollinaire l’avait hébergé, il fut considéré comme complice et emprisonné avant d’être mis hors de cause par une nouvelle letter du baron d’Ormesan qui l’innocentait complètement».

CHARNEY, Noah. Pablo Picasso, ladrón de arte: “el caso de las estatuillas” y su papel en la fundación de la pintura moderna. Arte, Individuo y Sociedad, Vol. 26, no. 2, 2014. DOI: https://doi.org/10.5209/rev_ARIS.2014.v26.n2.39942 [última consulta: 14/08/2020].

«Cuando la Mona Lisa fue robada en 1911 por el ladrón italiano Vincenzo Peruggia, Pablo Picasso y Guillaume Apollinaire fueron llevados por la policía de París para ser interrogados. Ellos eran ino­centes de haber robado la Mona Lisa, pero en realidad eran culpables de haber robado otro tipo de arte del museo del Louvre, en el armario de Picasso se escondían varias cabezas antiguas de estatuas ibéricas que habían sido robadas del museo del Louvre en 1907 por el secretario de Apollinaire, Honor é -Joseph Géry Pieret, casi con toda seguridad el propio Picasso colaboró en la comisión del delito, ya que podría haber ayudado en el robo. La participación de Picasso en este robo de arte es poco conoci­da, a pesar de que el llamado “affaire des statuettes” estuvo en los titulares de los periódicos interna­cionales en 1911. Pero este robo tuvo influencia sobre el arte de Picasso y el auge del modernismo, ya que las formas de las estatuas robadas se integraron en el famoso cuadro de Picasso, Les Demoiselles d’Avignon (1907), que es ampliamente considerado como la primera gran obra de la modernidad».

PUJANTE GONZÁLEZ, Domingo. Médiations esthétiques o la pintura hecha poesía (encuentros y desencuentros entre Apollinaire y Marie Laurencin). Universidad de Valencia. 2007.

«En 1911 un increíble suceso aparece en primera página de todos los periódicos franceses: han robado la Gioconda del Louvre. El 29 de agosto un tal Géry-Piéret confiesa en las columnas del Paris-Journal que ha sustraído tres estatuillas del museo. Al enterarse de la noticia, Pablo Picasso y Guillaume Apollinaire son presa del pánico. Géry-Piéret es un viejo conocido, un aventurero belga que fue fugazmente secretario del poeta. En marzo de 1907 Picasso le había comprado precisamente dos estatuillas provenientes del Louvre… La tercera de las polémicas estatuillas se la vende Géry Piéret al Paris-Journal que se hace una buena publicidad exhibiéndola antes de devolverla. De paso el polémico Géry-Piéret se confiesa el birlador de la Gioconda. Apollinaire y Picasso están aterrorizados, ambos extranjeros ya se ven expulsados de la dulce Francia. Lo primero que piensan es tirar las estatuillas al Sena pero, valientes, cambian de opinión y las llevan al Paris-Journal. Pero la historia no acabaría así.

La policía pone patas arriba la casa de Apollinaire, organiza un careo con Picasso que niega conocer a su amigo –¿por qué será que los que niegan de primeras serán los que más afirmen después?– que será encarcelado. Menos mal que ese mismo día Géry-Piéret escribe a la justicia para disculpar al prisionero. Liberado el 12 de septiembre de 1911, Apollinaire tendrá que esperar a enero de 1912 para que se disipe cualquier sombra de duda de su persona».

GOLDING, John. Cubism: A History and an Analysis, 1907-1914. Londres: Faber & Faber, 1988, pág. 42.

«The history of the two stone heads is interesting. They were among the first discoveries at Cerro de Los Santos (serious excavation was begun there in 1871) and remained for some time in the possession of Don Juan de Dios Agaudo y Alarcón, the man responsible for the first excavations there. In 1903 the archaeologist Pierre Paris bought them, as a pair, for the Louvre. They were displayed there in the Salle des Antiquités Ibériques together with the other minor Iberian pieces. Four years later, in March of 1907, the two heads were stolen from the Louvre on successive days. The theft was committed by a man called Gery-Piéret, a Belgian adventurer whom Apollinaire had hired a year earlier as one of his secretaries and whom he was later to use as a model for the hero of L'Hérésiarque, which appeared in 1910. Piéret offered the heads to Apollinaire, who suggested that Picasso might be interested in them. Picasso bought them for a small sum, without realizing where they came from. Later, in 1911, after the disappearance of the Mona Lisa, the minor thefts from the Louvre assumed a new importance and were reported, for the first time, apparently, in the newspapers. Picasso realized that it was dangerous to retain the objects and, afraid of being implicated, he decided to dispose of them. Fernande Olivier in Picasso et ses Amis (pp. 182-8) tells of Picasso and Apollinaire setting out with the intention of dropping the heads in the Seine. They felt, however, that they were being followed and returned without having accomplished their mission. The restitution of the sculptures was finally made through the newspaper Paris Journal in September of 1911; Salmon, still a close friend of Picasso's, was working for the paper as art critic. The affair was unfortunately not over for Apollinaire. Gery-Piéret, now operating in Belgium under the name of Baron Ignace d'Ormessan, had written a letter to the Louvre, confessing to the theft of the Mona Lisa which he had in fact not committed. Apollinaire was arrested on the charge of complicity but released a few days later, on 13 September, after Gery-Piéret had written the Louvre yet another letter clearing Apollinaire completely.».

RICHARDSON, John. Picasso, una biografía. Vol. II, 1907-1917. Madrid: Alianza Editorial, 1997, pág. 21.

«En la cena del 27 de febrero, Picasso debió decir algo que incitó a Pieret a robar dos esculturas ibéricas del Louvre –un robo que dejaría su huella en las Demoiselles a costa de un terrible desenlace cuatro años más tarde-. ¿Habló Picasso a Apollinaire de la inspiración que le habían proporcionado estas arcanas piezas españolas? ¿Le dijo que las codiciaba? Pieret se habría apresurado a aprovechar el menor pretexto para demostrar su romántica creencia en el robo como ocupación noble. Conseguiría una de esas esculturas para el artista. Aunque lo negara, Picasso debió estar enterado del proyecto, si bien no quiso tomárselo en serio.».

«A principios de marzo de 1907 Pieret hizo su primera visita al Louvre. De creer el artículo anónimo que escribió para Paris-Journal cuatro años más tarde, en principio no tenía intención de hacer ningún «trabajito» en el museo. Sin embargo, Marie Laurencin recordaba que esa misma tarde Pieret le había dicho que se iba al Louvre y que le había preguntado so quería algo [45]. Ella pensó que iba de compras al gran almacén Magasin du Louvre. Su historia contradice la información de Pieret de que el robo no estaba en sus planes hasta que entró en el museo y se dio cuenta de la falta de medidas de seguridad –especialmente patente en la sección de antigüedades-. Una vez allí, en aquel fatídico día, se le ocurrió encontrarse a solas con un adormilado y solitario guardia. En su artículo sigue describiendo cómo estaba a punto de subir al piso de arriba cuando vio una puerta entreabierta que conducía a una sala llena de antigüedades egipcias, y que a su vez conducía a otras estancias sin vigilancia.». (pág. 22)

«El relato de Pieret no es del todo creíble. El robo no fue en absoluto fortuito. Dado el peso de las esculturas, tuvo que ir preparado. Además, sabía exactamente lo que buscaba. Si hubiera admitido eso, su historia se habría venido abajo. Nadie habría creído que entre todas las obras que podían robarse en el Louvre a él se le hubiera ocurrido robar precisamente los objetos que su nuevo amigo Picasso ansiaba poseer. Parecería que había actuado con premeditación. Y por su parte, aunque lo negara, Picasso tuvo que darse perfecta cuenta de lo que este rufián le ofrecía. ¿De dónde podía haber sacado estas cabezas en París sino del Louvre? Picasso tenía una memoria visual casi perfecta y difícilmente podía haber olvidado estas pequeñas pero llamativas piezas tras sus visitas a lo que erróneamente se denominaba «galería fenicia». Sin embargo, era un maestro del autoengaño y pudo tragarse cualquier cuento que Pieret inventara. Además, Picasso siempre podía justificarle: los verdaderos ladrones eran los rapaces arqueólogos que habían expoliado el patrimonio español; el verdadero poseedor de bienes robados era el Louvre. Como andaluz y como pintor, ¿acaso no tenía mucho más derecho artístico y moral sobre estos objetos que un museo extranjero, un museo que cuidaba tan poco de ellos que nadie se daba cuenta de su desaparición?». (pág. 23)

CHARNEY, Noah. “Pablo Picasso, ladrón de arte: “el caso de las estatuillas” y su papel en la fundación de la pintura moderna”, Arte, individuo y sociedad, Vol.26 (2), 2014, pág. 189-190.

« What would become known as the “affaire des statuettes” began with the introduction of a Belgian con man, secretary, soldier and later a cowboy, by the name of Joseph-Honoré Géry Pieret. Géry Pieret was working as a personal secretary for Apollinaire, at the time, a renowned journalist, modern art critic and poet. Géry Pieret was also a compulsive art thief, although the fact that art was his target may have been circumstantial, rather than a primary motivator. He took to stealing from the Louvre museum regularly.

In the first decade of the 20th century, to remove objects from the Louvre museum was not particularly difficult to do. Although alarms had been invented, they were not widely used until after the First World War, and the objects on display at the museum were not protected by alarms. Nor, in many cases, were they even fixed in place. Most statues were simply laid out on tables, without locks or glass vitrines to discourage curious hands. As previously mentioned, although the enormous museum, once the French royal residence in Paris until Napoleon and his art advisor, Dominique-Vivant Denon, converted it into a public art museum had over four-hundred rooms displaying art, it only employed around two-hundred guards. Objects disappeared from the Louvre with enough regularity that Parisian newspapers frequently commented on the poor security and, on more than one occasion, lamented in print that one day all of this lax security would lead to the disappearance of the Mona Lisa. These comments would prove tragically prescient.

By his own admission, Géry Pieret began stealing from the Louvre in March 1907, though evidence suggests that he began some time earlier. Another Iberian statue head was stolen in November 1906, and the theft was featured in the news-paper Le Matin (10 November 1906). That article mentions the low financial value of Iberian statue heads in general, stating that the thief might be “a possessive and discreet collector who has no interest in money, but keeps [the statues] in the most secret part of his apartment getting drunk on their beauty in solitude.” That a criminal collector must be behind art thefts is a suggestion that the media, regularly touted, though there are very few known historical instances of it being the case. This would prove to be one of those very few exceptions.

The thief who stole this statue head may well have been Géry Pieret—indeed it seems odd that two separate thieves should target the same out-of-the-way objects which were both unwieldy and of relatively little resale value. Géry Pieret made regular visits to the museum, often taking a souvenir with him on his way out, and clearly enjoying himself. In fact he stole with such confidence and frequency that he once told his girlfriend, Marie Laurencin, “Marie, I’m off to the Louvre this afternoon. Can I bring you anything you need?” She thought he meant something from the shopping arcade adjacent to the Louvre museum (Esterow, 1966).».

BLIER, Suzanne Preston. Picasso's Demoiselles: The Untold Origins of a Modern Masterpiece. Duke: Duke University Press, 2019, pág. 105.

«Although many artworks were available to Picasso through casts, photography, and books, it was also important to experience these arts in the flesh-tactilely as well as visually. The two Iberian heads (figures 70 and 71) that Picasso acquired had been stolen by the Belgian avant-garde poet and political actor Honoré Joseph Géry Pieret, who served as occasional roommate and secretary to Apollinaire. [73] Picasso purchased the stolen works from Pieret in March 1907, the same month he began to paint Les Demoiselles. [74] Salmon recalls a conversation between Pieret and another member of their circle, Apollinaire’s lover, the artist Marie Laurencin. According to this story, Pieret informed Laurencin, “I’m off to the Louvre… is there anything you need?” [75] The crime likely took place in the days or weeks following a February 27, 1907, dinner in which Picasso and Apollinaire (among others) appear to have been present. Regardless of the exact details of this theft, it is likely that at one point Picasso had conveyed an interest in the objects, and Apollinaire had sought to oblige. [76] Despite appeals from Olivier to return the works, Picasso was not inclined to do so.».


1 GOLDING, John. Cubism: A History and an Analysis, 1907-1914. Londres: Faber & Faber, 1988, pág. 40.

2 Cabeza masculina. RMN. Disponible en https://www.photo.rmn.fr/archive/94-055958-2C6NU00AFKQT.html

3 GOLDING, John. Cubism: A History and an Analysis, 1907-1914. Londres: Faber & Faber, 1988, pág. 41.

4 Zervos, XXVI: 18. Óleo sobre lienzo, 60,5 x 59,2 cm, Musée Picasso, París

5 BALDASSARI, Anne et al. Picasso cubiste. París: Flammarion, 2007, pág. 334.

27 de abril 1907
Epístola de Rouart
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En abril de 1907, el coleccionista Eugène Rouart escribe a Picasso sobre la compra de Dos arlequines1, dando inicio a una amistad que desembocará en la posible estancia de Picasso, a finales de julio, en la propiedad de Rouart, Mediodía2, situada en Bagnols-sur-Grenade. Aunque la estancia no haya sido registrada de manera fehaciente, de ser así, simbolizaría un alto en el proceso creativo de Les Demoiselles, pero no una desconexión del lenguaje formal desarrollado en él, elaborando en este momento una serie de paisajes cercanos al cubismo, plasmándose a su vez estas formas en algunas figuras recogidas en el Álbum 7. Asimismo, autores como Russell, indican que Picasso tuvo la oportunidad de contemplar la colección de Degas que Rouart atesoraba en Mediodía, entre las que se encontraba un burdel que pudo influenciar en la temática final del gran lienzo3.

Reproducción 3D de vista aérea de Bagnols (Grenade, Francia). Google Earth. 2020.

DATOS

RICHARDSON, John. Picasso, una biografía. Vol. II, 1907-1917. Madrid: Alianza Editorial, 1997, pág. 40-43.

«Aunque Picasso «negaba explícitamente haber hecho el más mínimo viaje en este periodo» [Daix y Rosselet, 185 n. 28], es posible que hiciera una excursión al campo durante el verano. Salmon, vecino suyo en el Bateau Lavoir, escribió que «unas vacaciones interrumpieron los dolorosos experimentos» (i.e., las Demoiselles) [Salmon (en 1912) declaró que «unas vacaciones interrumpieron los dolorosos experimentos. A su regreso, Picasso volvió a trabajar en el gran lienzo-ensayo». Rubin, Seckel y Cousins, 245]. Una escena de cosecha y una repentina proliferación de dibujos –aparentemente de un lugar específico- confirman el comentario de Salmon [Christopher Green piensa que La cosecha fue inspirada por los recuerdos de Gósol. Véase «Figure into landscape into Tableau-Objet: Placing Picasso’s Cubist landscapes», Picasso Landscapes 1890-1912 (Barcelona: Museu Picasso, 1994), 29], al igual que una serie de invitaciones para pasar una temporada en el campo con Eugène Rouart (uno de los hijos del célebre coleccionista Henri Rouart), quien acababa de comprar una importante pintura de saltimbanquis, los Comedians de 1905 [Esta pintura de dos arlequines, uno muy alto y otro muy bajo, se encuentra hoy en la Colección Barnes. Rouart escribió a Picasso varias veces en la primavera de 1907 en relación a la adquisición de la pintura, y también cursando invitaciones]. La primera invitación de Rouart data del 27 de abril. Dos semanas más tarde, Víctor Gastilleur, un amigo de Picasso y Rouart, escribe: «seguimos esperando que venga este verano». El 10 de julio, Rouart escribe de nuevo diciendo que se va a Toulouse a ver si han llegado los Comedians; que le hace mucha ilusión enseñárselos a André Gide, que está con él; que ha oído entusiasmado que Picasso está trabajando «dura y valientemente» en una gran pintura, y que no puede esperar para verla. «si viene usted al sur, hágamelo saber;… le daré la bienvenida con gran placer» [Eugène Rouart a Picasso, 10 de julio de 1907; en Rubin, Seckel y Cousins, 152]. Según Olivier, el hijo de Eugène Rouart, Picasso iba con frecuencia a Bagnols de Grenade [Rubin, Seckel y Cousins, 150], la finca de la familia en el Haute Garonne, así que bien pudo ser allí donde estuvo [Alice Derain comentó a Denys Sutton que Picasso visitó Avignon con Derain durante el verano. No existen pruebas de que ninguno de los dos estuviera allí, al margen del recuerdo de la viuda de Derain, que por entonces todavía estaba casada con Maurice Princet, Derain pasó la mayor parte del verano en Cassis, en la Costa Azul]. El viaje debió tener lugar a finales de julio. El 8 de agosto Picasso estaba de vuelta en el estudio; «trabajando», escribió Fernande a Gertrude Stein, lo que indica que no lo había estado haciendo recientemente.».

GIDE, André y ROUART, Eugène. Correspondance, Volumen 2. Lyon: Presses Universitaires Lyon, 2006, pág. 260-261.

«Pablo Picasso (1881-1973) s’était installé en 1904 au Bateau-Lavoir, 13 rue Ravignan, sur la Butte Montmartre à Paris, et Gide et lui firent connaissance au début de 1905 lors de l’exposition Picasso montée à la galerie Serrusier du 25 février au 6 mars 1905 : voir J I. p. 435, 28 février 1905. Picasso écrivit une lettre à Gide le 8 mars 1905 (J I, p. 1497). Rouart évoque sans doute, dans la plaisanterie que Gide commente ici, les expédients auxquels le peintre avait recours pour se nourrir. Lors d’un court séjour à Paris Rouart dut inviter Picasso à déjeuner ; il visita son atelier juste avant son départ, et y remarqua un tableau de saltimbanques représentant « un grand clown rouge et un petit arlequin, avec un pot de fleurs au fond ». Dans une lettre à Picasso en date du 30 mars Rouart demanda au peintre de lui céder ce tableau, qu’il finit effectivement par acquérir. (Après la guerre il revendit le tableau à Paul Guillaume, qui le céda par la suite à la Fondation Barnes [Acrobate et jeune arlequin. Paris. 1905. Huile sur toile. 190.3 x 107.8 cm. Barnes Foundation, Merion, Pennsylvania]). Picasso note dans son carnet à croquis: « Juevas a las 12 au restaurant Foyot Eugène Rouart », ce qui semble renvoyer à un déjeuner ultérieur, le jeudi 25 avril, qui fut suivi par une lettre écrite par Rouart, de retour à Bagnols, le samedi 27 avril. Rouart insista également pour inviter le peintre à séjourner à Bagnols-de-Grenade. Le 10 juillet, dans une lettre à Picasso, Rouart indique qu’il va à Toulouse pour s’informer si son tableau est arrivé et annonce qu’il se réjouit de le montrer à son ami André Gide qui séjourne actuellement chez lui à Bagnols. Le 16 juillet il écrit à nouveau pour remercier le peintre pour les « belles fleurs » qu’il a reçues, et se promet, à sa prochaine visite à Paris, de voir la « grande toile longue » à laquelle travaille Picasso. Au cours de ce même été 1907 le jeune peintre indigent devait se reposer des luttes que lui coûtait la création des Demoiselles d’Avignon en acceptant enfin l’hospitalité de Rouart. Voir John Richardson, A Life of Picasso, vol. 2 : 1907-1917 (Londres : Jonathan Cape, 1996), pp. 40-3 et 150-2 ; Catherine de Bourgoing avec Gabriel Rouart, « Eugène Rouart », dans Au cœur de l’Impressionnisme : la Famille Rouart, op. cit., p. 70.»

BLIER, Suzanne Preston. Picasso's Demoiselles: The Untold Origins of a Modern Masterpiece. Duke: Duke University Press, 2019, pág. 75.

«Picassos various sketchbooks also support this time frame and provide additional insights. Most important is the cahier 4 sketchbook that includes a six-figure compositional sketch for Les Demoiselles (among other drawings) and incorporates the notation “Salle II" (Room 1, likely referencing the Salon) on the inside front cover. [Cousins and Seckel 1994, 151] Both here and on the back cover of this same notebook appears the name of Eugène Rouart, who owned a set of Edgar Degas’s brothel- themed monotypes; in 1958 Picasso would purchase a copy of this set (figure 11). At the time he was working on Les Demoiselles, Picasso was likely familiar with this material. [Russell 1996] Indeed, there is evidence that Picasso and Rouart saw each other before March 50, since letters indicate they were planning to lunch together. [Cousins and Seckel 1994, 151] On the final page of this same cahier, Picasso has written “Escribir a Braque / Stein estara en su casa / today la semana promima / menos el lunes ye el martes” (Write to Braque / Stein will be at home / Today the weekly promenade / Not Monday or Tuesday). [Cousins and Seckel 1994, 151. This notation has been translated as “Stein will be at home all next week except for Monday and Tuesday” (Cousins and Seckel 1994, 149)] On April 17, a month after Easter, Picasso sent the Steins an Easter egg-themed postcard invitation to visit his studio (figure 284; see chapter 7). It is likely that he made his additional canvas changes between March 16 and this April 27,1907, invitation.»

RUSSELL, John. «Art View; Picasso’s Genius Glows in his Sketchbooks», The New York Times, April 27, 1986 (section 2, page 1). Disponible en: https://www.nytimes.com/1986/04/27/ arts/art-view-picasso-s-genius-glows-in-his-sketchbooks.html [última consulta: 29/07/2020].

«It is characteristic of Picasso that he should be in touch at one and the same time with Braque, his peer and partner in Cubism, and with Eugene Rouart, a member of a family that was associated above all with the great art of the recent past. Degas was a lifelong friend of the Rouarts, and Eugene Rouart owned the set of monotypes on brothel themes by Degas that Picasso was to buy many years later. Is it conceivable that, through Eugene Rouart, Picasso knew of those monotypes at the time when he was working on the ''Demoiselles d'Avignon''?

If this could be proved - and few images could be more relevant to the subject matter of the ''Demoiselles'' - we should be in possession of yet another of the hidden sources of that great and ever-cryptic painting. We should also realize all the more why Picasso should have introduced the figure of Degas as a tall, lanky, motionless voyeur in some of his own brothel engravings, many, many years later».

Consultar Picasso Looks at Degas, 2010.


1 Zervos, I: 301. Óleo sobre lienzo, 190,3 x 107,8 cm, Barnes Foundation, Merion, Pennsylvania.

2 GIDE, André y ROUART, Eugène. Correspondance, Volumen 2. Lyon: Presses Universitaires Lyon, 2006, pág. 260-261.

3 RUSSELL, John. «Art View; Picasso’s Genius Glows in his Sketchbooks», The New York Times, April 27, 1986 (section 2, page 1). Disponible en: https://www.nytimes.com/1986/04/27/ arts/art-view-picasso-s-genius-glows-in-his-sketchbooks.html [última consulta: 29/07/2020].

/* LINEA 4: OBRAS */
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Estudio para el estudiante de medicina: perfil de hombre (Pastel y carboncillo sobre papel, 63,1 x 47,6 cm / París, Musée Picasso – Cat. 30; MP. 530; Z. XXVI, 16; D.-R. 10)

Estudio para el estudiante de medicina: perfil de hombre. Pablo Picasso (1881-1973). París, marzo-abril de 1907. Pastel y carboncillo sobre papel, 63,1 x 47,6 cm. París, Musée Picasso. © París, Musée Picasso. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

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Estudio para el estudiante de medicina: caras (Tinta china sobre papel, 63,3 x 48 cm / Sucesión del artista n.º 870, Colección Marina Picasso; Galerie Jan Krugier, Ginebra – Cat. 31; Z. XXVI, 14)

Estudio para el estudiante de medicina: caras. Pablo Picasso (1881-1973). París, marzo-abril de 1907. Tinta china sobre papel, 63,3 x 48 cm. Colección Marina Picasso; Galerie Jan Krugier, Ginebra. © Colección Marina Picasso. © Galerie Jan Krugier, Ginebra. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020

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Estudio para el estudiante de medicina: hombre de pie de perfil (Gouache sobre papel, 64 x 49 cm / París, Musée Picasso – Cat. 32; MP. 531, Z. VI, 904; D.-R. 11)

Estudio para el estudiante de medicina: hombre de pie de perfil. Pablo Picasso (1881-1973). París, marzo-abril de 1907. Gouache sobre papel, 64 x 49 cm. París, Musée Picasso. © París, Musée Picasso. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

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Estudio para Les demoiselles d’Avignon (Lápiz negor y pastel sobre papel, 47,7x63,5 cm / Basilea, Öffentliche Kunstsammlung Basel, Kupferstichkabinett, Depositum der Einwhnergemeinde der Stadt Basel, donación del artista a la ciudad de Basileaen 1967 – Cat. 22; Z. II, 19; D.-R. 29)

Estudio para Les demoiselles d'Avignon. Pablo Picasso (1881-1973). París, marzo-abril de 1907. Lápiz negro y pastel sobre papel, 47,7 x 63,5 cm. Basilea, Öffentliche Kunstsammlung Basel, Kupferstichkabinett, Depositum der Einwhnergemeinde der Stadt Basel, donación del artista a la ciudad de Basilea en 1967. © Basilea, Öffentliche Kunstsammlung Basel. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

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Estudio para Les demoiselles d’Avignon (Óleo sobre tabla, 19 x 24 cm / localización actual desconocida – Cat. 23; Z. II, 20; D.-R. 30)

Estudio para Les demoiselles d'Avignon. Pablo Picasso (1881-1973). París, marzo-abril de 1907. Óleo sobre tabla, 19 x 24 cm. Localización actual desconocida. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

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Estudio para el bodegón y para la señorita de los brazos levantados (Carboncillo sobre papel, 63,5 x 48 cm / París, Musée Picasso – Cat. 49 A; MP. 542 V)

Estudio para el bodegón y para la señorita de los brazos levantados. Pablo Picasso (1881-1973). París, marzo-abril de 1907. Carboncillo sobre papel, 63,5 x 48 cm. París, Musée Picasso. © París, Musée Picasso. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

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Cabeza de mujer a la pintura roja (Óleo sobre tabla, 27 x 19 cm / Sucesión del artista nº. 12076, colección particular – Cat. 58; Z. XXVI, 17; D.-R. 21)

Cabeza de mujer a la pintura roja. Pablo Picasso (1881-1973). París, marzo-abril de 1907. Óleo sobre tabla, 27 x 19 cm. Sucesión del artista nº. 12076, colección particular. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

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Cabeza de mujer, perfil izquierdo (Óleo sobre tela, 18 x 14,5 / Sucesión del artista n.º 12088, Colección particular – Cat. 70; D.-R. 20)

Cabeza de mujer, perfil izquierdo. Pablo Picasso (1881-1973). París, marzo-abril de 1907. Óleo sobre tela, 18 x 14,5 cm. Sucesión del artista nº. 12088, colección particular. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

Marzo/abril 1907
Busto de mujer
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Busto de mujer (Óleo sobre tela, 58,5 x 46,5 cm / París, Musée Picasso – Cat. 71; MP. 18; Z. II, 617; D.-R. 24)

Busto de mujer. Pablo Picasso (1881-1973). París, marzo-abril de 1907. Óleo sobre tela, 58,5 x 46,5 cm. París, Musée Picasso. © París, Musée Picasso. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

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Estudio para el marinero: busto de hombre (Óleo sobre tela, 56 x 46,5 cm / París, Musée Picasso – Cat. 46; MP. 14; Z. XXVI, 12; D.-R. 22)

Estudio para marinero: busto de hombre. Pablo Picasso (1881-1973). París, abril-mayo de 1907. Óleo sobre tela, 56 x 46,5 cm. París, Musée Picasso. © París, Musée Picasso. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

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Busto de mujer y estudios de desnudo de pie de espaldas (Tinta china, lápiz negro, toques de clarión, carboncillo y manchas de pintura al óleo, 63,5 x 48 cm / París, Musée Picasso – Cat. 49 B; MP. 542 R; Z. XXVI, 261)

Busto de mujer y estudios de desnudo de pie de espaldas. Pablo Picasso (1881-1973). París, abril-mayo de 1907. Tinta china, lápiz negro, toques de clarión, carboncillo y manchas de pintura al óleo, 63,5 x 48 cm. París, Musée Picasso. © París, Musée Picasso. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020

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Estudio para la señorita de los brazos levantados: desnudo de frente (Óleo, lápiz y carboncillo sobre papel, 131 x 79,5 cm / París, Musée Picasso – Cat. 51; MP. 13; Z. XXVI; D.-R. 17)

Estudio para la señorita de los brazos levantados: desnudo de frente. Pablo Picasso (1881-1973). París, abril-mayo de 1907. Óleo, lápiz y carboncillo sobre papel, 131 x 79,5 cm. París, Musée Picasso. © París, Musée Picasso. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

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Estudio para la señorita de los brazos levantados: desnudo de espaldas (Óleo y carboncillo sobre papel, 134 x 86 cm / París, Musée Picasso – Cat. 52; MP. 12; Z. XXVI, 189; D.-R. 19)

Estudio para la señorita de los brazos levantados: desnudo de espaldas. Pablo Picasso (1881-1973). París, abril-mayo de 1907. Óleo y carboncillo sobre papel, 134 x 86 cm. París, Musée Picasso. © París, Musée Picasso. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

Abril/mayo 1907
Mujer con las manos juntas
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Mujer con las manos juntas (Óleo sobre tela, 90,5 x 71,5 cm / París, Musée Picasso – Cat. 72; MP. 16; Z. II, 662; D.-R. 26)

Mujer con las manos juntas. Pablo Picasso (1881-1973). París, abril-mayo de 1907. Óleo sobre tela, 90,5 x 71,5 cm. París, Musée Picasso. © París, Musée Picasso. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

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Desnudo de pie, estudio de proporciones (Tinta china sobre papel de calco, 31 x 12,6 cm / París, Musée Picasso – Cat. 73; MP. 535)

Desnudo de pie, estudio de proporciones. Pablo Picasso (1881-1973). París, abril-mayo de 1907. Tinta china sobre papel de calco, 31 x 12,6 cm. París, Musée Picasso. © París, Musée Picasso. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

Abril/mayo 1907
Desnudo de pie
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Desnudo de pie (Tinta china sobre papel de calco, 25,5 x 12 cm / París, Musée Picasso – Cat. 74; MP. 536)

Desnudo de pie. Pablo Picasso (1881-1973). París, abril-mayo de 1907. Tinta china sobre papel de calco, 25,5 x 12 cm. París, Musée Picasso. © París, Musée Picasso. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

Abril/mayo 1907
Desnudo de pie
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Desnudo de pie (Tinta china sobre papel de calco, 22,7 x 12,2 cm / París, Musée Picasso – Cat. 75; MP. 537)

Desnudo de pie. Pablo Picasso (1881-1973). París, abril-mayo de 1907. Tinta china sobre papel de calco, 22,7 x 12,2 cm. París, Musée Picasso. © París, Musée Picasso. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020

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Estudio para la señorita de los brazos levantados (Lápiz negro y lápiz de color sobre papel, 63 x 48 cm / Sucesión del artista n.º 945 – Z. XXVI, 260)

Estudio para la señorita de los brazos levantados. Pablo Picasso (1881-1973). París, abril-mayo de 1907. Lápiz negro y lápiz de color sobre papel, 63 x 48 cm. Sucesión del artista n.º 945. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

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Estudio para la señorita de los brazos levantados (Lápiz negro sobre papel, 63 x 48 cm / Sucesión del artista n.º 946)

Estudio para la señorita de los brazos levantados. Pablo Picasso (1881-1973). París, abril-mayo de 1907. Lápiz negro sobre papel, 63 x 48 cm. Sucesión del artista n.º 946. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

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Desnudo con los brazos levantados (Pastel sobre papel, 22,5 x 16,5 cm – Z. II, 5)

Desnudo con los brazos levantados. Pablo Picasso (1881-1973). París, abril-mayo de 1907. Pastel sobre papel, 22,5 x 16,5 cm. Sucesión del artista. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020

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Estudio para Les demoiselles d’Avignon (Acuarela sobre papel, 17,4 x 22,5 cm / Filadelfia, The Philadelphia Museum of Art, colección A. E. Gallatin – Cat. 28; Z. II, 21; D.-R. 31)

Estudio para Les demoiselles d’Avignon. Pablo Picasso (1881-1973). París, junio de 1907. Acuarela sobre papel, 17,4 x 22,5 cm. Filadelfia, The Philadelphia Museum of Art, colección A. E. Gallatin. © Filadelfia, The Philadelphia Museum of Art. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

Junio 1907
Cabeza de hombre
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Cabeza de hombre (Gouache y acuarela sobre papel, 60,3 x 47 cm / Nueva York, The Museum of Modern Art, A. Conger Goodyear Found. – Cat. 33; Z. VI. 977; D.-R. 44)

Cabeza de hombre. Pablo Picasso (1881-1973). París, junio de 1907. Gouache y acuarela sobre papel, 60,3 x 47 cm. Nueva York, The Museum of Modern Art, A. Conger Goodyear Found. © Nueva York, The Museum of Modern Art. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

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Estudio para la señorita sentada en el centro: desnudo sentado con el brazo levantado (Acuarela sobre papel, 22,4 x 17,5 cm / Sucesión del artista n.º 923, colección particular – Cat. 42; Z. VI, 953)

Estudio para la señorita sentada en el centro: desnudo sentado con el brazo levantado. Pablo Picasso (1881-1973). París, junio de 1907. Acuarela sobre papel, 22,4 x 17,5 cm. Sucesión del artista n.º 923, colección particular. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020

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Estudio para la señorita sentada en el centro: desnudo con el brazo levantado (Óleo sobre tela, 65,5 x 50 cm / Sucesión del artista n.º 12087, colección particular – Cat. 41; Z. XXVI, 263; D.-R. 81)

Estudio para la señorita sentada en el centro: denudo con el brazo levantado. Pablo Picasso (1881-1973). París, junio de 1907. Óleo sobre tela, 65,5 x 50 cm. Sucesión del artista n.º 12087, colección particular. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

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Estudio para el marinero: busto de hombre (Gouache sobre papel, 22,4 x 17,5 cm / París, Musée Picasso – Cat. 47; MP. 538; Z. VI, 978; D.-R. 27)

Estudio para el marinero: busto de hombre. Pablo Picasso (1881-1973). París, junio de 1907. Gouache sobre papel, 22,4 x 17,5 cm. París, Musée Picasso. © París, Musée Picasso. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

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Estudio para el marinero: busto de hombre (Óleo sobre cartón, 53,5 x 36,2 cm / París, Musée Picasso – Cat. 48; MP. 15; D.-R. 28)

Estudio para el marinero: busto de hombre. Pablo Picasso (1881-1973). París, junio de 1907. Óleo sobre cartón, 53,5 x 36,2 cm. París, Musée Picasso. © París, Musée Picasso. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

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Desnudo de perfil con los brazos levantados (Acuarela sobre papel, 22,3 x 17,5 cm / París, Musée Picasso – Cat. 54; MP. 540 R; Z. VI, 992)

Desnudo de perfil con los brazos levantados. Pablo Picasso (1881-1973). París, junio de 1907. Acuarela sobre papel, 22,3 x 17,5 cm. París, Musée Picasso. © París, Musée Picasso. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

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Desnudo de pie con los brazos levantados (Gouache sobre papel, 62,5 x 47 cm / Colección señor y señora Victor W. Ganz – Cat. 55; Z. II, 13; D.-R. 43)

Desnudo de pie con los brazos levantados. Pablo Picasso (1881-1973). París, junio de 1907. Gouache sobre papel, 62,5 x 47 cm. Colección señor y señora Victor W. Ganz. © Colección señor y señora Victor W. Ganz. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

Junio 1907
Cabeza de mujer
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Cabeza de mujer (Óleo sobre tela, 46 x 33 cm / Merion, The Barnes Foundation, antigua colección Kahnweiler – Cat. 80; Á.F.K. n.º 97, á.n. n.º 269, p. 14; Z. II, 12; D.-R. 34)

Cabeza de mujer. Pablo Picasso (1881-1973). París, junio de 1907. Óleo sobre tela, 46 x 33 cm. Merion, The Barnes Foundation, antigua colección Kahnweiler. © Merion, The Barnes Foundation. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

Junio 1907
Cabeza de mujer
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Cabeza de mujer (Óleo sobre tela, 35 x 27 cm / Localización actual desconocida – Cat. 81; Z. II, 680; D.-R. 35)

Cabeza de mujer. Pablo Picasso (1881-1973). París, junio de 1907. Óleo sobre tela, 35 x 27 cm. Localización actual desconocida. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

Junio 1907
Cabeza de mujer
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Cabeza de mujer (Gouache y acuarela sobre papel, 30,8 x 23,8 cm / Colección señor y señora Sydney E. Cohn, antigua colección Leo y Gertrude Stein, Álbum 10, 4 – Cat. 79; Z. XXVI, 268; D.-R. 86)

Cabeza de mujer. Pablo Picasso (1881-1973). París, junio de 1907. Gouache y acuarela sobre papel, 30,8 x 23,8 cm. Colección señor y señora Sydney E. Cohn, antigua colección Leo y Gertrude Stein. © Colección señor y señora Sydney E. Cohn. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

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Desnudo con los brazos levantados (Tinta china y lavado sobre papel, 30 x 22,5 cm / Sucesión del artista n.º 947 – Z. VI, 896)

Desnudo con los brazos levantados. Pablo Picasso (1881-1973). París, junio de 1907. Tinta china y lavado sobre papel, 30 x 22,5 cm. Sucesión del artista n.º 947. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

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Mujer desnuda con los brazos levantados (Tinta china sobre papel, 22 x 13,5 cm / Sucesión del artista n.º 920 – Z. XXVI, 175)

Mujer desnuda con los brazos levantados. Pablo Picasso (1881-1973). París, junio de 1907. Tinta china sobre papel, 22 x 13,5 cm. Sucesión del artista n.º 920. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

Junio 1907
Estudio
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Estudio (Acuarela sobre papel, 22 x 17,5 cm / Sucesión del artista n.º 921 – Z. VI, 942)

Estudio. Pablo Picasso (1881-1973). París, junio de 1907. Acuarela sobre papel, 22 x 17,5 cm. Sucesión del artista n.º 921. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020

Junio/julio 1907
Mujer desnuda de pie
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Mujer desnuda de pie (Óleo sobre tabla, 93 x 43 cm / Colección particular, antigua colección Kahnweiler – Cat. 60; Á.F.K. n.º 72, á.n. n.º 276, p. 14; Z. II, 40; D.-R. 40)

Mujer desnuda de pie. Pablo Picasso (1881-1973). París, junio-julio de 1907. Óleo sobre tabla, 93 x 43 cm. Colección particular, antigua colección Kahnweiler. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

Junio/julio 1907
Desnudo amarillo
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Desnudo amarillo (Acuarela sobre papel, 60 x 41 cm / Colección particular, antigua colección Kahnweiler – Cat. 59; Z. XXVI, 281; D.-R. 39)

Desnudo amarillo. Pablo Picasso (1881-1973). París, junio-julio de 1907. Acuarela sobre papel, 60 x 41 cm. Colección particular, antigua colección Kahnweiler. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

Junio/julio 1907
Busto de mujer desnuda
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Busto de mujer desnuda (Óleo sobre tela, 81 x 60 cm / Suiza, colección particular – Cat. 61; Z. II; D.-R. 41)

Busto de mujer desnuda. Pablo Picasso (1881-1973). París, junio-julio de 1907. Óleo sobre tela, 81 x 60 cm. Suiza, colección particular. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

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Mujer desnuda de cuerpo entero (Óleo y gouache sobre papel, 62,5 x 48,5 cm / Aix-la-Chapelle, colección Ludwig – Cat. 62; D.-R. 42)

Mujer desnuda de cuerpo entero. Pablo Picasso (1881-1973). París, junio-julio de 1907. Óleo y gouache sobre papel, 62,5 x 48,5 cm. Aix-la-Chapelle, colección Ludwig. © Aix-la-Chapelle, colección Ludwig. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

Junio/julio 1907
Busto de mujer
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Busto de mujer (Óleo sobre tela, 74 x 60 cm / Colección particular, antigua colección Kahnweiler – Cat. 82; Z. II, 34; D.-R. 37)

Busto de mujer. Pablo Picasso (1881-1973). París, junio-julio de 1907. Óleo sobre tela, 74 x 60 cm. Colección particular, antigua colección Kahnweiler. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

Junio/julio 1907
Busto de mujer
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Busto de mujer (Óleo sobre tela, 66 x 59 cm / París, Centre Pompidou; Musée National d’Art Moderne, antigua colección André Lefèvre – Cat. 83; Z. II, 23; D.-R. 38)

Busto de mujer. Pablo Picasso (1881-1973). París, junio-julio de 1907. Óleo sobre tela, 66 x 59 cm. París, Centre Pompidou; Musée National d’Art Moderne, antigua colección André Lefèvre. © París, Centre Pompidou; Musée National d’Art Moderne. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

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Estudio para la señorita agachada: cabeza de mujer con la barbilla en la mano (Gouache sobre papel, 63 x 48 cm / París, Musée Picasso – Cat. 63; MP. 539; Z. XXVI, 276; D.R. 45)

Estudio para la señorita agachada: cabeza de mujer con la barbilla en la mano. Pablo Picasso (1881-1973). París, junio-julio de 1907. Gouache sobre papel, 63 x 48 cm. París, Musée Picasso. © París, Musée Picasso. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

/* LINEA 4B: OBRAS 2 */
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Desnudo de pie, estudio de proporciones (Tinta china sobre papel de calco, 27 x 19 cm / Sucesión del artista n.º 891)

Desnudo de pie, estudio de proporciones. Pablo Picasso (1881-1973). París, abril de 1907. Tinta china sobre papel de calco, 27 x 19 cm. Sucesión del artista n.º 891. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

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Desnudo de pie, estudio de proporciones (Tinta china sobre papel de calco, 27 x 19 cm / Sucesión del artista n.º 892)

Desnudo de pie, estudio de proporciones. Pablo Picasso (1881-1973). París, abril de 1907. Tinta china sobre papel de calco, 27 x 19 cm. Sucesión del artista n.º 892. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

Abril 1907
Desnudo de pie
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Desnudo de pie (Tinta china sobre papel de calco / Sucesión del artista nº. 894)

Desnudo de pie. Pablo Picasso (1881-1973). París, abril de 1907. Tinta china sobre papel de calco. Sucesión del artista n.º 894. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020

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Estudio para Les demoiselles d’Avignon (Carboncillo sobre papel, 47,6 x 65 cm / Basilea, Öffentliche Kunstsammlumg Basel, Kupferstichkabinett, donación Douglas Cooper, París – Cat. 27; Z. II, 644)

Estudio para Les demoiselles d’Avignon. Pablo Picasso (1881-1973). París, mayo de 1907. Carboncillo sobre papel, 47,6 x 65 cm. Basilea, Öffentliche Kunstsammlumg Basel, Kupferstichkabinett, donación Douglas Cooper. © Basilea, Öffentliche Kunstsammlumg Basel. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

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Estudio para la señorita que entra por la izquierda: mujer sosteniendo una cortina (Carboncillo sobre papel, 63,4 x 48 cm / París, Musée Picasso – Cat. 34; MP. 541; Z. XXVI, 98)

Estudio para la señorita que entra por la izquierda: mujer sosteniendo una cortina. Pablo Picasso (1881-1973). París, mayo de 1907. Carboncillo sobre papel, 63,4 x 48 cm. París, Musée Picasso. © París, Musée Picasso. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

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Estudio para la señorita que entra por la izquierda: mujer sosteniendo una cortina (Óleo sobre tela, aprox. 26 x 21 cm / Merion, The Barnes Foundation, antigua colección Kahnweiler – Cat. 35; Á.F.K. n.º 148, á.n. nº. 278, p. 14; Z. I, 350; D.-B. XVI, 33)

Estudio para la señorita que entra por la izquierda: mujer sosteniendo una cortina. Pablo Picasso (1881-1973). París, mayo de 1907. Óleo sobre tela, aprox. 26 x 21 cm. Merion, The Barnes Foundation, antigua colección Kahnweiler. © Merion, The Barnes Foundation. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

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Busto de mujer con gran oreja (Óleo sobre tela, 60,5 x 59,2 cm / París, Musée Picasso – Cat. 76; MP. 17; Z. XXVI, 18; D.-R. 23)

Busto de mujer con gran oreja. Pablo Picasso (1881-1973). París, mayo-junio de 1907. Óleo sobre tela, 60,5 x 59,2 cm. París, Musée Picasso. © París, Musée Picasso. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

Mayo/junio 1907
Busto de mujer desnuda
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Busto de mujer desnuda (Óleo sobre tela, 61 x 47 cm / Leningrado, Museo del Ermitage, antigua colección Ambroise Vollard – Cat. 77; Z. II, 31; D.-R. 32)

Busto de mujer desnuda. Pablo Picasso (1881-1973). París, mayo-junio de 1907. Óleo sobre tela, 61 x 47 cm. San Petersburgo, Museo del Ermitage, antigua colección Ambroise Vollard. © San Petersburgo, Museo del Ermitage. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

Mayo/junio 1907
Busto de mujer
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Busto de mujer (Óleo sobre tela, 64,5 x 50 cm / Praga, Narodní Galeri, antigua colección Ambroise Vollard – Cat. 78; Z. II, 16; D.-R. 33)

Busto de mujer. Pablo Picasso (1881-1973). París, mayo-junio de 1907. Óleo sobre tela, 64,5 x 50 cm. Praga, Národní Galeri, antigua colección Ambroise Vollard. © Praga, Národní Galeri. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

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Estudio para la cabeza del marinero (Acuarela sobre papel, 22 x 17,5 cm / Sucesión del artista n.º 867 – Z. VI, 982)

Estudio para la cabeza del marinero. Pablo Picasso (1881-1973). París, mayo-junio de 1907. Acuarela sobre papel, 22 x 17,5 cm. Sucesión del artista n.º 867. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

Mayo/junio 1907
Cabeza
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Cabeza (Acuarela sobre papel, 22,4 x 17,5 cm / Nueva York, The Museum of Modern Art – Z. II, 10)

Cabeza. Pablo Picasso (1881-1973). París, mayo-junio de 1907. Acuarela sobre papel, 22,4 x 17,5 cm. Nueva York, The Museum of Modern Art. © Nueva York, The Museum of Modern Art. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

/* LINEA 5: ALBUM */
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Incluye dos tipologías de estudio compositivo: una más convencional donde las figuras se integran en la representación espacial, respetando el orden visual del Quattrocento, y otra, más esquemática, donde la relación espacio-figura se invierte, quedando el espacio subordinado a la disposición de las figuras, este sistema compositivo recuerda al medieval. Los personajes y los objetos que integran la composición son estudiados individualmente: desnudos femeninos, marinero, estudiante de medicina, bodegón y calavera. El esquema tomado de la escultura ibérica es aplicado a la construcción facial de personajes como el marinero y el estudiante de medicina. Ejemplos: 14V y 29R.

Álbum 3. 29R. Pablo Picasso. París, Musée Picasso. © París, Musée Picasso © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

Marzo/abril 1907
Álbum 4. 38 dibujos
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Estudios de desnudos femeninos muy esquemáticos (frontales, de espaldas y de perfil), construidos mediante la combinación de formas geométricas: cabeza ovalada, brazos alzados dibujando un rectángulo y torso triangular sobre una cadera campaniforme. Estos dibujos revelan la influencia del arte del Antiguo Egipto y de la Grecia Arcaica, que Picasso pudo contemplar en el Museo del Louvre. Incorpora una hoja suelta (Hoja VIII V) con un boceto de conjunto compuesto por seis figuras, cuatro femeninas y dos masculinas, definidas por las mismas características estilísticas que se desarrollan en este cuaderno. Ejemplos: 8V y Hoja VIII V.

Álbum 4. 8V. Pablo Picasso. París, Musée Picasso. © París, Musée Picasso © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

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Destacan sus estudios compositivos (11 en total) con seis figuras, cinco femeninas y una masculina. El estudiante, que en los bocetos de conjunto de los álbumes anteriores se situaba en el extremo izquierdo de la composición, de perfil, es sustituido definitivamente por una figura femenina. Los bocetos introducen recursos retóricos que facilitan la inmersión del espectador en la escena: la composición en forma de tableau vivant, un personaje desplazando una cortina en el extremo izquierdo de la escena, los sombreados que indican tres niveles distintos de profundidad y la colocación de la mesa con bodegón en primer término, como si formase parte del espacio del espectador. Ejemplos: 18R y 22R.

Álbum 6. 22R. Pablo Picasso. París, Musée Picasso. © París, Musée Picasso © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

Mayo/junio 1907
Álbum 7: 84 dibujos
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Destacan los bocetos de figuras que integran el arquetipo corporal y facial definido principalmente en los álbumes 4 y 5; sus distintos rasgos serán distribuidos entre varias figuras de Les demoiselles d’Avignon. Incluye estudios preparatorios para Desnudo con pañería (52R), característico por su sombreado expresionista (“plumeado”). Presenta una serie de bodegones donde los objetos se reducen a formas esquemáticas y geométricas. En estos bocetos, las figuras se relacionan con el fondo en un plano de igualdad, una particularidad que será propia del cubismo. La impronta de la escultura africana se manifiesta en un conjunto de figuras que disponen sus brazos en forma de O y sus piernas en forma de U invertida. Ejemplos: 3R y 45R.

Álbum 7. 45R. Pablo Picasso. París, Musée Picasso. © París, Musée Picasso © Fundación Picasso Museo Casa Natal, Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

Junio/julio 1907
Álbum 10. 10 dibujos
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Incluye nueve estudios de cabezas y un bodegón. Con distintos grados de deformación, irregularidad, inclinación y sombreado, las cabezas toman como punto de partida la estructura que fue definida en el Álbum 5: silueta craneal oval, cuencas oculares de silueta elíptica y apéndice nasal rectilíneo conectado con las cejas mediante un solo trazo. Algunas cabezas cuentan con la oreja sobredimensionada que aparecía en el esquema ya mencionado (dibujo 2V del Álbum 5) y otras omiten tal atributo. Ejemplos: dibujo 4 y dibujo 8.

Álbum 10. Dibujo cuatro. Pablo Picasso. París, Musée Picasso. © París, Musée Picasso © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

Abril 1907
Álbum 5. 5 dibujos
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A las tipologías corporales del Álbum 4 se les aplica un esquema antropométrico basado en una superposición de módulos romboidales. Las figuras se estilizan y su sexo se indetermina debido a su mayor sintetismo. Los rasgos propios de la escultura ibérica, presentes en los rostros de los anteriores álbumes, son depurados y aislados en una suerte de máscara esquemática: cabeza oval irregular, cuencas oculares de silueta elíptica, oreja izquierda sobredimensionada y apéndice nasal rectilíneo, conectado a las cejas mediante un solo trazo. Ejemplos: 1V y 3V

Álbum 5. 1V. Pablo Picasso. París, Musée Picasso. © París, Musée Picasso © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

Mayo/junio 1907
Álbum 8. 61 dibujos
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Comparte con el Álbum 7 el tema de los bodegones y el estudio de Desnudo con pañería. En sus páginas las figuras se disponen en distintas direcciones, analizando sus detalles, especialmente los rasgos que conforman su rostro, y definiéndolas con un sombreado expresionista (“plumeado”). Las morfologías estilizadas y su gestualidad exagerada anuncian las figuras de obras inmediatamente posteriores (Tres mujeres). Como en el Álbum 7, incluye figurillas de influencia africana, que en este álbum se hacen más alargadas y tanto sus brazos como sus piernas adquieren forma de U. Ejemplos: 27V y 54V.

Álbum 8. 54V. Pablo Picasso. París, Musée Picasso. © París, Musée Picasso © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.

Mayo - principio de julio 1907
Álbum 9. 22 dibujos
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Traslada a la acuarela las figuraciones y el imaginario desarrollado a lo largo de los ocho álbumes anteriores e incluye figuras presentes en álbumes posteriores, como el 14 (en la contracubierta interior, acompañada de la inscripción “Málaga”). De entre todos dibujos destacan los esbozos del rostro de Desnudo con pañería, el estudio de la mujer que adopta una pose ambigua en el centro de la composición de Les demoiselles, un bodegón construido por formas geométricas y varios esbozos en los que las figurillas de impronta africana de los álbumes 7 y 8 adquieren una mayor complejidad. Ejemplos: 3ª cubierta y 10R.

Álbum 9. Tercera cubierta. Pablo Picasso. París, Musée Picasso. © París, Musée Picasso © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2020.